
Imagen tomada de Minghui.org
El 25 de abril de 1999 marcó un momento histórico que sigue resonando hoy, no solo en China, sino en todo el mundo. Aquel día, cerca de 10,000 practicantes de la disciplina espiritual Falun Gong se reunieron pacíficamente en Beijing para apelar ante la Oficina Central de Apelaciones del Consejo de Estado. Lo hicieron en calma con dignidad y respeto, pidiendo tres cosas en particular: la liberación de practicantes injustamente arrestados en Tianjin, tener un entorno legal justo para su práctica, y el respeto a su derecho de creencia y fe.
¿Por qué fue tan importante este acto? Porque representó una manifestación de fe y valor frente a un régimen conocido por su brutalidad como es el partido comunista chino. Como dijo el filósofo francés Blaise Pascal: “En la fe, hay suficiente luz para aquellos que quieren creer y suficientes sombras para cegar a aquellos que no lo hacen”. Los practicantes de Falun Gong, impulsados por su fe en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, eligieron la luz, incluso sabiendo que las sombras del Partido Comunista Chino (PCCh) se cernían amenazantes sobre ellos.
Una práctica de paz y salud
Falun Gong (conocido también como Falun Dafa) fue introducido al público en China por el Maestro Li Hongzhi en 1992, rápidamente ganó popularidad en todo el territorio de China gracias a los beneficios en la salud física y emocional que proporcionan sus cinco ejercicios de qigong. Se calcula que, en siete años, alrededor de 100 millones de personas lo practicaban. Sin embargo, su éxito provocó la desconfianza y la hostilidad del PCCh, que históricamente había reprimido cualquier movimiento independiente de esa magnitud.
Defender la verdad ante la persecución
Muchos de los practicantes que participaron en la apelación del 25 de abril ya conocían el rostro real del régimen. Algunos habían sido víctimas de campañas anteriores como la Revolución Cultural o la masacre de Tiananmen en 1989. Aun así, eligieron actuar pacíficamente, convencidos de que la justicia y la verdad eventualmente prevalecerían.
La apelación no logró frenar la creciente represión del régimen comunista. Apenas tres meses después, en julio de 1999, el PCCh lanzó una campaña brutal para erradicar Falun Gong. Miles fueron arrestados, torturados o enviados a campos de trabajos forzados. Además, el régimen lanzó una intensa propaganda de odio, utilizando los medios estatales para demonizar a Falun Gong.
A pesar de la represión, los practicantes continuaron defendiendo su fe. Zhao Yumin, ahora residente en Australia, recuerda que fue seis veces a la Plaza de Tiananmen para levantar la voz de protesta por Falun Gong. Ella, como miles de otros practicantes, sentía que debía decirle al mundo la verdad, sin importar el riesgo. “Cada vez que iba a la Plaza de Tiananmen, sentía que dejaba de lado mi apego a la vida y mi miedo a la muerte”, relató Zhao.
Estadísticas incompletas muestran que entre 100,000 y 150,000 practicantes se manifestaron en la Plaza de Tiananmen entre 2000 y 2001. Muchos fueron arrestados en cuestión de minutos, pero otros aparecían poco después en otro rincón de la plaza, levantando nuevamente pancartas que proclamaban “Falun Dafa es bueno”.
La maquinaria de la mentira de la Plaza de Tiananmen
Ante la persistencia de los practicantes, el PCCh intensificó su propaganda. El 23 de enero de 2001, organizó un montaje de autoinmolación en la Plaza de Tiananmen, atribuyéndolo falsamente a practicantes de Falun Gong. Esta acción pretendía generar odio entre la población y justificar la escalada de la represión.
Sin embargo, numerosos errores revelaron que el incidente había sido orquestado. La joven Liu Siying, supuesta víctima, pudo hablar y cantar pocos días después de una traqueotomía, algo médicamente imposible. Otra de las supuestas practicantes, Liu Chunling, jamás había practicado Falun Gong, según sus vecinos. Además, las imágenes grabadas en el lugar mostraban una preparación profesional poco creíble para un hecho espontáneo.
Falun Gong enseña claramente que está prohibido matar o suicidarse. Así, quedó claro para los observadores más atentos que el PCCh había fabricado el incidente como parte de su campaña de odio contra esa práctica.
El eco del 25 de abril hoy
A pesar de la brutalidad y la propaganda, el PCCh no logró destruir a Falun Gong. Más bien, la persecución reveló al mundo el verdadero rostro del régimen y fortaleció la determinación de los practicantes. Hoy, Falun Gong se practica libremente en más de 100 países y sus enseñanzas han sido traducidas a más de 50 idiomas.
La apelación pacífica del 25 de abril de 1999 se ha convertido en un símbolo de dignidad, resistencia y fe en los valores universales de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Recordarlo es recordar que, incluso en los tiempos más oscuros, la luz de la bondad humana puede resistir a la opresión.
Además, la represión y el manejo desastroso de otras crisis, como la pandemia, han abierto los ojos de millones de chinos, motivando a casi 450 millones de ciudadanos chinos a renunciar a las organizaciones del PCCh. Esta tendencia creciente señala un despertar de conciencia de la humanidad, una búsqueda de verdad que el régimen no puede detener.
Llamada de atención para el mundo
El 25 de abril de 1999 no fue solo una fecha en la historia: fue una llamada de atención para el mundo. Nos recordó que la fe verdadera, el valor y la búsqueda de la verdad son fuerzas que ninguna tiranía puede aplastar por siempre. Aquellos que, a pesar del miedo y la represión, eligieron hablar desde el corazón, nos dejaron una lección eterna: siempre vale la pena defender lo que es correcto.
Artículo escrito por Margarita Restrepo para VCSMedia.net con información de Minghui.org. También te puede interesar este articulo relacionado: La persecución prohibida: El crimen del PCCh contra Falun Gong https://vcsmedia.net/la-persecucion-prohibida-el-crimen-del-pcch-contra-falun-gong/