Tiempo aproximado de audio 4:40 min. En pandemia la policía china arresta a quien asista a las actividades religiosas, incluso las realizadas por Zoom; tiene todas las iglesias vigiladas.
La pandemia producida por el virus de Wuhan o también llamado COVID-19, es aprovechada por el régimen para aumentar la persecución a las religiones y grupos espirituales.
El artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1.948 dice: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia individual o colectivamente…”, pero para el gobierno chino esto no existe, lo desconoce totalmente, obligando a las personas a renunciar a su fe, y volverlos ateos de forma doctrinaria, o como ellos dicen “reeducando” con un lavado de cerebro constante.
Pero en los últimos 5 años, a pesar de las prohibiciones e intimidaciones, ha sido todo lo contrario a lo que el régimen comunista ha querido y las estadísticas demuestran que más de 350 millones de chinos en los últimos 5 años han incursionado en diferentes prácticas religiosas y espirituales, de acuerdo a lo registrado por la ONG Manos Unidas, en su reciente informe anual.
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Por lo tanto, el régimen comunista se muestra muy desesperado porque tiene mucho temor a que pueda ser derrocado, o por cumplir con la ya caduca filosofía ateísta, utiliza cualquier situación para reprimir y coartar este derecho fundamental, al punto que en estos momentos está utilizando la pandemia producida por el Virus de Wuhan, (COVID-19), para perseguir y arrestar sin medida a cualquier persona que asista a una actividad religiosa a si sea por Zoom (video llamada), y utilizan alta tecnología para hacer rastreo electrónico y cámaras de televisión que permite tener todas las iglesias vigiladas, como lo denuncia Open Doors en el informe del 13 de enero.
David Curry, quien ayuda a los cristianos perseguidos en el mundo, explica como el partido comunista chino se ha aprovechado del virus de Wuhan para restringir a la gente que va a los centros de culto e incluso son rastreados manteniendo las iglesias en línea monitoreándolos cuando realizan los oficios por Zoom, y así, mantienen controlado todo este campo para lograr arrestos obligándolos a renunciar a sus creencias religiosas.
El régimen chino, conocido por ser tradicionalmente el mayor violador de los derechos humanos, ha aprovechado la pandemia para realizar una intensa campaña en contra de la fe y la espiritualidad, utilizando la maquinaria estatal, como la oficina 610, centros de torturas, hospitales altamente tecnificados, desarrollando una siniestra industria, siendo su materia prima los órganos de los prisioneros de conciencia.
Con esta infraestructura perversa, las personas que son arrestadas, entran a los campos de concentración sin tener la esperanza de salir de allí, por que inician con ellos los 13 métodos de tortura más aberrantes y dolorosas que jamás se hayan aplicado a un ser humano, hasta el punto de llevarlos a la muerte, siendo relevante la extracción forzada de órganos, por el cual el gobierno lo impulsa para sacar jugosas ganancias al vender los órganos en los mercados internacionales.
Además de los cristianos, uigur, budistas, etc., los más perseguidos son especialmente, los practicantes de Falun Gong, disciplina espiritual milenaria de mente y cuerpo que mejora la salud y eleva el estado moral; el régimen aumento drásticamente en los últimos meses la persecución, de acuerdo a reciente informe de la ONG Human Rights Watch, donde denuncia que se han producido más de 15.000 arrestos de practicantes de la disciplina Falun Gong.
(Redacción: Álvaro Sierra A.)
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