Italia ha prohibido la gestación subrogada internacional, con sanciones severas para quienes participen en este proceso. La ley, impulsada por Giorgia Meloni, busca proteger a las mujeres y niños de la explotación y la mercantilización de la vida humana.
Italia ha dado un paso decisivo en la protección de la maternidad y los derechos de los menores al prohibir la gestación subrogada internacional. Esta nueva ley, promovida por la primera ministra Giorgia Meloni, extiende la prohibición de la maternidad subrogada a nivel internacional, haciendo ilegal que los ciudadanos italianos recurran a mujeres en otros países para que gesten hijos que luego serán legalmente transferidos a ellos. La medida busca poner fin a lo que muchos ven como la explotación de las mujeres y la mercantilización de los niños.
La nueva normativa italiana contempla severas penas para aquellos que faciliten o se involucren en estos procesos, incluyendo sanciones tanto para los padres adoptivos como para los profesionales médicos que lo faciliten en el extranjero. Con 84 votos a favor y 58 en contra, el Senado italiano aprobó esta ley, la cual representa una de las legislaciones más estrictas de su tipo a nivel mundial. Los defensores de la ley argumentan que esta es una medida fundamental para proteger los derechos de las mujeres y los menores, quienes pueden verse inmersos en situaciones de abuso y explotación.
El trasfondo de esta ley no solo se enfoca en la defensa de los derechos reproductivos, sino que también busca evitar el tráfico de menores y el uso de la gestación subrogada como medio para fines delictivos, como se ha documentado en casos alarmantes. Se ha descubierto que homosexuales intentaban comprar niños a través de gestación subrogada para abusar de ellos. Un ejemplo reciente es el arresto de un veterinario estadounidense en marzo, quien había utilizado la gestación subrogada con fines de abuso infantil.
La gestación subrogada: un debate en Europa
Italia se suma a una creciente lista de países en Europa que han adoptado políticas firmes contra la gestación subrogada. Países como España, Francia, Alemania y Suecia ya prohíben esta práctica a nivel nacional, y el Parlamento Europeo ha sido contundente en su condena a la gestación subrogada, calificándola como una violación a la dignidad humana. En abril, el Parlamento Europeo incluso votó para clasificar la explotación de la gestación subrogada como una forma de trata de personas, lo que subraya la preocupación generalizada sobre los riesgos que conlleva este procedimiento.
Entre los principales argumentos de los opositores a la gestación subrogada están los efectos negativos tanto para la madre gestante como para el niño, los riesgos médicos inherentes a los procedimientos de fertilización in vitro, y la explotación de mujeres, en su mayoría de bajos recursos económicos. Jennifer Roback Morse, economista y escritora, ha advertido sobre los peligros de crear un “mercado de seres humanos” donde el derecho a tener un hijo se convierte en un producto que puede ser adquirido.
Desafíos en la implementación y la protección de los menores
A pesar del firme compromiso del gobierno italiano, la implementación de la ley enfrenta desafíos importantes. Entre ellos, las dificultades legales para acceder a los registros médicos de otros países y demostrar la participación de ciudadanos italianos en la gestación subrogada internacional. Además, existe una preocupación creciente sobre la compra de niños por parte de pedófilos y hombres solteros de mayor edad, lo que ha generado críticas sobre la falta de controles y verificaciones más rigurosas en algunos países donde esta práctica es legal.
Jacopo Coghe, portavoz de Pro Vita & Famiglia, ha enfatizado que la gestación subrogada crea un mercado de niños que debe ser erradicado, independientemente de quién esté involucrado. “Es una práctica bárbara”, declaró Coghe, reflejando el sentir de muchos defensores de la familia en Italia que apoyan firmemente la nueva ley.
Con esta legislación, Italia busca no solo proteger a las mujeres y a los menores, sino también enviar un mensaje claro a la comunidad internacional: la vida humana no puede ser tratada como una mercancía y la maternidad es un valor fundamental que debe ser respetado.
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