9 minutos de lectura. Tamerlán es considerado uno de los conquistadores más implacables de la historia. Pero a su vez fue un restaurador de la cultura de Mongolia.
Amir Timur, conocido como Tamerlán quien vivió entre 1336 y 1405, fue el último gran líder nómada del siglo XIV. Fue reconocido como uno de los guerreros tártaros más célebres del mundo. Sus conquistas abarcaron Asia central, Oriente próximo, el Cáucaso, Persia y la India.
Fiel seguidor de las proezas del Gran Gengis Kan, alcanzó un lugar protagónico durante la Edad Media. Temido por su implacable anhelo de dominio territorial, reconocido por ser el mecenas de las artes y por restaurar la hermosa ciudad de Samarcanda.
Tamerlán, apodo que en persa significa “Timur el cojo”, se deriva de su nombre verdadero Timur, “hombre de hierro”, y Lang, “cojo”.
Según cuenta la leyenda, siendo joven, participaba en los enfrentamientos dados entre las tribus nómadas y sedentarias. En una de estas contiendas recibió varias heridas que lo dejaron cojo de por vida, de allí su apodo.
Trayectoria
Originario de Kesh, región de Transoxiana, en Asia Central, nació en el seno de una familia militar.
Su padre, el Emir Tharaghay, pertenecía a la tribu turco-mongola de los Barlas. Era vasallo de la dinastía Chagatai y descendiente de Gengis Kan.
En su juventud, se dedicó a transportar y cuidar ovejas, pero muy pronto se inició en las prácticas marciales y se fijó la meta de conquistar y formar un imperio en el continente euroasiático.
Por sus propios medios logró convertirse en una persona culta. Hablaba varias lenguas y se interesaba por los temas militar, político y religioso. Además, se interesaba por el conocimiento de la medicina, la astronomía y la historia.
A sus 16 años ingresó al servicio del emir Kazghan, gobernador de Transoxiana. Posteriormente, se casó con una princesa de la dinastía Chagatai, con lo que adquirió el título de “yerno real”. Siguió con su objetivo de adquirir poder y al poco tiempo se convirtió en un reconocido líder militar.
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Campañas de conquista
A grosso modo, en 1370, tras la expulsión de los mongoles y sus rivales, los turcos, fue proclamado Emir de la región de Transoxiana. Esto lo que lo impulsó a continuar en su empeño de conquista imperial, sometiendo a Persia y parte de Asia Menor.
Entre 1376 y 1395, desarrolló una serie de campañas, las cuales lo llevaron a vencer la Horda Blanca de Siberia Occidental, derrotar al Kan de la Horda de Oro y finalmente, en 1398 dominó la India con la destrucción de Delhi.
En 1399 emprendió la contienda denominada “campaña de los siete años”, en la que subyugó a Georgia y derrotó a Bagdad. Así mismo, Siria sucumbió ante su espada implacable y finalmente, arrasó a Damasco.
La Batalla de Ankara
En julio de 1402 se llevó a cabo la Batalla de Ankara, una de las últimas y más significativas de Tamerlán.
Se enfrentó a Beyazid I, sultán del Imperio Otomano, tras una cruenta ofensiva en la que los jinetes tártaros doblegaron físicamente al contrincante. Pese a la resistencia de los otomanos y la valentía de Beyazid I para liderar el frente de batalla, el sultán cayó preso.
Por parte de algunos autores, se dice que Beyazid I fue encerrado en una jaula de hierro y llevado a los dominios de Tamerlán, humillación que le costó la vida.
Otras versiones cuentan que, aunque fue tratado de manera respetuosa, Beyazid I murió casi un año después de seguir en cautiverio.
Samarcanda, la capital del Imperio Timúrida
En 1370, una vez nombrado Emir de Transoxiana, Tamerlán establece el Imperio Timúrida, que perduró hasta 1507, y se extendió desde el Este de Persia hasta Irak y Siria.
Eligió como su capital a Samarcanda, la cual se convirtió en un centro cultural y económico inigualable, dándole la relevancia que en el pasado había obtenido bajo el dominio de Gengis Kan.
Se dice que pese al rigor con el que trataba a sus enemigos, no dudó nunca en favorecer y proteger la vida de los sabios, artesanos, poetas y arquitectos, a quienes, una vez presos, los enviaba a Samarcanda y allí gozaban de plena libertad.
Por lo tanto, confluyeron personas no solo del Asia central y de Irán sino de India, Anatolia y Siria. Por lo que se logró constituir toda una mezcla de conocimiento y saberes culturales que permitieron enriquecer el Arte, la Arquitectura y en general la Cultura Timúrida.
Geográficamente, Samarcanda estaba localizada entre China y Europa, punto clave para el transito de la ruta de la seda.
En aras de asegurar el bienestar económico de Samarcanda, Tamerlán estableció el paso libre y seguro de las caravanas de comerciantes, convirtiéndola durante su período, en el núcleo comercial de Asia y ampliando la concurrencia de pueblos, la riqueza económica e intercambio cultural con otras poblaciones.
Posteriormente, a la muerte de Tamerlán, sus sucesores, hijos y nietos, conservaron los avances y desarrollo de Samarcanda y su Imperio, aunque no por mucho tiempo.
China, el final de Tamerlán
Con el deseo de lograr su hazaña mayor, conquistar China, conocida como la potencia de Asia Oriental, a finales de 1404 Tamerlán organizó su gran ejército y se dirigió a Utrar (Farab), ubicada en ese entonces en la antigua Ruta de la Seda, la cual hoy es una ciudad perdida del sur de Kazajistán.
Estando allí, en pleno invierno, a inicios de 1405, contrajo una enfermedad que le quitó la vida, sin llegar a culminar su última campaña.
Su cuerpo fue llevado a Samarcanda y una vez embalsamado, lo enterraron en el majestuoso Mausoleo Gur-e Amir, que en persa significa “tumba del Rey”.
Con el paso del tiempo, el mausoleo se convirtió en la cripta familiar de la dinastía Timúrida.
La vida y muerte de Tamerlán se constituyen en una histórica leyenda. Traciende como uno de los personajes que se empeñó en sacar adelante sus deseos de conquistar y conocer el mundo más allá de sus propias fronteras.
No le fue nada fácil, sus logros fueron alcanzados a través de conocer y valorar sus virtudes y sus defectos.
En 2001 Samarcanda fue declarada Patrimonio de la Humanidad, denominada como “Samarcanda: Encrucijada de culturas”.
Escrito por Patricia Morales Galvis para VCSradio.net
Narración: Javier Hernández
Música de fondo: Mongolian medieval
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