Nicolás Maduro adelanta la Navidad en Venezuela con festividades desde octubre, en un intento por desviar la atención de la crisis económica y social que afecta al país. Mientras el régimen celebra, millones de venezolanos enfrentan pobreza extrema.
El dictador Nicolás Maduro ha vuelto a adelantar la celebración de la Navidad en Venezuela, un movimiento que en su discurso oficial busca llevar “paz y felicidad” al país. Este año, el mandatario dio inicio a las festividades con una canción infantil titulada “Corre caballito”, tratando de pintar una imagen de armonía en un país agobiado por una profunda crisis económica y social. Sin embargo, el panorama para millones de venezolanos dista mucho del ambiente festivo que el régimen pretende transmitir.
Durante su programa semanal de televisión el lunes por la noche, Maduro arremetió contra la Conferencia Episcopal, la cual había señalado recientemente que, según la tradición católica, la liturgia de la Navidad se celebra el 25 de diciembre a nivel mundial.
“Unos tipos con sotana salieron a decir que hay Navidad solo si ellos la decretaban. No, no, señor de sotana, usted aquí no decreta nada. Jesucristo le pertenece al pueblo, las Navidades son del pueblo y el pueblo las celebra cuando quiera celebrar sus Navidades”, señaló Maduro.
“Del 1 de octubre al 15 de enero está prohibido aburrirse”, afirmó Maduro durante la transmisión, rodeado de artistas y figuras de la cultura popular cercanas al chavismo.
A pesar de ello, los principales supermercados ya han anticipado su decoración navideña, mostrando en sus estantes productos tradicionales de la temporada. Sin embargo, economistas y gremios empresariales han informado de caídas significativas en el consumo y las ventas durante el segundo semestre del año, tras una leve recuperación en la primera mitad. En contraste, Maduro sostiene que la economía del país ha crecido un sólido 10%.
Una realidad de pobreza en medio de las festividades
La decisión de adelantar las festividades de Navidad y Año Nuevo, un acto que se extenderá hasta el 15 de enero, parece una estrategia del régimen para desviar la atención de la difícil situación que atraviesa el país. “Del 1 de octubre al 15 de enero, les digo desde ya, con esta canción bella que vamos a interpretar, feliz Navidad en paz y felicidad. Feliz Año Nuevo y nos vemos en las calles y plazas”, sostuvo el líder. Con más del 50% de la población viviendo en pobreza extrema, según informes recientes de organizaciones como la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), la celebración anticipada parece una desconexión entre el discurso oficial y la cruda realidad en las calles.
El acceso a bienes esenciales, como alimentos y medicinas, sigue siendo un desafío cotidiano para millones de venezolanos. En muchos casos, las familias dependen de las remesas enviadas desde el exterior para poder subsistir, lo que demuestra la incapacidad del régimen para estabilizar la economía. Según la misma encuesta, en 2023 más del 76% de la población venezolana dependía de las remesas, lo que revela la magnitud del éxodo migratorio, con más de siete millones de venezolanos fuera del país en busca de mejores oportunidades.
Un intento por maquillar la realidad
El régimen de Maduro ha intentado, a través de esta festividad adelantada, proyectar una imagen de estabilidad y optimismo. Durante el inicio oficial de la Navidad, se destacó la inauguración de decoraciones y eventos públicos, que si bien intentan crear una atmósfera festiva, parecen más un reflejo de la política del régimen de generar distracciones ante la crisis.
En las redes sociales y medios independientes, esta acción ha sido duramente criticada. Muchos ciudadanos denuncian la falta de empatía del gobierno hacia las verdaderas necesidades del pueblo. “¿De qué sirve la Navidad si no tenemos con qué comer?”, expresó un ciudadano en las calles de Caracas durante una entrevista con un medio local. Y es que en Venezuela, el salario mínimo se mantiene en un nivel ínfimo, equivalente a unos pocos dólares mensuales, lo que imposibilita a muchas familias cubrir los costos de la canasta básica.
La pobreza infantil, una herida abierta
Uno de los aspectos más preocupantes de esta situación es el impacto que tiene en los niños. La Navidad, tradicionalmente una época para la familia y la alegría infantil, es particularmente dura para los más pequeños en Venezuela. UNICEF ha advertido en diversas ocasiones sobre el incremento en la desnutrición infantil, que afecta al menos al 20% de los niños venezolanos, un índice alarmante en un país que alguna vez fue una potencia petrolera regional.
La falta de acceso a alimentos y la escasez de servicios básicos, como la electricidad y el agua potable, han sumido a muchas familias en un ciclo de pobreza difícil de romper. Mientras tanto, la imagen de Maduro inaugurando una Navidad festiva parece insensible frente a las condiciones de vida en las que se encuentran miles de niños, muchos de ellos sin acceso a educación adecuada ni a un sistema de salud funcional.
Desigualdad en aumento
A medida que la corrupción y la falta de transparencia continúan siendo problemas persistentes en la distribución de recursos, el acceso a estos alimentos y bienes de primera necesidad sigue siendo irregular y muchas veces limitado a aquellos sectores más cercanos al poder político.
En paralelo, un pequeño grupo de élite vinculada al régimen sigue acumulando riqueza, disfrutando de privilegios que contrastan profundamente con las penurias que enfrenta la mayoría de la población. Este aumento en la desigualdad económica resalta aún más el fracaso de las políticas gubernamentales para mejorar la calidad de vida del pueblo.
El peso de una crisis que no cesa
Mientras las luces de Navidad iluminan algunas plazas públicas y Maduro envía mensajes de optimismo, la crisis venezolana sigue cobrando factura en el bienestar de su población. El país ha experimentado una hiperinflación que, aunque ha disminuido en intensidad, sigue limitando el poder adquisitivo de los ciudadanos. Además, la dolarización informal de la economía ha creado un sistema de doble clase, en el que aquellos con acceso a dólares pueden mantener un nivel de vida relativamente estable, mientras que la mayoría de los trabajadores que reciben sueldos en bolívares están condenados a la pobreza.
En este contexto, las festividades navideñas adelantadas se sienten más como un intento de distraer a la población que como un esfuerzo real por mejorar sus condiciones de vida. La Navidad, para muchos venezolanos, será una temporada de lucha y supervivencia, en lugar de una época de celebración y alegría.
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