El Foro Económico Mundial enfrenta serias acusaciones de acoso sexual y una cultura tóxica en el trabajo. Impactantes revelaciones de empleados actuales y antiguos y cómo estas denuncias afectan la imagen del WEF
El Foro Económico Mundial (WEF), conocido por sus influyentes reuniones anuales en Davos, Suiza, se enfrenta a serias acusaciones de haber permitido una cultura de acoso sexual y toxicidad en el lugar de trabajo. Según una investigación de The Wall Street Journal, más de 80 empleados actuales y antiguos del WEF han denunciado diversas formas de mala conducta que datan desde la década de 1980.
Entre los testimonios recogidos, destaca el de Farid Ben Amor, ex ejecutivo de medios estadounidenses que trabajó para el WEF durante más de un año antes de renunciar en 2019. “Fue angustioso ver a colegas alejarse visiblemente de sí mismos ante la avalancha de acoso a manos del personal de alto nivel”, declaró Amor, quien describió cómo sus compañeros pasaron de ser sociables y alegres a autoaislarse y compartir pesadillas persistentes.
Uno de los casos más perturbadores involucra a Tiffany Hart, una empleada negra que denunció haber sido interrogada de manera inapropiada sobre su peluca por un jefe del WEF en Davos, quien incluso sugirió prenderle fuego mientras blandía cerillas. Otro incidente, que tuvo lugar en 2010, implicó a Malte Godbersen, actual responsable de tecnología y servicios digitales, quien fue acusado de hacerse pasar por médico durante una campaña de vacunación contra la gripe para acosar a una joven empleada. Según informes, Jeremy Jurgens, alto funcionario del WEF, se rió del incidente cuando apareció en escena. La empleada fue despedida poco después de denunciar el acoso.
Klaus Schwab, fundador y líder del WEF, también ha sido señalado por hacer comentarios sugerentes a varias empleadas, incluyendo una recepcionista, una asistente personal y una empleada europea. Un portavoz del WEF calificó estas acusaciones de “repugnantes e incorrectas”, negando la veracidad de las mismas.
Cheryl Martin, ex ejecutiva del Departamento de Energía de Estados Unidos y antigua funcionaria del WEF, intentó abordar estos problemas de acoso durante su tiempo en la organización, proponiendo un código de conducta más estricto. Sin embargo, sus esfuerzos fueron desestimados y en 2018 fue esencialmente degradada. “Cambié lo que pude y cuando me di cuenta de que ya no podía hacer más, renuncié”, dijo Martin.
Las denuncias no solo se centran en el acoso, sino también en decisiones administrativas cuestionables, como el despido de mujeres mayores y embarazadas. Estas prácticas han suscitado dudas sobre el carácter moral de algunos ejecutivos del WEF, además de críticas hacia sus objetivos, que incluyen iniciativas de gobernanza global y monedas digitales de bancos centrales (CBDC).
En medio de este escándalo, se ha informado que Schwab, quien ha sido una figura central del WEF desde su fundación en 1971, planea renunciar a su puesto actual antes de la próxima reunión anual en 2025 para asumir el rol de presidente no ejecutivo. Schwab, de 86 años, es conocido por su defensa del “Gran Reinicio”, una agenda globalista para remodelar el mundo, y la Cuarta Revolución Industrial, que incluye la edición genética y la fusión de humanos con computadoras.
El WEF, que se presenta como una organización sin fines de lucro, obtuvo casi 500 millones de dólares en ingresos el año pasado, con 200 millones de francos suizos en efectivo. Su influencia en la política mundial es significativa, con exalumnos de su programa Jóvenes Líderes Globales ocupando puestos clave en gobiernos de todo el mundo, incluyendo al primer ministro canadiense Justin Trudeau y al presidente francés Emmanuel Macron.
Las denuncias actuales ponen en entredicho la ética y las prácticas del WEF, destacando la necesidad urgente de una revisión interna y un compromiso renovado con la integridad y el respeto en el lugar de trabajo.
Le puede interesar: