6 minutos. En Miguel Ángel: una visión diferente de Cristo en la Capilla Sixtina, observamos cómo el artista se inclina por un Cristo en todo el esplendor de su poder y justicia. Ahora lo podrá leer o escuchar
Miguel Ángel: una visión diferente de Cristo en la Capilla Sixtina
La iconografía cristiana a través de la historia siempre transmitió la devoción a un Cristo agonizante en la cruz. Pero Miguel Ángel quiso transmitir otra imagen.
El Juicio Final
Ya hacía 24 años que Miguel Ángel Buonarroti, por encargo del papa Julio II había terminado la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, cuando en 1536, se le encargó pintar el ábside de esta capilla. Por encargo del papa Pablo III, debió acometer la representación del Juicio Final. Se trata de un muro de 14 mts. de altura por 12 mts. de ancho; enorme lienzo para que un genio como el de Miguel Ángel pudiera representar, como lo hizo, uno de los grandes íconos del arte de todos los tiempos.
En el centro de la composición se encuentra Jesucristo impartiendo justicia. Junto a él, a la izquierda, la Virgen María, tímidamente observa a los bienaventurados que ascienden al cielo. Las dos figuras están rodeadas por diversos apóstoles y santos, quienes se muestran ansiosos de ser reconocidos por su Señor.
Un poco más abajo de Cristo, los siete ángeles tocan las trompetas, convocando a todos los seres para el gran juicio. A la izquierda, los justos salen de sus tumbas y ascienden al cielo, en actitud de regocijo y desconcierto. A la derecha, los condenados afligidos, caen al abismo, arrastrados por los demonios mientras abajo los esperan los castigos eternos.
Cristo como juez supremo
Pero es la figura central de Cristo, aquella que atrae todas las miradas en esta impresionante escena. Miguel Ángel, famoso por sus representaciones de grandes cuerpos desnudos, reservó para Jesús el aspecto más imponente de todos. Su poderosa figura se asemeja a uno de los titanes de la mitología griega.
La figura en escorzo de Jesús, con los brazos en alto, imponiendo sentencia implacable a justos y pecadores, no admite el más mínimo titubeo. Atrás de él se observa, resplandeciente, una luz divina, pero su propio cuerpo parece irradiar un fulgor propio que todo lo llena.
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Por su parte, todas las figuras a su alrededor se mueven inquietas, en un aparente caos, que solo encuentra el orden en la acción imponente de Cristo. El dinamismo que su movimiento impone a todo el conjunto, es como un huracán que arrastra todo tras de sí. Puede decirse que no hay una sola figura en la composición, cuyo movimiento no dependa de su gesto.
Al observar esta magnífica figura divina, puede decirse que la imagen del Cristo en la cruz, sacrificándose por los pecados de la humanidad, ya ha quedado en el pasado. Con ese gesto les entregó a los hombres una oportunidad de redimirse por sí mismos. Por lo tanto, ahora ha llegado el momento de que cada quien recoja el fruto de sus acciones.
Y es ahora, cuando Cristo se muestra implacable, y su actitud lo expresa claramente. Todas las figuras observan expectantes, pero también saben que ya no habrá misericordia para los culpables.
El legado de Miguel Ángel
Aunque esta pintura fue controvertida durante mucho tiempo, por la gran cantidad de desnudos, siempre se ha considerado una de las más grandes obras de arte. Lo cual es mucho más meritorio, si observamos que Miguel Ángel era ante todo un escultor, y la pintura solo la ejerció presionado por los papas que requerían sus servicios.
Se dice que, en una de las visitas del Papa Pablo III para ver el avance de la obra, Biagio da Cesena, maestro de ceremonias y enemigo acérrimo de Miguel Ángel, tildó de escandalosa la obra, casi terminada. Pero el Papa, que estaba admirado por la grandeza de dicha composición, le replicó con firmeza: “No olvides que el día del Juicio Final todos estaremos desnudos ante el Señor”.
De cualquier modo, no podemos negar la imponencia de esta representación, la cual nos recuerda que Cristo, aunque entregó la vida por su pueblo, así mismo será firme a la hora de juzgar el comportamiento de cada uno en esta tierra.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Narración: Edgar Montañez
El tema musical es: Bach Orchestral Suite N0 21 in B minor, BWV 1067. Hanspeter la mágica flauta
Foto portada: El Juicio Final-Detalle – Miguel. Ángel – Dominio público – Wikimedia Commons.
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