
7 Minutos. Kumiko y su Abuelo Ming es una historia que enseña sobre el valor de las promesas y que puedes escuchar o leer a continuación:
KUMIKO Y SU ABUELO MING
Hace un tiempo, había una niña llamada Kumiko que vivía en la provincia de Jinang en China en compañía de su abuelo, que era quien velaba por ella, pues los padres de la pequeña Kumiko habían muerto cuando ella tenía solo 3 años.
La casa del abuelo era muy humilde, pero llena de amor y enseñanzas hermosas que colmaban a la pequeña. A pesar de que los recursos eran pocos en lo material, el abuelo Ming se preocupaba por que su nieta Kumiko asistiera a la escuela y siempre tuviera un plato servido en su mesa, ropa limpia y buen ejemplo.
Pasaron los años y Kumiko hizo la promesa a su misericordioso abuelo, de cuidarlo y protegerlo cuando este llegara a la etapa final de su vida y no pudiera valerse por sí mismo:
-Abuelito, siempre contarás conmigo, te agradezco siempre tus cuidados y por eso hago este compromiso de velar por tÍ más adelante, cuando lo necesites. Te quiero abuelito.-
Kumiko tuvo la posibilidad de entrar a trabajar en una agencia de modelos en una ciudad cercana, ayudando en todos los quehaceres y mandados. Así que dijo a su abuelo:
-No se preocupe abuelito, que yo regreso a visitarlo y a traerle provisiones.-
Pero en medio de todo lo que conlleva el mundo de las pasarelas, además escuchando los cumplidos que le hacían sobre cuán hermosa era ella y que debería perseguir la fama, Kumiko empezó a volverse vanidosa y al encontrase con un contrato millonario y dejarse deslumbrar por salir en la televisión y las portadas de revistas, se ocupó cada vez menos del abuelo Ming, quien estaba envejecido y enfermo.
Pronto Kumiko lo internó en un asilo para ancianos, pues le manifestó al abuelo que él no encajaba en su nueva forma de vida, pasando por alto el compromiso de devolver lo que su abuelito había hecho por ella durante varios años.
Un día Kumiko recibió una llamada donde le informaban que el abuelo Ming había muerto. Kumiko, llena de dolor, preguntó a las personas del asilo cómo habían sido los últimos días de su abuelo y por qué no la habían llamado antes. Le informaron que su abuelo había pedido no molestarla y decirle que:
-La riqueza más grande no debes perseguirla por fuera de tí, debes cultivarla en tu interior. Te quiero y te perdono. Tu abuelito.-
Kumiko estalló en llanto y pensó:
-Perdón abuelo, porque olvidé tus enseñanzas y me perdí pensando que yo era el centro del mundo, olvidando el compromiso moral que hice de cuidarlo. Espero de ahora en adelante, honrarlo, siendo más considerada y cumpliendo cuando doy mi palabra.-
Autora: Lucía Fernández.
Diseño gráfico por Jaime Rincón con imágenes de Pixabay.com
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