6 minutos. A comienzo del siglo XX, en plena crisis zarista, llegó a la corte imperial un personaje misterioso. Rasputín. como se llamaba, ayudaría a la decadencia del imperio.
Sería muy atrevido decir que Rasputín fue el único responsable de la caída del imperio zarista en Rusia a manos de los bolcheviques. Pero sí fue uno de sus mayores detonantes.
Del campo al palacio imperial
Grígori Yefímovich Rasputín, nació el 9 de enero de 1869 en Prokrovskoie, una aldea siberiana a 2.000 kilómetros de San Petersburgo, capital del imperio zarista. Siendo un campesino iletrado, hacia 1897 peregrinó hasta un monasterio, de donde regresó a su aldea convertido en una especie de monje ortodoxo, seguidor de la secta jlysti.
Los jlysti, durante sus celebraciones se flagelaban, entraban en éxtasis y practicaban orgías, pues aseguraban que a través del pecado y el arrepentimiento alcanzarían la salvación.
Convertido en un personaje místico, con supuestos poderes sanadores y dotado de un gran poder de seducción, arribó a San Petersburgo en 1903. Allí rápidamente fue introducido a la corte imperial, donde fue granjeándose la confianza de la aristocracia rusa.
Por entonces, la familia real vivía en un palacio alejado de la corte. La zarina Alejandra, siendo alemana, se sentía rechazada, por lo cual prefirió recluirse con sus tres hijas y el pequeño zarévich Alexei, futuro heredero del trono. En su refugio, los zares guardaban celosamente el secreto de este niño: siendo hemofílico, podía morir en cualquier momento.
Gracias a esta enfermedad, Rasputín se pudo acercar a la zarina. Siendo la hemofilia una enfermedad incurable y mortal en esa época, él pudo contenerla e incluso mejorar la calidad de vida del niño.
Después de esto, Alejandra lo convirtió en su mejor aliado e impuso al monje como un asistente permanente de la familia imperial.
El poderoso monje
Rasputín rápidamente se granjeó la confianza de la zarina, quien comenzó a considerarlo un santo sanador, además de un adivino infalible. Los nobles por su parte lo veían como un oportunista que se aprovechaba de los favores de la familia real.
Ya hacia 1911 era legendaria la vida libidinosa del monje, quien celebraba memorables fiestas con prostitutas, y mantenía aventuras con las mujeres de la corte, casadas y solteras. El pueblo ruso comenzó a ver a este personaje como el más claro símbolo de la decadencia de la monarquía.
En 1914, se iniciaría el comienzo del fin, con la primera guerra mundial. El zar Nicolás II decidió marchar al frente de las acciones, deseoso de recuperar el favor de sus súbditos, convirtiéndose en el héroe salvador de la patria.
Alejandra quedó a cargo del gobierno y entregó el poder a Rasputín, quien nombró ministros de su confianza, totalmente ineptos. El monje, embriagado por el poder, se dedicó a la vida disoluta sin medida. Esto hizo que la zarina y su confidente fueran cada vez más odiados tanto por el pueblo como por los cortesanos.
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El fin de un personaje sombrío
Finalmente, en 1916, viendo que Rasputín estaba socavando totalmente la monarquía, un grupo de nobles con el príncipe Yusupov a la cabeza, decidió asesinarlo. La historia de este asesinato constituye una de las grandes leyendas del llamado monje loco.
Yusupov lo invitó a su palacio, supuestamente para que se entrevistara con su esposa. Mientras los otros conjurados simulaban una fiesta, Yusupov le dio a comer unos pasteles impregnados con cianuro, veneno que también vertió en el vino. Pero dos horas después Rasputín seguía departiendo alegremente.
Entonces le disparó a quemarropa, y creyéndolo muerto, ayudado por sus compañeros, lo bajaron al sótano. Pero poco después el monje se levantó y trató de estrangular a Yusupov. Ante esto, le dispararon en cuatro ocasiones, y dándolo por muerto, lo arrojaron al río Neva. Pero cuando rescataron el cadáver posteriormente, se verificó que había muerto ahogado.
Cuánto haya de verdad en esta historia, es un misterio. Pero es sabido que, en una carta, Rasputín, quien ya sabía que intentarían matarlo, advirtió al Zar Nicolás II que, si los nobles lo asesinaban, se derrumbaría la monarquía.
Lo cierto es que, ante el desastre de la guerra, donde murieron miles de soldados rusos, y con el inconformismo por este personaje, se aceleró la revolución que llevaría a los bolcheviques al poder. A mediados de 1918 toda la familia real fue asesinada por los revolucionaros, cumpliéndose así la siniestra profecía.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Tema musical: Nail Yurtsever – AdiniFeriha Koydum Cem Tuncer.
Foto de portada: Asesinato de Rasputín en el Palacio Yusupov – San Petersburgo – Félix Yusupov y Grigori Rasputín. Fuente: Ninara de Helsinki, Finlandia – Wikimedia Commons