10 minutos de lectura. Un conmovedor cuento sobre el día de la madre con un memorable mensaje.
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Kattor era un pequeño tigre, muy hermoso, de piel suave y rayada y ojos brillantes. Vivía con su madre en una cueva, y le encantaba saltar entre las ramas y juguetear con las hojas caídas de los árboles. Cada noche, preguntaba a su madre:
¿Verdad que soy un tigre grande y fuerte?
Y su madre, le respondía:
Sí, Kattor, eres un pequeño tigre muy fuerte.
Y aplastaba con dulzura las hojas de su cama para que pudiera dormir más a gusto.
Poco a poco, su madre comenzó a dejarle salir más tiempo fuera de la cueva. Kattor se dio cuenta de que cada vez se sentía más fuerte y poderoso. Podía rasgar las hojas de un solo zarpazo e incluso, arañar la corteza de los troncos.
El pequeño tigre creció y se convirtió en un apuesto y joven tigre, preparado para aprender a cazar. Su madre le enseñó el arte de la caza y un día regresó a la cueva con su primera presa. Esa noche, volvió a preguntar a su madre:
Mamá, ¿verdad que soy un tigre grande y muy fuerte?
Y ella respondió:
Sí, hijo, eres un tigre joven muy fuerte.
Conquistaré el planeta para ti- le dijo a su madre.
Kattor se sentía el amo del mundo. Era fuerte, poderoso. Los animales pequeños salían corriendo en cuanto le veían. Muchos, chillaban asustados. Solo tenía que rugir para que hasta los árboles se estremecieran.
Pero un día, el cielo se oscureció. Asustado, se metió en la cueva y preguntó a su madre:
Mamá, ¿qué pasa, porque no hay luz?
Es una tormenta, hijo- respondió su madre.
¿Y es fuerte esa tormenta?
Sí que lo es, sí…
Pues la conquistaré para ti- dijo él.
Y Kattor salió de la cueva. El viento comenzó a azotarlo con fuerza y la lluvia se metía en sus ojos. El joven tigre estaba muy enfadado y gruñía sin parar, lanzando inútiles zarpazos al aire. Pero la tormenta no se asustaba y su viento soplaba cada vez más fuerte.
Kattor estaba agotado, pero permaneció ante ella desafiante. Y de pronto, la lluvia cesó y empezó a salir el sol.
Kattor regresó a la cueva muy contento:
¡Mamá! ¡He vencido a la tormenta!
Su madre solo le dijo:
Hijo, haz solo lo que deben de hacer los tigres y serás feliz.
Al día siguiente, Kattor se topó con una montaña. Nunca había visto nada igual.
¡Aparta, que me molestas! – le dijo el tigre a la montaña.
Pero ella no contestó, ni se movió. Así que el tigre comenzó a arañarla, pero se hacía daño. Aun así, siguió y siguió, hasta que no pido más de puro agotamiento. El sol comenzaba a ocultarse, así que le dijo: Está bien, te venceré. Mañana regresaré y seguiremos luchando.
Esa noche, le contó a su madre que quería conquistar para ella un trozo grandísimo de roca. Y volvió a preguntar:
Mamá, ¿a que soy un tigre grande y muy fuerte?
Y ella respondió:
Sí, hijo, eres un tigre joven muy fuerte.
Al día siguiente, Kattor buscó la montaña, pero como se guió por el sol, se fue sin querer en la dirección contraria. Al no encontrar la montaña, pensó:
¡Lo sabía! ¡La vencí! ¡Soy el tigre más poderoso del mundo! ¡Conquisté la montaña para mi madre!
Y andando un poco más, se encontró con el mar. Nunca había visto algo así. ¡Tanta agua junto! Pero… ¿qué hacía? ¿Por qué le rugía de esa forma e intentaba acercarse hasta él?
¿Te crees más fuerte que yo? – preguntó Kattor desafiante.
Y comenzó a intentar arañar al mar con sus poderosas zarpas. Gruñía, se lanzaba contra la espuma del mar. Pero el agua le golpeaba con fuerza, se metía en sus ojos, le mojaba por completo. Y a él no le gustaba nada estar mojado.
Después de un rato de infructuosa pelea, se retiró, muy enfadado, pero según se alejaba, al darse la vuelta, vio que el agua se había retirado un poco de la orilla. Él no conocía el significado de la marea y pensó que había vencido al mar.
¡Lo sabía! ¡Te vencí!
Y muy orgulloso, esa noche le dijo a su madre:
Mamá, he conquistado para ti la mayor extensión de agua que habrás visto jamás. Al principio se resistía, pero luego se retiró. ¿Ves cómo soy el tigre más grande y fuerte? ¡Todos me temen!
Y su madre contestó:
Hijo, eres un tigre joven muy fuerte, pero haz sólo lo que deben hacer los tigres para ser feliz. Mañana saldré contigo.
Y Kattor, sin entender muy bien, se durmió.
Al día siguiente, el joven tigre salió con su madre. Ella le llevó hasta el lugar en donde estaba la montaña. El joven tigre se desilusionó mucho al verla.
Pero… la había vencido…
Esto, Kattor- dijo su madre- es una montaña.
Subieron la montaña y el viento comenzó a soplar con fuerza. Al joven tigre le molestaba mucho.
Esto- dijo entonces su madre- es el viento.
Después, su madre lo guió hasta el lugar en donde estaba el mar. De nuevo estaba crecido y Kattor se sonrojó.
Esto, hijo, es el mar- le dijo su madre.
Los dos regresaron ya por la tarde a la cueva.
¿Verdad que soy un tigre grande y fuerte? – preguntó de nuevo Kattor.
Sí, hijo, eres un tigre grande y fuerte, pero hace falta algo más para vencer al viento, mover una montaña o ganar la batalla al mar.
Y Kattor cerró los ojos mientras pensó en aquella frase de su madre:
Haz solo todo lo que deben hacer los tigres y serás feliz.
En ‘La historia de Kattor’, el pequeño tigre quería ser el más poderoso: tener la fuerza del viento, el poder de la montaña o la bravura del mar. Quería ser como todos ellos sin darse cuenta de que debía ser un tigre, sin más, y hacer las cosas que hacen los tigres. Querer ser quienes nunca podremos ser solo nos llena de frustración.
En ‘La historia de Kattor’, el pequeño tigre quería ser el más poderoso realizando acciones inalcanzables como: tener la fuerza del viento, el poder de la montaña o la bravura del mar. Hay que tener sueños posibles de realizar, con esfuerzo, disciplina, responsabilidad , humildad y así será posible el fortalecimiento de las capacidades y habilidades de cada uno y se podrán tener los logros satisfactorios y exitosos que deseemos.
Publicado en: tucuentofavorito.com
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