Descubre la fascinante y controvertida historia de Yao Ming, el gigante del baloncesto chino. Desde teorías sobre un experimento gubernamental hasta su éxito en la NBA, esta es la verdad detrás de su ascenso y legado.
En 2002, Yao Ming hizo historia al convertirse en el primer jugador chino en ser seleccionado como la primera elección en el Draft de la NBA, revolucionando el mundo del deporte. Con sus imponentes 2,29 metros de estatura y un talento evidente, el espigado pívot de Shanghái fue rápidamente reconocido como uno de los grandes nombres del baloncesto mundial. Sin embargo, detrás de su exitosa carrera en la NBA, se esconden detalles de su infancia que han alimentado controversias y teorías sobre su origen.
Los inicios de un prodigio deportivo
Yao Ming nació en una familia profundamente ligada al baloncesto. Su madre, Fang Fengdi, fue capitana de la Selección Nacional China, y su padre, Yao Zhiyuan, también había jugado profesionalmente. Esta combinación de genes “perfectos” llamó la atención de las autoridades deportivas chinas, quienes, según el periodista Brook Larmer en su libro Operación Yao Ming, habrían influido en el destino del jugador desde su nacimiento.
Larmer sugiere que la pareja fue presionada por el régimen chino para concebir un hijo, con la esperanza de crear una futura estrella del deporte. Al nacer, Yao pesaba 5 kilos y medía 61 centímetros, características que presagiaban que el plan del gobierno estaba funcionando. Desde una edad temprana, a Yao se le inculcó el baloncesto, aunque él prefería otras actividades como la lectura y el waterpolo. Sin embargo, las presiones del régimen chino fueron inevitables, y la familia se vio obligada a seguir el camino del deporte profesional.
Presiones del régimen y sacrificios personales
A los ocho años, Yao Ming ya medía 1,70 metros y entrenaba baloncesto hasta 10 horas al día. Además de sus prácticas deportivas, también era sometido a sesiones de adoctrinamiento político, una práctica común en ese momento, donde los niños eran expuestos a consignas patrióticas y discursos pro-China. A los 11 años, Yao pasó por uno de los momentos más difíciles de su vida, sintiéndose forzado a jugar un deporte que no disfrutaba. “Al principio, sentía que me forzaban a jugar”, confesó años más tarde a Brook Larmer.
Su madre, Fang Fengdi, intentó aliviar la carga de su hijo sacándolo temporalmente de la escuela preparatoria de baloncesto en Shanghái, pero el gobierno no permitiría que una futura estrella se alejara de las canchas. Con la mirada de las autoridades deportivas del ejército chino sobre él, Yao se vio obligado a retomar su riguroso entrenamiento, que incluía correr varios kilómetros y realizar cientos de tiros al amanecer.
El Instituto de Ciencias Deportivas y el misterio de su crecimiento
Con su destino sellado en el baloncesto, Yao Ming pasó gran parte de su adolescencia en el Instituto de Investigaciones de Ciencia Deportiva de Shanghái, donde fue sometido a rigurosos exámenes físicos para monitorear y maximizar su crecimiento. Según el libro Operación Yao Ming, se le realizaron pruebas óseas, exámenes de pubertad y estudios hormonales para proyectar su estatura futura. Además, consumía estimulantes que se combinaban con remedios herbales chinos para contrarrestar los efectos secundarios en su hígado y riñones.
Un aspecto que Larmer no pudo comprobar completamente, pero que ha sido objeto de especulación, es el uso de hormonas en el desarrollo de Yao. El investigador Wei Guoping, responsable del monitoreo de su crecimiento, evitó profundizar en el tema, limitándose a mencionar que los tratamientos involucraban extractos herbales. Estas prácticas, junto con la prohibición de elongar sus piernas y el énfasis en el descanso, tenían un solo objetivo: hacer de Yao el “súper atleta” que China había soñado.
De experimento a ícono global
A pesar de las teorías que rodean su infancia y desarrollo, Yao Ming demostró que su éxito no se limitaba a un experimento. En sus ocho años en la NBA, el pívot de los Houston Rockets no solo destacó por su habilidad en la cancha, sino también por su capacidad para convertirse en un puente entre dos mundos: el comunismo chino y el capitalismo estadounidense.
Con más de 50 millones de dólares en patrocinios y la capacidad de generar relaciones comerciales entre ambos países, Yao se consolidó como una de las figuras más importantes del deporte a nivel global. Su retiro en 2011 de la carrera en la NBA antes de lo que muchos esperaban se presentó tras verse afectado por lesiones crónicas en los pies y tobillos, sin embargo, sigue siendo un referente tanto en el baloncesto como en el activismo, especialmente en la lucha por la protección de los animales.
El legado de Yao Ming
Hoy en día, Yao Ming es recordado como mucho más que un jugador de baloncesto. Su carrera marcó un antes y un después en la representación de atletas asiáticos en el deporte internacional, y su historia personal sigue siendo objeto de análisis. Aunque nunca se confirmó que fuera producto de un experimento de manipulación genética, su ascenso al estrellato fue resultado de años de sacrificios personales y presiones externas.
En retrospectiva, Yao fue un fenómeno deportivo que trascendió fronteras y culturas, consolidándose como uno de los atletas más influyentes del siglo XXI.
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