La explotación sexual infantil es un problema que ha venido aumentando con el paso de los años, hasta convertirse en una epidemia mundial. Las organizaciones criminales han encontrado en el tráfico de personas un negocio tan lucrativo, que amenaza con desplazar al del tráfico de drogas y al de armas.
Causas de la explotación sexual infantil
Dentro del flagelo del tráfico de personas, tal vez el más infame es el de menores de edad. Esto debido a la vulnerabilidad e indefensión de un niño ante la fuerza o la manipulación de un adulto.
Por eso mismo, en la medida en que el comercio sexual de niños crece exponencialmente, cabe preguntarnos cuales son las causas de este incremento. Encontramos una gama de factores que conspiran contra la infancia.
- El primer factor y el más mediático es la pobreza que azota grandes regiones del planeta. Países del sureste asiático, de África y América Latina suelen ser los más afectados.
Dicha pobreza genera ignorancia, baja autoestima y abandono. Incluso hay padres que entregan sus hijos a cambio de algo de dinero, y adolescentes que se dejan llevar por falsas promesas de trabajos decentes. Estos son los más vulnerables.
- También influyen los conflictos con organizaciones extremistas, donde se pone a los niños en peligro de secuestro, o son utilizados como escudos humanos u objetos sexuales. En Colombia son innumerables las historias de estos casos a manos de las FARC o el ELN.
- En países ricos también sufren los niños este azote, con el ataque violento de los traficantes de menores. Ellos aprovechan las redes sociales y los juegos en línea. A través de internet, todos los días miles de niños y adolescentes caen víctimas de estas redes que cada vez son más sofisticadas.
Si bien, las anteriores son las más relevantes, la gama de motivos por los que un niño puede ser víctima de las redes de tráfico sexual infantil es muy amplia. Actuando como depredadores, aprovechan cualquier situación que les parezca favorable.
Cifras impresionantes
Al igual que con las drogas, si no existiera una demanda, tampoco existiría una oferta. Por lo tanto, debemos ver hacia dónde se mueve este comercio infame.
En los países con menos recursos, es muy notorio el llamado turismo sexual. Son ricos que viajan a destinos turísticos de países en vías de desarrollo, en tours que les ofrecen este tipo de diversión que mueve millones de dólares, de los cuales muy poco llega a las víctimas.
La exitosa película Sonido de Libertad, del director mexicano Eduardo Verástegui nos enseñó un crudo fragmento de este comercio en América Latina. Pero cuando sabemos que solo en India al menos 400.000 niños son afectados por el tráfico sexual infantil, y que las cifras alrededor del mundo suman millones, se entiende que es una lucha muy difícil.
A lo anterior se suman los miles de menores que son captados a través de engaños en redes sociales. Los niños navegan por sus teléfonos celulares o computadores, sin ninguna supervisión.
Una vez que ese menor envía fotos comprometedoras, se puede iniciar un chantaje que lo obliga a acceder a pedidos cada vez más abusivos. Al final termina en videos de redes de pornografía infantil, o directamente en prostitución.
¿Alguien está a salvo?
Ante esta pregunta, desafortunadamente la respuesta categórica, es: no. La explotación sexual infantil se presenta en todas las clases sociales, en todos los países, en todas las razas.
En el transcurso de un seminario en línea en EEUU, dirigido a padres de familia por los grupos de protección a los niños, Moms for America y Enough Is Enough, Bill Woolf, uno de los ponentes, dijo que en ese país, “el 90 por ciento de todos los menores que son víctimas de trata viven en casa y asisten a la escuela todos los días”.
Lo anterior es aterrador, pero es una realidad, y no es solo en Norte América, sino que es un cáncer que avanza rápidamente por todo el mundo gracias al internet, donde cómodamente los depredadores acechan a sus víctimas sin necesidad de recorrer parques: ahora entran directamente a los hogares.
Desafortunadamente, las nuevas ideologías que hablan de inclusión, transexualidad y libertad sexual para los niños, están fomentando entre la población la creencia de que muchas prácticas desviadas como la pedofilia pueden ser aceptables.
Es así que, quienes tienen tendencia a la pedofilia se sienten menos restringidos a la hora de buscar este tipo de comercio. Y, como decíamos atrás, se genera un mercado cada vez más ambicioso.
¿En dónde está la solución?
Para solucionar este problema al menos en una gran medida, se requiere el esfuerzo de muchas voluntades.
- El estado debe jugar un papel muy importante. Primero, enfrentando con mano dura a las mafias que se lucran de este comercio.
- Los medios de comunicación, están llamados a alertar y a denunciar los casos que se presentan, pues dichas mafias no son entidades sin rostro.
- Se requiere mayor difusión de este problema, a través de ONGs de derechos humanos y defensa de las familias, para crear conciencia en la sociedad de que todos quienes tenemos hijos o niños en nuestro entorno, estamos expuestos a ser víctimas.
- Las escuelas también deben intervenir advirtiendo a sus alumnos sobre los peligros que los acechan constantemente, ya sea en la calle o en sus navegaciones por internet.
- Lo más importante, es la intervención de los padres protegiendo a sus niños y capacitándolos para que entiendan de qué se trata este peligro y cómo deben actuar en caso de enfrentarse a esta posibilidad.
Cómo pueden los padres proteger a sus hijos
Los padres deben saber que a los niños los acechan múltiples peligros, tanto dentro como fuera de la casa. Los depredadores sexuales se ocultan hábilmente y solo esperan la oportunidad para atacar. Muchas veces los niños se convierten en víctimas de tráfico sexual por falta de supervisión por parte de sus progenitores.
A continuación, presentamos a los padres algunas indicaciones básicas:
- Hablar mucho con los hijos. Se debe crear un entorno de confianza, no como amigos sino como protectores. Animarlos para que día a día comenten en la casa, con quién hablaron en la escuela o en la calle, qué tipo de cosas les dijeron los adultos que conocen, y entender si alguna de tales conversaciones los hizo sentir incómodos.
- Hablarles francamente sobre lo que es el tráfico sexual y como protegerse a sí mismo.
- Alertar a los niños sobre el modus operandi de los depredadores para que los exponga ante los padres o autoridades.
- Establecer reglas estrictas con los teléfonos y medios digitales, donde el padre pueda vigilar con quién habla el menor.
- Un niño menor de 13 años no debería tener acceso a las redes sociales.
- Si acceden a dichas redes, se deben activar filtros restrictivos. Utilizar tecnología para monitorear los sitios que visita.
- Apartarlos lo más posible de los celulares o dispositivos por donde los pueden contactar los pedófilos.
- Animarlos a ocupar más horas en otras actividades como deportes, lectura o incluso televisión, también supervisando el tipo de programas que pueden ver.
- Dar ejemplo de a los niños sobre limpieza en el contenido que los mismos padres ven. De este modo, si llegan a enfrentarse a la pornografía, entenderán que esos son mensajes que deben evitar y no abrirán sus mentes a creer en la normalidad de relaciones aberrantes.
- No cansarse nunca de observar los cambios que van teniendo en su desarrollo. Muchos son naturales, pero otros pueden ser una alerta de algo que no anda bien.
Finalmente, debemos tener claro que un niño abusado sexualmente, es muy difícil que recupere la normalidad de su vida. Las secuelas de esto pueden ser muchas, e incluso pueden llegar a destruir la familia. Por lo tanto, no se debe ignorar que el tráfico sexual infantil está al acecho en cada esquina y, aunque parezca paranoico, es mejor estar preparado todos los días para enfrentarlo.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
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