¡Dale play a la novena que realiza la Abue en su casa con sus familiares y vecinos y únete a la alegría de la navidad!
También encuentras el texto del primer día de la novena a continuación:
NOVENA DE NAVIDAD – DÍA 8
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu hijo la prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen nacieras en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él, te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, suplicándote por tus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente, Amén
Gloria al padre y al hijo y al espíritu santo, cómo era en el principio, es ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado hijo. ¡Oh, dulcísima madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo esperaste, para que nos hagas menos indignos de verlo, amarlo y adorarlo por toda la eternidad, Amén.
¡Dios te salve María, llena eres de gracia, el señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora, de nuestra muerte. Amén.
ORACIÓN A SAN JOSÉ
Oh, santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan soberanos misterios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que le tuviste al Divino Niño, me abraces en fervorosos deseos de verlo y recibirlo sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.
Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo, dadnos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
DÍA OCTAVO
Al fin María y José llegan a Belén después de un largo viaje. José busca donde quedarse con su familia pero no encuentra ningún lugar. Golpea varias puertas de casas de Belén y pide que le permitan quedarse con su esposa embarazada. Fueron varias personas a quienes pidió posada y ayuda, pero no hubo ninguna que les permitiera pasar a su casa, nadie los invitó a entrar, ni los ayudó.
¿Cuántas veces te ha pasado que alguien te pide ayuda y no se la has dado? Debemos ayudar a otros. Ayudar a otros es lo mismo que abrir la puerta a María y a José para que entren y que el Niño Jesús nazca en este Hogar. Si tú ayudas a alguien que lo necesita, abres la puerta de tu corazón al niño Jesús para que nazca en tí.
José, encargado de proteger a su familia, sintió angustia, también sintió humillación, pero nunca perdió la fe en Dios. El tenía la tranquilidad de que su Padre del Cielo tenía un plan para ellos, que no los abandonaría.
María y José no pierden la fe aunque la situación que viven es muy complicada pues María está embarazada, pronto nacerá el Niño Jesús y no tienen donde pasar la noche. Aún así, ellos creen fielmente que Dios tiene un plan, aunque no comprenden fácilmente este plan. Permanecen juntos como familia y nunca pierden la fe.
¿Qué es la fe? Aferrarse a la creencia de que lo que nos sucede en cierto momento es Voluntad de Dios y por lo tanto es Bueno para mi o para otros.
GOZOS
Coro
Dulce Jesús mío,
Mi niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh sapiencia suma del Dios soberano,
¡Que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh Divino niño, ven para enseñarnos
La prudencia que hace verdaderos sabios
Coro
¡Oh, Adonaí potente que, a Moisés hablando,
¡De Israel al pueblo disteis los mandatos!
¡Ah! Ven prontamente para rescatarnos,
¡Y que un niño débil muestre fuerte brazo!
Coro
¡Oh raíz sagrada de Jesé,
¡Que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo niño que ha sido llamado
lirio de los valles bella flor del campo!
Coro
¡Llave de David que abre el desterrado
las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
Coro
¡OH lumbre de Oriente, sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios!
Coro
¡Espejo sin mancha, Santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño, da al mísero amparo ¡
Coro
¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo, pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
Coro
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto
bienhechor rocío, como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño! Ven, Dios humanado,
luce hermosa estrella, brota flor del campo!
Coro
¡Ven que ya María previene sus brazos
do su niño, vean, en tiempo cercano!
¡Ven que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Coro
¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
Coro
¡Véante mis ojos, de ti enamorados;
bese ya tus plantas, bese ya tus manos!
¡Posternado en tierra te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases te dicen mi llanto!
Coro
¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos,
ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto!
Coro
ORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Acuérdate, ¡oh, dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en ti, ¡oh, Jesús!, que eres la misma verdad, venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharas favorablemente nuestra súplica. Amén.
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