11 Minutos. Mi planeta está triste es una poesía para niños que llama la atención sobre el trato que le estamos dando a nuestro hogar, el planeta Tierra. Puedes escucharla o leerla a continuación:
Mi planeta está triste
La luna, escondida, en la noche, con preocupación cambios a la tierra le notaba… miraba su cara triste y la veía cansada… sobre su eje movimientos con grandes esfuerzos daba… y gotas de sudor de su cara brotaban.
La luna pensativa y sola se preguntaba ¿Qué le estará pasando a mi vecina, la tierra, que cada noche se le ve abrumada? Y se propuso vigilar cuidadosamente cuál era la causa.
El sol radiante en la mañana con cara feliz la saludaba… pero notaba que ella, sus ojos no mostraban, pues sus rayos muy fuertes le llegaban, y entonces también se preguntaba:
– ¿Qué le estará pasando a mi vecina, la tierra, que cada día la veo más abrumada? –
Y se propuso vigilar cuidadosamente cuál era la causa.
La luna tranquila y serena con su luz brillante, en la noche la iluminaba y con sus gafas mágicas siempre la observaba. Abría sus grandes ojos ante lo que pasaba: – en carros llenos, sus habitantes en los ríos le depositaban deshechos y a las aguas sin piedad contaminaban-…
Y un malestar a la tierra le daba…
Grandes edificios, columnas de humo expulsaban y el aire limpio dañaban …
Y a la tierra un malestar le daba…
La luna muy pensativa, su ronda terminaba y al sol paso le daba.
Muy vigilante, el sol aparecía dentro de nubes de colores que el amanecer adornaba… subía tan alto y con asombro veía como en los bosques, los árboles con sus largas raíces al piso se aferraban… pero uno a uno, talaban y grandes superficies desnudas quedaban… las aves, sus tristes cantos entonaban porque sus nidos derribaban; los cachorros ositos, leopardos, venados y hasta las ardillas corrían asustados…
Fuertes temblores a la tierra le daban – ¡ayayayay! – y gotas de sudor le brotaban!
Sin solución y cálido el sol sus ojos cerraba. Al ocaso, de regreso, apreciaba que, en las ciudades, montones de deshechos la gente acumulaba. Sus calles ensuciaban… a las montañas sus rocas perforaban.
Los días y las noches pasaban: a océanos, mares, lagos, ríos y quebradas, en sus aguas basuras les depositaban… un tinte gris con burbujas se formaba… gases desagradables expulsaban y en la capa grandes huecos le formaban… -los rayos del sol a la tierra muy fuertes le llegaban-…
Ella se sentía cansada… y grandes gotas de sudor le brotaban.
Serían aquellos habitantes de ayer, de hoy o de mañana… personas que no reaccionaban.
El sol y la luna en el cielo al final se retiraban. Necesitaban buscar la solución para el estado que la tierra pasaba…se iban muy, pero muyyyy lejos…y la tierra en total oscuridad quedaba…y a sus habitantes ahora estos cambios asombraban.
El sol y la luna comentaban: – ¡A la tierra sus habitantes no la quieren nada! –
Ayuda a las nubes le solicitaban y ellas con hilos de lluvia refrescaban…aguaceros, chubascos, rayos y truenos sobre ella mandaban… ahora el suelo se movía sin razón o sin causa: remociones, derrumbes y pilas de tierra se agolpaban…ya no había raíces de árboles que la soportaran.
Gran preocupación en sus habitantes ahora despertaba…-La tierra está cansada, todos comentaban. ¡Su cuerpo, sus recursos, sus pulmones… su vestidura…hay que recuperarla!
Anochecía y la luna inmensa se insinuaba, brillante, un poco disgustada y en el frío de la noche un mensaje dejaba:
La tierra, dolida y maltratada, pide a ustedes estas prácticas:
- Denle un manejo adecuado a sus basuras y a sus deshechos, sin depositarlos en mis mares, lagos, ríos y cañadas.
- No perforen mis montañas ni mis superficies, laderas y ensenadas.
- Cuiden de estos seres que nacieron conmigo en mi formación lejana.
- Siembren muchos árboles para que sus raíces me sostengan, no me deslice y pueda ser su eterna casa.
¿Sería mi sueño, una añoranza o una gran nostalgia? Cuando se cumplan estas letras, estos deseos, estas máximas, yo, la tierra volveré recuperada…sin tristeza, sin fuego ni desgracia.
Nosotros, el sol, la luna, las aguas, las nubes, no sufriremos ni sentiremos lástima. El clima no será una bandera que cambia. La algarabía de la luz y el aire será una armonía de respeto por el alma planetaria.
Y la luna dio media vuelta y continuó su marcha.
Y todas las gentes hicieron compromisos de cambiar esas costumbres malas, que destruyen y dañan, que a cada ser viviente sobre la tierra matan.
Y ahora… ¿Tus acciones, tus cuidados, tu permanente estancia, serán para cuidarla?
¿Te quieres, te comprometes a ayudarla? ¿Cuál es tu parte? ¿Me acompañas?
Ahora la tierra se ve recuperada y no es un sueño ni un mañana. Es bienestar, alegría, promesas y palabra empeñada. Los mismos giros que en su eje daba, vuelven suaves y es la nave que alberga y acompaña. Sigue muy visitada en el día por su vecino el sol y en la noche por la luna para darle su luz y refrescarla. Su esplendor, su color, es abrigo y, sus aromas… son nubes, hilos de agua, plantas, cantos y superficie sana.
La tierra, sonriente y tranquila, azul, verde morada, son los colores que en otros tiempos vieron sabios y habitaron otras almas. -Estoy agradecida-, se dijo, – por el sol, la luna, las nubes y la fauna, las vertientes y la humanidad solidaria. Sus costumbres y hábitos me ayudan a llevar mi existencia milenaria.
Reflexión.
A nuestros niños desde pequeños debemos orientarlos para que sean responsables con el planeta, pues es un deber cuidar de él y de todas sus formas de vida.
Escrito por: Consuelo Blanco Mejía
Diseño gráfico: Jaime Rincón, con imágenes de Pixabay.com
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