Tiempo aproximado de lectura 5 minutos. El fantasma no se ve pero está en todas partes y por donde pasa hay destrucción.
Para nadie es un secreto que el socialismo ha penetrado todas las esferas de la sociedad en el planeta.
Cuando la revolución bolchevique se instauró en Rusia, en 1917, se inició una avanzada de las ideas comunistas por todo el mundo. Claro está que estas ideas ya estaban sembradas desde la época de Karl Marx y Friedrich Engels; pero esa fecha marcó el inicio de la implantación del comunismo como sistema de gobierno.
Después de Rusia, vino la subida al poder del Partido Comunista Chino, PCCh, en 1949. Luego vendrían los conflictos en Indochina y la revolución cubana. Todos ellos, a través de revoluciones violentas, dejaron millones de muertos, purgas constantes, hambrunas y, finalmente, la implantación de sistemas dictatoriales que suprimían a quien se atreviera a pensar por su propia cuenta.
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Sin embargo, las confrontaciones con Estados Unidos y otros países democráticos frenaron el avance de esta ola revolucionaria durante el período de la guerra fría. Pero ese no era el único método previsto por el movimiento comunista para expandirse por el mundo.
En el Manifiesto Comunista, publicado en Londres en 1848, Marx y Engels anuncian:
“Un espectro recorre Europa: el espectro del comunismo”.
Como espectro o fantasma, su sombra no se ha disipado, sino que con el tiempo ha extendido su hálito por todo el planeta.
Es así como, desde el surgimiento de la escuela de Francfort, se comenzó a asentar una visión marxista enfocada en Europa y América del Norte.
Aprovechando la esperanza de las nuevas generaciones por un mundo más equitativo, el pensamiento comunista, que luego se llamó socialista y ahora progresista, ha ido permeando todos los estamentos sociales. Pacientemente, se infiltró en las escuelas y en las universidades, a través de maestros previamente adoctrinados, los cuales escriben libros que se convierten en manuales de texto, y los promueven como ejemplos a seguir.
Igualmente saturó la cultura, desde el cine en Hollywood hasta la música moderna, literatura y cualquier medio que llega al gran público. De esta forma, casi sin percibirlo, las nuevas generaciones han ido aceptando ideas que antes parecían completamente inaceptables.
Para lograr todo esto, el progresismo, se adueñó de movimientos como el LGBT, el feminismo radical, el ecologismo, el abortismo, el antirracismo, etc. De este modo trajo a sus filas a muchas personas que se sentían marginadas, y de paso comenzó a implantar en la sociedad la aceptación de ideas destructivas para la moral, incluyendo el ateísmo y enseñó a ver a las religiones como ideas supersticiosas y obsoletas.
En la actualidad, el PCCh es el elemento comunista más activo en el mundo, aunque su accionar ha cambiado de táctica, haciéndose más efectivo para su penetración. Al practicar un comercio tipo capitalista, ha convertido a China en un país poderoso, lavando de paso su imagen, con una apariencia de libertad, aunque su pueblo aún sigue sometido a la misma represión ideológica de hace 60 años.
Por otro lado, para expandir su propaganda partidaria, se vale de los Institutos Confucio anexándolos a las universidades más prestigiosas de occidente, donde descaradamente deja su semilla, con la aceptación de gobiernos y académicos incautos.
Finalmente, ejerce su influencia económica para manipular los organismos internacionales y comprar las conciencias de los grandes medios de comunicación.
Con todo lo anterior, podemos decir que, a estas alturas, el espectro ya tiene preparado su coctel. Solo falta agitar un poco y ya estaremos a punto de ver el resultado final: la toma del hemisferio por parte de esta ideología.
Entonces, ¿cómo se manifiesta la agitación de este coctel comunista en América?
Dicha agitación ya comenzó. Lo vimos en 2019 con los desórdenes en diferentes países, afectando principalmente a Chile, con la imposición de una nueva constitución. Esto, orquestado desde Cuba y Venezuela, que actúan como líderes regionales de estas acciones. En 2020 en Estados Unidos, a raíz de la muerte de George Floyd y las protestas que siguieron, vimos a BLM y a Antifa; estos dos movimientos radicales de izquierda, lideraron la violencia en muchas ciudades.
En este momento, también Colombia vive una escalada de violencia, en medio de unas protestas interminables que han contribuido a destruir lo poco que la pandemia dejó de la economía. Como es sabido, Colombia ha vivido una confrontación ideológica con Venezuela desde que el Chavismo tomó el poder en este país. Por esta razón, y porque Colombia es de los pocos países latinoamericanos que no ha caído en poder de gobiernos progresistas, se convirtió en un objetivo estratégico.
A pesar de violencia guerrillera desde hace más de cincuenta años, Colombia ha logrado mantener una democracia que, aunque con muchos defectos, le ha permitido ser el país más estable de la región. Pero el espectro comunista de Marx, llamado por estos lados “brisa bolivariana”, parece dispuesto a devorar a Colombia, al igual que a toda Latinoamérica.
Por esta razón es importante que todos abramos los ojos. Es cierto que en nuestros países se requieren cambios profundos. Pero eso no significa que debamos lanzarnos al abismo donde tantos otros países han caído, con sus consiguientes consecuencias de hambre, desplazamientos masivos y muerte, de donde ninguno de ellos ha salido bien librado.
Editorial VCSradio.net
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