El pasado 19 de noviembre se celebró el Día Internacional del Hombre, y algunos hombres se sorprendieron que existiera un día en su honor, porque no hubo bombos ni platillos.
La verdad es que este memorable día fue establecido en 1999 como una iniciativa para visualizar y tratar mejor las dificultades que enfrenta la población masculina, tales como accidentes y muertes laborales, suicidios, discapacidades, etc, y fue asumido por organismos multilaterales como la ONU, la OMS, la OPS, pero dentro de ellos existe un evidente sesgo discriminativo.
Un ejemplo de discriminación en la ONU es que mientras que para la mujer tiene una oficina exclusiva, para los hombres ni siquiera destina suficiente presupuesto para tratar sus necesidades, como si los hombres no representaran casi la mitad de la población mundial. También, a favor de las mujeres realiza campañas, como la de 2017, llamada ONU Mujeres, donde se difundió que el 19 % de los periodistas asesinados eran mujeres, pero ni siquiera se mencionó al 81 % que obviamente son hombres. Por otro lado, pese a que más del 90% de las muertes en combate son de varones, en general esto no es afrontado como algo importante.
Por otro lado, vemos que en el afán de proteger a las mujeres víctimas de violencia, la justicia ha causado una discriminación legal a los hombres, pues no se les permite a este acceder a ayudas de protección y atención pues estas son destinadas únicamente para mujeres, especialmente en Colombia, donde se protege aún menos a los hombres víctimas de violencia de género e intrafamiliar.
La legislación actual legitima un nuevo maltrato al interior de la pareja, pues como siempre se presume al varón como culpable, los mismos hombres no denuncian la agresión de sus parejas o violencia de género, y además temen ser objeto de burlas y que se desmerite su denuncia por ser varón.
También se ha excluido al padre de la custodia de sus hijos. En el pasado, en nuestros países, la jurisprudencia otorgaba la tutela de los hijos al padre. Es decir, que éste tenía tanto el derecho como la obligación de mantener y cuidar a los niños. Ahora hay una gran desigualdad, pues la mayoría de las veces se le otorga la custodia a la madre y el deber al padre. Por eso en el caso de divorcio, el padre debe pagar para poder ver a sus hijos, y para la madre es suficiente con haberlos parido. No existen requisitos para las madres.
Un factor que ha incidido considerablemente en la discriminación masculina es el feminismo que con presiones y victimización de la mujer ha logrado que las leyes conviertan al varón en un ciudadano de segunda categoría, que hasta su muerte tiene un valor distinto ante la justicia. Es así que existe el delito de “feminicidio” y no de “hombricidio”, porque no es lo mismo que un hombre mate a una mujer que si una mujer mata a un hombre pues no se categoriza de acuerdo a los actos sino a los sexos.
El feminismo también ha logrado la degradación de la imagen masculina. Su lucha incansable ha conseguido intimidar y anular la voz del hombre, introduciendo sentimientos de culpabilidad e impotencia para defenderse porque utilizan el mazo de la mujer como víctima histórica. Este logro ha producido jugosos dividendos a las organizaciones feministas. Cientos de estas asociaciones recogen enormes sumas de dineros estatales, siendo una de las industrias más lucrativas del momento.
Por otro lado, y como si fuera poco, está la fuerza del socialismo que promueve la ideología de género y el feminismo, porque la llamada ‘lucha de clases’ del marxismo se reinstaló en la guerra de sexos, dejando como evidente perdedor al sexo masculino.
Pero, lo más grave del asunto es la actitud patética de gran mayoría de hombres que se menosprecian a sí mismos y ceden su lugar voluntariamente a favor de la supuesta igualdad de géneros. Marchan y gritan en contra del patriarcado y asumen una actitud sumisa ante la violencia de las feministas. ¿Dónde están nuestros hombres?
Ya es hora de que los hombres se ‘empoderen’, no para ir en contra de las mujeres y vulnerar sus derechos, sino para recuperar su natural dignidad, porque si seguimos así, lo único que faltaría es la convocatoria de salir a matar hombres, todo en nombre de la igualdad.
Es la familia, especialmente la madre, la responsable de enseñar a sus hijos el orgullo de ser varones y el valor de la hombría que durante la historia trajo gloria y prosperidad a la sociedad y carearon grandes civilizaciones por su desbordante valentía.
Escrito por VCSradio