6 minutos de lectura. Cuando Confucio cometió un error matemático, pero dejó una enseñanza es un ameno cuento que, nos deja valiosas enseñanzas. A continuación, lo puedes escuchar o leer
Las historias que escribimos en el día a día con nuestras acciones determinan nuestro futuro y son el reflejo de nuestro pasado; sin embargo, con el consejo compasivo de personas de corazón puro se pueden cambiar las acciones presentes para forjar un porvenir auspicioso.
Esto fue lo que le pasó a uno de los discípulos de Confucio en la China antigua. Él no quiso reflexionar sobre una decisión de su maestro y en cierto momento la vida le mostró que era por su propio bien.
Muchas veces las palabras que contradicen nuestras intenciones caen como rocas sobre nuestros egos, pero cuando vienen de personas que realmente velan por nuestro bienestar deben ser tomadas con paciencia y un corazón abierto.
Yan Hui era un hombre curioso, cordial y uno de los discípulos favoritos de Confucio. Una vez, Yan Hui iba caminando al trabajo y vio un alboroto en una tienda de ropa. Acercándose, se enteró de que el vendedor y un cliente discutían.
El comprador gritaba: 3×8 = 23. ¿Por qué me cobras 24 yuanes?
Yan Hui se acercó y le dijo amablemente: ¨caballero, 3×8 = 24. ¿Cómo puede ser 23? ¨.
El comprador no le creyó. Señaló al discípulo de Confucio y le dijo: ¨¿Quién eres tú? El único que tiene derecho a decírmelo es Confucio¨.
Yan Hui respondió: ¨Bien, si el maestro Confucio confirma que estás equivocado, ¿qué harás? ¨.
El comprador dijo: ¨entonces te doy mi cabeza. Y si yo gano, ¿qué harás tú?¨.
Yan Hui contestó: ¨si estoy equivocado, voy a renunciar¨.
Entonces fueron a ver a Confucio para consultarlo. Confucio, después de escuchar, se dirigió a su discípulo con una sonrisa: ¨3×8 = 23. Yan Hui, estabas equivocado. Ahora debes quitarte el Putou¨. Este Putou era su sombrero de funcionario.
Entonces, el comprador se fue satisfecho con el sombrero de Yan Hui.
Aunque este obedeció a Confucio, en el fondo no estaba conforme. Creía que su maestro había envejecido tanto, que no podía distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, así que decidió abandonarlo.
Al día siguiente Yan Hui regresó a la clase y dijo que no podía seguir estudiando, por razones personales y que debía regresar a su casa. Confucio sabía lo que pasaba por su mente, pero accedió a dejar que se fuera.
Por el bien de Yan Hui, Confucio le recomendó: ¨no encuentres refugios bajo árboles viejos. Y no mates si no estás seguro¨.
Cuando Yan Hui iba de camino a casa, aparecieron unas nubes oscuras. El viento soplaba fuerte, y comenzó a relampaguear en el horizonte. Pronto se refugió bajo un árbol viejo. Pero de repente, recordó las palabras de Confucio: ¨no encuentres refugios bajo árboles viejos¨. De inmediato se alejó del árbol, y no estaba muy lejos, cuando escuchó un trueno. El rayo estremeció al viejo árbol. ¡Yan Hui estaba muy sorprendido! ¡la primera predicción de su maestro se había hecho realidad!
Era tarde en la noche cuando Yan Hui llegó a casa, y su esposa ya dormía. Cuando se acercó a la cama, dos personas estaban allí. Furioso tomó su espada. Pero en seguida recordó la segunda recomendación de Confucio: ¨No mates si no estás seguro¨. Encendió una vela y pudo ver a su esposa y a su hermanita durmiendo en la cama.
A la mañana siguiente, Yan Hui fue a ver a Confucio. Se arrodilló ante él y dijo: ¨Maestro, has salvado tres vidas. Me salvaste a mí, a mi esposa y a mi hermanita. ¿Cómo sabías lo que me pasaría? ¨
Confucio le indicó que se levantara y le explicó: Ayer fue un día seco y pensé que podía llover más tarde, así que te dije: no encuentres refugios bajo árboles viejos. También estabas frustrado y llevabas tu preciosa espada, por eso te dije: No mates si no estás seguro¨.
Yan Hui, replicó: ¨Maestro, conocías las cosas antes de que sucedieran. Siempre tendrás mi respeto y admiración¨.
Confucio le respondió: ¨Sabía que estabas poniendo excusas, pues ya no deseabas estudiar conmigo. Pero piénsalo bien. Si 3×8=23 fuera correcto y tu estuvieras equivocado, solo perdías tu sombrero de funcionario. Pero si yo hubiera dicho que 3×8=24, el comprador habría perdido la cabeza. Dime, comparando la vida de alguien con tu título, ¿qué es más valioso?
Entonces, Yan Hui se iluminó a estas palabras. Se arrodilló y dijo: ¨Maestro, estaba tan concentrado en los hechos, que olvidé lo más importante. Me avergüenzo de mis errores¨.
Desde entonces, Yan Hui permaneció leal a Confucio y lo siguió a donde quiera que fuera.
No hay que juzgar apresuradamente antes de comprender una situación. Al tomar decisiones hay que mantener la calma y tener mucha paciencia.
Un ‘junzi’ o persona honrada siempre piensa en los demás, la paciencia y la tolerancia son la base de sus acciones y está dispuesto a dar un paso atrás para conseguir la paz y la armonía.
Fuente: BLes.com
Portada: Carlos Morales G.
Narración: Liliana Fonseca
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