9 minutos de lectura. La basílica de San Marcos de Venecia es unimponente templo bizantino que logra conjugar en forma armónica múltiples estilos arquitectónicos. Esto, sin romper la estética que ha sido motivo de admiración a lo largo de los siglos.
Durante el largo período del imperio romano, Venecia no existió como la ciudad que sería mucho después. Ese rincón del mar Adriático estaba habitado por pescadores que llevaban una vida tranquila y alejada del ruido de la civilización romana.
Fue hacia el siglo V cuando los pobladores comenzaron a ocupar las islas, en su afán por escapar de las hordas invasoras. Así se fue conformando la ciudad, y en 812 pasó a ser una provincia de Constantinopla.
En ese entonces Venecia recibía ciertos privilegios del Imperio Bizantino, gracias a que se había convertido en un punto estratégico para el comercio entre oriente y occidente. Esto contribuyó al rápido desarrollo de la ciudad.
El milagro de San Marcos
Para 828 ya Venecia se había convertido en un pujante puerto. Sus habitantes eran hábiles marinos y sagaces comerciantes que recorrían el Mediterráneo, intercambiando sus productos y participando en las continuas guerras que permanentemente surgían.
Así fue como en ese año, dos audaces comerciantes venecianos ingresaron a Alejandría, la cual se encontraba en manos de los musulmanes. Temiendo que el cuerpo de San Marcos, fuera profanado por los ocupantes de la ciudad, lo robaron y lo donaron al dux de Venecia.
Acto seguido se inició la construcción de una basílica para albergar el ilustre cuerpo, ampliando la capilla ducal. Este hecho permitió mostrar, finalmente a Venecia como una ciudad destacada en el mundo cristiano. Elevándose a la categoría de un centro de peregrinación e importancia religiosa.
A partir de entonces, el ascenso e influencia de Venecia se hicieron imparables en el Mediterráneo.
El nombramiento del apóstol San Marcos como protector de la ciudad, aseguró la construcción de un templo que estuviera a la altura de tan grande protector. La basílica se construyó siguiendo el modelo bizantino, con una planta en forma de cruz griega y de acuerdo a los cánones establecidos por Bizancio para sus templos.
La primera basílica fue destruida por una insurrección en el año 976. Finalmente, entre 1063 y 1094 se erigió la construcción definitiva, basándose en el modelo de dos basílicas de Constantinopla: la de los Santos Apóstoles y la de Santa Sofía.
Una mezcla sublime de estilos
El lenguaje básico de la basílica, como se dijo arriba, obedece a las normas bizantinas, que dan un aspecto definitivamente oriental al edificio.
Está constituido por cinco cúpulas siendo la del centro la principal, más grande que las otras cuatro. Realmente dichas cúpulas, viéndolas en el interior, se aprecian bastante bajas, al modo bizantino. Pero hacia 1260 se construyeron sobre ellas otras con planchas de madera recubiertas de plomo, para dar un aspecto mucho más imponente, como se aprecia hoy día.
El interior se decoró con mosaicos de estilo bizantino tardío, los cuales narran pasajes bíblicos. Sin embargo, como a través de los siglos se siguieron añadiendo elementos decorativos, también hay retablos de estilo renacentista.
Los mosaicos cubren un total de 8.000 metros cuadrados. Los del atrio relatan hechos del antiguo testamento, mientras los del interior se enfocan en pasajes del nuevo testamento.
Por otro lado, la fachada inicialmente era muy sencilla, con acabado en ladrillo. Pero a medida que el ducado de Venecia expandía su dominio, se comenzaron a traer materiales de otras ciudades, principalmente de Constantinopla.
En especial durante la cuarta cruzada, en 1204, la cual terminó con la preponderancia de Constantinopla, se trajeron muchos objetos saqueados de los templos, incluida Santa Sofía. Entre muchos tesoros, se trajeron los cuatro caballos que adornaban desde hacía siglos el famoso hipódromo de esa ciudad.
Así mismo, se agregaron los revestimientos de mármol que adornan la fachada, al igual que las columnas y capiteles, de muy diferentes procedencias, las cuales fueron ornando todo el edificio. Eso explica que haya más de 500 columnas de gran variedad de mármoles, a cual más de vistosos.
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Un templo maravilloso para una ciudad maravillosa
Pero una de las cosas que más hace valiosa la existencia de la basílica de San Marcos, es que se trata de la joya de la corona que es la ciudad de Venecia.
Se trata de una de las ciudades más fascinantes del mundo, y todo el entorno de la basílica constituye un homenaje a la búsqueda de la belleza por parte de la humanidad.
El templo se ubica sobre la plaza de San Marcos, la cual se encuentra rodeada por majestuosas construcciones, a la cabeza de las cuales se halla el Palacio Ducal, con sus imponentes arcos góticos, y sus refinados acabados. Su construcción se inició en los siglos X y XI, y fue transformándose hasta adquirir su apariencia definitiva hacia el siglo XV.
La plaza empalma armoniosamente con al Piazzetta, la cual da salida al lago. Esta es el punto de acceso al conjunto, y se encuentra flanqueada por dos columnas de granito. Sobre sus capiteles se hallan, en una el león símbolo de San Marcos y en la otra una estatua de San Teodoro, primer santo protector de Venecia.
Vista desde la laguna, cuando las embarcaciones se acercan, estas columnas se ven como un pórtico que enmarca el conjunto de acceso, dando una orientación al viajero sobre la importancia de lo que se encuentra al otro lado de este atrio simbólico.
En el punto de transición entre las dos plazas, a modo de pivote, está la torre del campanario, como punto de referencia de todo el conjunto, gracias a sus 98 metros de altura.
Este campanario sufrió diversos cambios, y después de derrumbarse en 1902, se reconstruyó en ladrillo siguiendo fielmente el diseño original, y fue inaugurado definitivamente, tal como lo vemos hoy día, en 1912.
El templo de nunca acabar
Son tantos y tan variados los detalles que se pueden encontrar, no solo en la basílica, sino en el conjunto que la rodea, que se necesitaría todo un libro para enumerarlos.
La complejidad del templo, su mezcla de elementos decorativos y estilos, relata la historia de luchas, conquistas y viajes de un pueblo incansable que plasmó sus triunfos en ese edificio que, además de ser motivo de orgullo, es muestra de sus logros.
Puede decirse que la basílica de San Marcos es el eje central del microcosmos que es la ciudad de Venecia, reflejo no solo de Italia, sino de una civilización que luchó perseverantemente, buscando la grandeza y rindiendo homenaje al Dios que los guiaba, en monumentos tan majestuosos como este.
Escrito por Carlos Morales Galvis para VCSradio.net
Narración: Javier Hernández
Música de fondo: Medieval – Envato
Foto de portada: Basílica de San Marcos de Venecia – Envato
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