El abuso sexual contra un menor causa heridas tan profundas que difícilmente se cierran en una vida, tal como lo evidencia el escándalo más sonado de pederastia, denunciado por Natalia Restrepo en Colombia.
A pesar de que su martirio la doblega todavía transcurridos 18 años de las violaciones de las que fue víctima, en el fondo éste reaparece cada día de su vida, que ahora alcanza los 32.
La diferencia es que finalmente acopió la valentía necesaria para hacer público otro de los numerosos escándalos de abuso sexual contra menores.
El criminal abuso
Con tan solo 14 años, Natalia cumplía con el sueño que la enamoraba desde años atrás, el de servir como monaguilla a su Dios en el altar de la iglesia de la parroquia Santa Gertrudis en el municipio de Envigado, Antioquia, Colombia.
Se soñaba ataviada con la túnica blanca con la que se vestían los niños y jóvenes que ayudaban en el altar, por lo que con el permiso de su abuela inició el servicio a los 12 años. Además, aplicaba muchas horas como participante de los grupos de infancia misionera.
Su buen desempeño la convirtió en la favorita de uno de los sacerdotes, quien la llevaba en su vehículo para que le auxiliara en los ministerios que administraba a domicilio, luego de los cuales la llevaba hasta su casa.
Pero pronto la ruta cambió hasta un motel, en donde trató de desnudarla, tras ingerir mucho alcohol, tal como reporta BBC el 6 de julio.
A pesar de toda la resistencia que interpuso Natalia, fue incapaz de detener al hombre. Fue muy doloroso relato de cuando era niña.
El miedo a denunciar
Entre las abundantes lágrimas que derramó, Natalia, se debatía envuelta en los prejuicios propios de su cultura, aunque también la aguijoneaba el odio que sentía ya por el cura, quien le repetía una y otra vez que ya era suya, que siempre lo sería.
Normalmente, sus quejas se chocaban contra el martillante argumento: “¿Quién me iba a creer que aquel hombre respetado en Envigado me había hecho algo tan terrible?”.
“…me violó y me obligó a abortar”
Todo cambió cuando no le llegó la menstruación a Natalia. Angustiada le comentó a una señora de toda su confianza, pero no obtuvo mayor ayuda. La prueba salió positiva.
En cambio, su violador sí supo qué hacer, tras asegurarle que no permitiría que le dañara ‘su carrera’. La llevó a varios lugares con al aparente propósito de provocarle un aborto. Al final la obligó a tomar pastillas, sin decirle cuál era el objetivo.
Tuvo dolores insoportables que la obligaron a asistir a una clínica, donde le hicieron un legrado y limpieza de residuos.
La curia tomó nota y no hizo nada
Años después, Natalia hizo acopio de valor y denunció el caso de abuso sexual contra menores, el sacerdote que la atendió tomó notas en un libro y tras instarla a perdonar le expresó: “que ellos son hombres y que también cometen errores”.
Natalia denunció decididamente esta violación ante las autoridades colombianas, quienes tras mucho insistir le anunciaron que ya su caso había prescrito tras los 18 años de antigüedad. Le enojó que su violador siguiera ejerciendo su ‘sacerdocio’ envuelto en la impunidad.
Las violaciones y el abuso sexual contra menores son muy frecuentes en la iglesia católica, miles de casos se han repetido alrededor del mundo. Desafortunadamente, individuos como este cura han ingresado a la fila de los sacerdotes católicos, haciendo gran daño a la institución religiosa y a la fe de quienes creen en las rectas enseñanzas de Jesucristo.
Así mismo, la deshonestidad de algunas directivas de la iglesia tapan estos delitos sin tener en cuenta lo que pierden, en vez de poner la cara y denunciar ellos mismos estos atropellos para depurar la iglesia.
En algunos países las víctimas fueron indemnizadas económicamente, mientras que en otros las heridas siguen abiertas como ocurre con las de Natalia Restrepo.
Escrito por José Hermosa para VCS Radio.net.
Imagen de portada: (Toma de YouTube/DW Español).
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