6 minutos de lectura. Son innegables los beneficios que el avance de la tecnología ha traido a la sociedad. Pero este avance está cobrando un alto precio: nuestra inteligencia.
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Cada vez son más los estudios que corroboran el descenso en los niveles de inteligencia de las nuevas generaciones. Pero esta afirmación que podría parecer discriminatoria, tiene sus explicaciones en la evolución de la sociedad moderna.
A comienzos del siglo XX el pedagogo y psicólogo francés Alfred Binet elaboró el primer test de inteligencia. Su interés era identificar a los niños que tenían dificultades en el aprendizaje, para ayudarles creando nuevas herramientas.
A partir de sus investigaciones se desarrollaron los test de inteligencia, ahora dirigidos hacia la identificación de los más inteligentes. De esta forma, a lo largo del siglo se han llevado a cabo en todos los países estos estudios, que buscan al 2% del escalafón privilegiado con inteligencia superior.
Pero fue el escritor e investigador James Flynn quien en 1974 concluyó -después de décadas de investigación- que el cociente intelectual IQ había venido aumentando. Puntualmente, desde la década de 1930, cuando se comenzaron a recopilar pruebas, cada 10 años la capacidad cognitiva aumentaba 4 puntos porcentuales.
A este fenómeno se le llamó “Efecto Flynn”. Sobre él se generaron múltiples teorías, atribuyendo el progreso a la mejor alimentación, mayores estímulos, mejor asistencia médica y avances en la educación.
Sin embargo, en 2004 se descubrió que hacia los años 1990 dicho efecto no solo se había detenido, sino que, incluso, había iniciado un retroceso. Esto generó una gran inquietud, pues se daba por hecho que el ascenso de la inteligencia era constante y cada generación superaría a la anterior.
Hacia 2016, algunos especulaban que el origen de este retroceso, se debía al aumento de la inmigración. Otros opinaban que era debido a que los menos inteligentes tenían más hijos. Hasta los ambientalistas culpaban y aun lo hacen, al exceso de productos químicos y a la contaminación.
Pero lo cierto es que el declive comenzó por la misma época en que se popularizaron los computadores, el crecimiento de tal tecnología impulsada por el desarrollo del internet.
Además, con la aparición de las redes sociales ocurrió el fenómeno de la gratificación inmediata, según el cual, lo que se quiere se encuentra en cuestión de segundos. Esto parece desconectar de la realidad a las nuevas generaciones.
Según la psiquiatra Marian Rojas, con el uso de las pantallas, cuando el cerebro consigue una gratificación inmediata, se produce la dopamina, que es llamada la hormona del placer. Si la persona entra en el círculo de buscar continuamente este tipo de placer, se produce una adicción tan grave como la producida por alcohol y drogas.
Además, el uso de las pantallas y redes sociales afecta la corteza prefrontal del cerebro, región responsable de funciones superiores como la atención, concentración, resolución de problemas y el control de los impulsos. Es ella la que nos hace seres realmente inteligentes.
Según Rojas, en el bebé, la corteza prefrontal se activa mediante tres estímulos: luz, sonido y movimiento. Ya en la adolescencia se amplía el desarrollo del cerebro, pudiendo fijar la atención por largo tiempo en objetos inmóviles como la lectura o en una clase de matemáticas.
Pero en la actualidad, los niños reciben esta luz, sonido y movimiento de pantallas de celular, Tablet, y computador. Y los mensajes son cada vez más cortos, como Tik Tok, que ofrece estímulos inmediatos permanentes. En un minuto pueden ver grandes cantidades de diferentes videos o escuchar canciones muy cortas, que absorben toda su atención. Mensajes cortos que no enseñan ni educan.
Es sabido que las plataformas como Tik Tok han sido diseñadas cuidadosamente para captar toda la atención. Se trata de una droga celosamente elaborada, con la misma capacidad de atrofiar el cerebro que cualquier otra droga.
Aunque no pueden desconocerse los beneficios de la tecnología digital, aparejada a ella han llegado todas estas plataformas que han dañado los cerebros.
Este proceso que ha llevado ya algunas décadas, ha hecho que los jóvenes pierdan la capacidad de concentración, de fijar la atención por más de un par de minutos. Ya es difícil encontrar jóvenes que puedan leer un libro clásico. Menos aún escuchar una sinfonía que dure una hora. Las viejas generaciones crecieron con Tolstoi y Beethoven, pero ahora, muchos piden que se le otorgue el Nobel de literatura a Bad Bunny… como van las cosas, eso puede suceder.
Si a esto se le agrega el ingrediente de una educación mediocre tanto en escuelas como universidades, que ya no estimulan la investigación, tenemos el ingrediente perfecto para una generación idiota.
Pero la pregunta que surge es, ¿alguien se beneficia con todo esto? Naturalmente, las grandes corporaciones propietarias de las plataformas digitales se benefician, al igual que líderes políticos populistas que llegan al poder prometiendo paraísos sin esfuerzos. A estos les interesa que la gente piense poco y que no profundice en la realidad.
Basta escuchar algunas frases de líderes mundiales, tan absurdas pero la gente las cree:
“La idea de que un niño de 8 o 10 años (…), diga: ‘quiero ser transgénero, eso es lo que creo que me gustaría ser. Eso haría mi vida mucho más fácil’. Esto debería tener cero discriminaciones”. Joe Biden, presidente de EEUU
“Si logramos que una serie de actividades de la sociedad colombiana que hoy se consideran crimen, no se consideren crimen más adelante, pues habrá, por definición, menos crimen en Colombia”. Gustavo Petro, presidente de Colombia
“No secuestran a un pobre, secuestran al que tiene. Entonces, ¿cómo evitamos el secuestro? Con una sociedad pobre”. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México
Estos pocos ejemplos nos pueden indicar claramente cómo estos líderes tienen claro quién es su audiencia. Si tuviéramos una sociedad pensante, capaz de deliberar y cuestionar las tonterías que dicen y hacen estos líderes, no podrían aprovecharse.
Si no comenzamos a despertarnos y recordar que somos los reyes de la creación, no simples marionetas de quienes saben manejar los hilos, no habrá futuro.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto de portada: Envato
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