El 29 de noviembre -en el marco de la cumbre G20 en Buenos Aires- la policía argentina, respondiendo a un pedido de la Embajada china, detuvo a nueve practicantes argentinos de Falun Dafa que se mostraban pacíficamente con banderas pidiendo ayuda para detener la persecución que sufren los practicantes en China.
Los practicantes de la disciplina espiritual se mostraban pacífica y silenciosamente con dos banderas, una azul y otra blanca, frente al Hotel Sheraton ante la llegada del líder chino Xi Jinping. Las banderas tenían respectivamente dos frases: “Lleven a Jiang Zemin ante la justicia” y “Detengan la persecución a Falun Gong en China”. Sin embargo, de forma muy evidente, un grupo de policías, sin previa conversación, les arrancó violentamente las banderas y los arrestó.
Todos los policías, bajo la supervisión del comisario Rodolfo Mauricio Lizárraga, tenían órdenes explícitas de no permitir el color amarillo (que representa a Falun Dafa), permitiendo solo la manifestación de personas de rojo o que porten banderas rojas (refiriéndose a las banderas comunistas organizadas por la embajada china). La embajada china había exigido censurar a Falun Dafa, según salió publicado previamente en diversos medios, como Clarín.
Nueve practicantes de Falun Dafa permanecieron ilegalmente detenidos desde la tarde del jueves 29/11 en la alcaldía 30, manteniéndolos bajo el cargo de “atentado y resistencia a la autoridad”, una acusación totalmente falsa, de acuerdo a lo que expresa la Asociación de Falun Dafa en un comunicado enviado a los medios.
Falun Dafa es una disciplina tradicional china de meditación y ejercicios para mejorar la salud, que sigue enseñanzas de un alto comportamiento ético y moral basadas en: Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Es gratuita y se practica libremente en todo el mundo.
Según organismos internacionales de derechos humanos, desde 1999 hasta la fecha, los practicantes de esta disciplina de la Escuela Buda sufren en China una persecución sin precedentes bajo el comando del ex dictador Jiang Zemin. La persecución por parte del Partido Comunista Chino, que no admite la libertad de creencia o pensamiento, incluye condenas en campos de reeducación y trabajo esclavo, lavado de cerebro, torturas generalizadas hasta la muerte y sustracción forzada de órganos en hospitales estatales que lucran de un billonario negocio de oferta masiva de trasplante de órganos a extranjeros. (Tomado de La Gran Época)