¿Te imaginas conversar con un ser querido fallecido? Los “thanabots” o “bots fantasmas” son una realidad que genera controversia.
En la intersección entre la tanatología y la inteligencia artificial surge un fenómeno intrigante conocido como “bots fantasmas” o “thanabots”. Este término, derivado del estudio científico de la muerte, plantea cuestiones éticas y psicológicas a medida que la tecnología avanza y busca abordar las necesidades de aquellos que han perdido a seres queridos.
En China, empresas como Super Brain ofrecen la posibilidad de recrear virtualmente a personas fallecidas, utilizando inteligencia artificial para replicar sus voces, personalidades y gestos. Los precios oscilan entre 5000 y 10000 yuanes (casi 700 dólares) hasta los 10000 yuanes (cerca de 1400 dólares), como menciona el portal SCMP, y aunque esta práctica no se ha masificado, ya ha atendido a cientos de familias. Un ejemplo impactante es el de un matrimonio que buscó “revivir” a su hijo fallecido mientras estudiaba en el extranjero.
A pesar de ofrecer consuelo inicial, estos “thanabots” plantean dilemas sobre la dependencia tecnológica y el proceso de duelo. Se plantea la posibilidad de que el uso constante de estas representaciones virtuales pueda generar adicción, llevando a la deificación de los seres queridos fallecidos. El profesor asociado de la Universidad de Colorado, Jed Brubaker, incluso sugiere la posibilidad de que surjan nuevos movimientos religiosos en torno a estos “bots fantasmas”, desafiando los límites de la fe y la moralidad.
El potencial impacto psicológico y moral de estos “thanabots” se explora en el documental “Eternal You”, presentado en el Festival de Cine de Sundance. El relato de Christi Angel, quien utiliza un chatbot de inteligencia artificial para comunicarse con su pareja fallecida, revela las peligrosas fallas detrás de esta tecnología, planteando preguntas sobre la inmersión de la inteligencia artificial en el “más allá”.
En este contexto, se evidencia que la realidad supera a la ciencia ficción, y la sociedad se enfrenta a un desarrollo tecnológico que trasciende los límites conocidos hasta ahora. Ante este panorama, surge la necesidad de establecer directrices éticas y religiosas que regulen el uso de los “bots fantasmas”, antes de que esta innovación alcance una mayor difusión y transforme la manera en que enfrentamos la pérdida y la memoria.
Le puede interesar: