En China, el régimen de Xi Jinping utiliza un vasto sistema de cámaras con inteligencia artificial para monitorear cada movimiento de sus ciudadanos, desde las calles de Shanghái hasta el interior de los hogares, en un esfuerzo por crear una “ciudadanía modelo”.
En la China contemporánea, cada paso que da un ciudadano es registrado meticulosamente por un vasto sistema de vigilancia orquestado por el régimen de Xi Jinping. Este entramado tecnológico tiene como objetivo formar una “ciudadanía modelo” mediante la presión constante de un sistema de cámaras equipadas con inteligencia artificial. Estos dispositivos no solo monitorean los movimientos en lugares públicos, sino que también se extienden al interior de los hogares, asegurando que ningún rincón escape a la observación del Estado.
Shanghái: El Epicentro de la Vigilancia
Shanghái, y en particular el distrito de Pudong, se ha convertido en el núcleo de esta red de monitoreo. Este distrito, conocido por ser el centro financiero de China, alberga alrededor de 290,000 cámaras de las 700,000 distribuidas a nivel nacional. Las cámaras están omnipresentes, cubriendo avenidas, carreteras, estaciones de tren, cruces peatonales e incluso edificios residenciales, según informa La Tercera.
El Búnker de Monitoreo: City Brain
El epicentro del procesamiento de imágenes del gobierno chino se encuentra en el City Brain, una plataforma que coordina más de 1,000 señales de tráfico, GPS de automóviles, datos de cámaras de aeropuertos, calles y parques. Estos datos son procesados por supercomputadoras mediante algoritmos y se envían en tiempo real a los sistemas de la ciudad.
El City Brain actúa como el “cerebro” del sistema, recopilando datos para la administración y gestión de bienes públicos. Estos datos son utilizados para recompensar o castigar a los ciudadanos, según su adherencia al modelo de “ciudadanía modelo” que el régimen de Xi Jinping busca imponer.
Control Conductual: Un Videojuego de la Vida Real
La obsesión por el control del comportamiento en China va más allá de las cámaras. El régimen ha instalado sensores en las puertas de los apartamentos para detectar incumplimientos de restricciones impuestas por el Estado. Este control se implementa junto con un “sistema de crédito social” que otorga recompensas o castigos basados en el comportamiento de cada individuo en la plataforma de vigilancia digital.
El Tribunal Popular Supremo respalda estas sanciones, emitiendo fallos que pueden dirigirse a individuos, grupos o empresas. Las identidades de los sancionados se exponen públicamente, lo que les impide obtener préstamos bancarios, viajar en avión o reservar hoteles. Los datos recopilados se analizan y graban en el perfil digital de cada persona, acumulando o perdiendo puntos según su comportamiento, similar a un videojuego donde cada día representa una nueva oportunidad para subir o bajar de nivel.
Los Intereses Oscuros Detrás del Sistema
Un “ciudadano modelo” en China puede tener un perfil con 800 puntos, mientras que un “ciudadano bajo” no supera los 350. Los nombres de los ciudadanos de bajo puntaje se publican en pantallas LED gigantes por las ciudades, junto con los motivos de su denuncia pública. Esta exposición pública incluye la reproducción de mensajes telefónicos cada vez que el sancionado recibe una llamada, obligándolo a publicar disculpas en redes sociales.
El uso de estas cámaras de inteligencia artificial también está vinculado a la persecución de disidentes y la manipulación de la opinión pública mediante propaganda y censura selectiva. Además, este sistema podría facilitar el desarrollo de un “comandante” capaz de dirigir las acciones del Ejército Popular de Liberación (EPL), controlado por el Partido Comunista Chino (PCCh).
Recompensas para los Obedientes
Aquellos que acatan las normas y “moldean” su comportamiento social según las expectativas del régimen reciben varias facilidades. Estas incluyen la reserva prioritaria de instalaciones deportivas municipales, descuentos en estacionamientos y un servicio prioritario en salas de emergencia.
En conclusión, el régimen de Xi Jinping ha tejido una red de vigilancia omnipresente y sofisticada que busca controlar cada aspecto de la vida de los ciudadanos chinos. Este sistema de control, sostenido por tecnología avanzada y sanciones estrictas, refleja una inquietante realidad de supervisión constante en la China moderna.
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