La iglesia de la Asunción y la de San Francisco de Borja, en Santiago de Chile, fueron quemadas por manifestantes que celebraban un año de protestas, ayer 18 de octubre.
Enmascarados se dirigieron al centro de Santiago, cerca de la Plaza Italia, donde se ubican los dos recintos religiosos y les prendieron fuego, mientras muchos otros realizaban saqueos. Comenzaron con la Iglesia San Francisco de Borja, lugar importante para el cuerpo policial de Carabineros, pues allí celebran sus ceremonias institucionales. Luego siguieron con la iglesia de la Asunción, una reliquia de 150 años de antigüedad.
La sociedad chilena en general y los jerarcas de la iglesia en particular, están indignados y tristes.
“Basta de violencia. No justifiquemos lo injustificable”, llamó el arzobispo de Santiago Celestino Aós.
La prensa local reporta que cuando bomberos y rescatistas trataron de hacer algo por evitar el colapso del templo de la Asunción, docenas de vándalos gritaban, “Que caiga, que caiga”, “¡Chile despertó!”, mientras en la calle las imágenes sagradas ardían.
El ministro del Interior, Víctor Pérez, calificó los ataques a los templos como “una expresión de brutalidad”, en declaraciones dadas en la noche, desde el palacio de gobierno de La Moneda, y afirmó que saben que los grupos violentos van a seguir produciendo “daños y perjuicios”.
Estos ataques se realizaron una semana antes de que los chilenos decidan en un plebiscito si quieren reemplazar la actual Constitución o no.
A pesar de que todas estas manifestaciones expresan un inconformismo legítimo contra el gobierno, es claro que la izquierda está aprovechando el momento para desestabilizar al país de mayor avance económico del continente e imponer su agenda ateísta en toda la región.
Detrás de todas estas manifestaciones violentas que buscan promover una Constitución socialista, hay incitadores de los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, que aparte de dejar más de 20 personas muertas, ha costado cerca de 4,5 millones de dólares en pérdidas.
La injerencia de estados extranjeros fue demostrada por la empresa de informática chilena ConnetaLabs AI, al exponer que 2000 cuentas de Twitter influenciaron las protestas en Chile desde Venezuela, incluyendo una cuenta del propio Nicolás Maduro, y otras de medios como Telesur.
Redacción VCSradio