6 minutos de lectura. Mientras el mundo deja atrás la crisis del covid, en China está más presente que nunca. Esto ha desatado grandes protestas.
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Durante los momentos más difíciles de la pandemia del covid, cuando todo el mundo se encontraba en estado de pánico con millones de contagiados y de muertos, China ofrecía un panorama diferente: todo parecía bajo control.
Sin embargo, conociendo la norma del régimen comunista del PCCh, las bajas cifras estuvieron en duda. Pero, de todos modos, la economía china se mantuvo, hasta cierto punto, estable, en medio del desastre global.
Con este panorama, hacia finales de 2021, gracias a las intensas campañas de vacunación de la mayoría de los países, el virus comenzó a ceder. Lentamente se recuperó la normalidad, y la economía mundial comenzó a resurgir.
Pero en China fue diferente. Comenzaron varias crisis, especialmente la derivada del colapso de grandes empresas inmobiliarias. Por años esta industria había jalonado la economía interna, pero al desplomarse, dejó ver grietas que hasta entonces no se habían percibido en la aceitada maquinaria comunista.
A esto se sumó el alto desempleo entre los jóvenes, así como el envejecimiento de la población. Los pequeños bancos estaban haciendo agua, generando inquietud entre los millones de usuarios regionales.
Mientras tanto, el líder del PCCh, Xi Jinping, se preocupaba por asegurar su tercer mandato, dictando medidas para controlar el descontento popular en momentos de crisis.
Fue así que, a comienzos de 2022, se informó sobre un aumento de casos de covid en China. Esto era extraño cuando, en el resto del mundo la pesadilla quedaba atrás.
Aunque el virus no ha desaparecido, las mutaciones se consideran controladas. A pesar de que el ómicron, es más contagioso, también es menos letal. Algunos se contagian y mueren, pero ya dejó de ser una epidemia.
Sin embargo, en China es diferente. Xi Jinping lanzó la política de “cero covid”, argumentando que era necesario salvar vidas ante los nuevos brotes que aparecían en diferentes ciudades.
En enero se cerró el centro turístico de Xi’an por un mes. Después Shanghai estuvo cerrado por dos meses. Se dictaron medidas estrictas de confinamiento ante cualquier sospecha de rebrote y en cierto momento se cerraron conjuntos de viviendas, dejando a los residentes aislados por quince días o un mes.
A esto lo llaman “cierre dinámico”, es decir que se persiguen los brotes permanentemente, tomando medidas inmediatas.
De este modo, desde hace varios meses se escucha cómo aumentan los casos, al tiempo que se endurecen las medidas. Muchos esperaban que después del 20° congreso del PCCh, tras ser reelegido Xi Jinping, se relajarían las estrictas medidas. Pero tal cosa no sucedió.
Por el contrario, el gobierno ha anunciado la continuidad de los confinamientos hasta que se erradique totalmente el virus. Se ha dado orden a los gobiernos locales de que actúen rápidamente ante cualquier indicio de nuevos brotes.
Esto último -como siempre ha ocurrido en casos similares-, ha producido medidas aun más extremas. Como es una dictadura, los mandatarios no quieren exponerse a castigos. Por lo tanto, toman decisiones que producen descontento entre la población.
Mientras crecen los casos en Beijing y en Shanghai, la situación más crítica se ha vivido en la ciudad de Zhengzhou, cede de la fábrica Foxconn, donde se producen la mayor parte de los teléfonos iPhone. El estricto confinamiento convirtió a los ciudadanos en prisioneros dentro de su ciudad. Esto produjo fuertes protestas.
#Being anti-#ZeroCovid protests underway right now. #China pic.twitter.com/SmRp9wbmNL
— Stephen McDonell (@StephenMcDonell) November 27, 2022
Para controlar las protestas, el gobierno decretó un confinamiento aún más estricto, mientras busca mostrar una imagen bondadosa en el atropello contra la población.
El gobierno comunista chino siempre ha sido muy ingenioso usando frases inocuas para definir aquello que es reprochable. Por lo tanto, no habla de confinamiento, sino de “quietud en el hogar” o “detener todo movimiento innecesario”. En vez de “bloqueo”, dice “control social temporal”.
Pero la más ingeniosa es la “superposición temporal y espacial”, que se refiere a cuando alguien coincide con otra persona que ha resultado positiva.
Sin embargo, el descontento ya se ha estado expandiendo por todo el país, y esta vez se dirige contra el gobierno central.
El Mundial de Qatar es el último catalizador que abrió los ojos del pueblo chino.
A través de la televisión, los chinos pudieron ver a miles de personas en los estadios coreando a los equipos, sin usar mascarillas, algo que en China ya se volvió extraño. A través de las redes comenzaron a comentar, mientras los funcionarios encargados de la censura no daban abasto borrando comentarios.
Lo cierto es que no se comprende el excesivo control desde el ángulo de la salud pública. Porque, mientras el régimen asegura que este es el motivo de los estrictos controles, China está muy lejos del nivel de vacunación de otros países.
Entre la población mayor a 80 años de edad, la más vulnerable, apenas la mitad ha sido vacunada y solo el 20% ha recibido la segunda dosis.
Esto sin contar que la vacuna Sinovac de producción local, ha probado ser muy poco efectiva. Pero el gobierno se ha negado a aceptar las vacunas producidas en occidente.
Por lo anterior, muchos analistas afirman que se trata realmente de un medio de control social. Después de que en 2021 Shanghái permaneció cerrada varios meses, se pudo ver la efectividad de este método para controlar el descontento social.
Con esto, el régimen chino ha encontrado un medio ideal para mantener al pueblo bajo control. Pero se está haciendo a un muy alto costo. La producción industrial se ha frenado, y son muchas las empresas que están tomando medidas para emigrar, encabezadas por Apple.
Sin embargo, lo positivo de la situación es que la población está comprendiendo que la felicidad no es solo el progreso económico. La libertad y el derecho a opinar son valores que no tienen precio.
Al ver al resto del mundo disfrutando libremente de un mundial de fútbol sin restricciones mientras ellos permanecen encerrados en el hogar, prisioneros del capricho de funcionarios invisibles, necesariamente el pueblo chino debe plantearse si se está viviendo una vida realmente digna.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto de portada: Twitter
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