8:30 minutos de lectura. El término “mausoleo” tiene un origen cierto, e involucra el amor de una emperatriz hacia su difunto rey. Conozcamos la historia del mausoleo de Halicarnaso.
Son muchos los eventos históricos que se han producido como consecuencia del amor. La guerra de Troya es, tal vez, uno de los más famosos, por cuanto el amor por una mujer llevó a la destrucción de un reino.
Por otro lado, los mausoleos como grandes edificaciones destinadas a contener los restos mortales de algún personaje, han existido desde épocas remotas. Puede decirse que las pirámides de Egipto cumplían esa función, siendo las construcciones donde los cuerpos de los faraones encontraban su destino final.
Pero el término “mausoleo” tiene un origen cierto, e involucra el amor de una emperatriz hacia su difunto rey.
El rey Mausolo de Halicarnaso
En el siglo IV a.C., el rey Mausolo de la dinastía Hecatómnida gobernaba la región de Caria, al sur de Asia Menor en la actual Turquía. La capital de dicho reino era Halicarnaso, ciudad que el rey se encargó de embellecer, dotándola de enormes edificios, grandes avenidas y hermosos jardines adornados con imponentes estatuas.
Pero además de preocuparse por el bienestar de sus ciudadanos, fue un notable guerrero, y como tal anexionó a su territorio a Lidia, Jonia y las islas vecinas.
Siendo considerado un gran gobernante, fue amado por su pueblo y recordado después de su muerte. Pero fue su fiel esposa, Artemisia II, quien supo llevar el amor por este hombre hasta más allá de la vida misma.
Aunque, según la costumbre griega, ya en vida Mausolo había decidido que su cuerpo debía reposar en un monumento que se ubicaría en el centro de la ciudad, fue la reina quien se hizo cargo de construir un edificio que estuviera al nivel no solo de la grandeza de su esposo, sino del amor que ella le profesaba.
Cuando en el año 353 a.C. murió este rey, Artemisia retomó la construcción del monumento funerario que ya se había iniciado. Contrató a los dos mejores arquitectos del momento, los griegos Satyros y Pytheos para que diseñaran y dirigieran la construcción.
Por otra parte, trajo a los escultores Briaxis, Timoteo, Leocares, Praxíteles y Escopas de Paros, quienes se encargaron de la decoración de todo el conjunto. Escopas ya se había encargado de las esculturas en la reconstrucción del templo de Artemisa en Éfeso, luego del incendio.
Así fue como se originó la que fue considerada una de las siete maravillas de la antigüedad, a la vez que dio su nombre a dichos túmulos funerarios, que en adelante se llamaron mausoleos, en honor al rey de Caria.
Una maravilla para la eternidad
El mausoleo de Halicarnaso mezclaba armoniosamente tres estilos que se correspondían con tres grandes culturas de su tiempo: la griega, la egipcia y la licia.
Se encontraba ubicado en el punto más alto de la ciudad, por lo que sus 42 metros de altura lo hacían visible desde una gran distancia.
Mediante una enorme escalera se accedía a una plataforma de piedra. La escalera estaba flanqueada por leones de piedra, mientras a lo largo de las paredes exteriores del patio estaban ubicadas estatuas de dioses y diosas. Las esquinas eran controladas por guerreros de piedra, imponentes sobre altos pedestales.
El propio mausoleo se encontraba en el centro, revestido con mármol blanco que le daba un aspecto magnífico.
El edificio tenía tres cuerpos. La base, donde se encontraba la cámara funeraria era cuadrada y estaba cubierta de esculturas en relieve. El siguiente tercio contenía 36 columnas jónicas entre las cuales se intercalaban estatuas, algunas de tamaño superior al natural.
Finalmente, la cubierta era una pirámide escalonada de 24 niveles, rematada por una enorme escultura en mármol de Mausolo y Artemisia, montando un carro llevado por cuatro caballos.
A lo largo de los cuatro lados de la tumba se desarrollaban dos frisos. Uno representaba la batalla de lapitas y centauros, mientras el otro recreaba la lucha de griegos y amazonas.
Todos los materiales tenían diversas procedencias, lo cual hacía de este monumento una representación de la política regional que procuraba abarcar a todas las comarcas del imperio. De tal modo, todos contribuyeron en alguna medida con la construcción del mausoleo.
Uno de los motivos para que este monumento causara admiración en su época, fue la combinación perfectamente armónica de arquitectura y escultura. Los artistas y artesanos que intervinieron supieron lograr el perfecto equilibrio de las dos disciplinas, lo cual lo convirtió en un ejemplo a seguir en la construcción de este tipo de obras.
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El mausoleo: muerte después de una larga vida
Tal como si se tratara de un homenaje a este grandioso monumento funerario, el destino decidió brindarle una larga existencia. Se mantuvo en pie casi por 2.000 años, soportando múltiples invasiones a lo largo de tanto tiempo.
Pero finalmente, en el año 1404 un terremoto logró destruirlo, derribando gran parte de la estructura y de las imponentes esculturas.
El golpe final lo asestarían hacia el año 1522 los caballeros de San Juan, quienes lograron ingresar a la cámara funeraria y encontraron el sarcófago de mármol. Este fue saqueado, con lo que los últimos vestigios del monumento se perdieron.
Después de esto, con los bloques de mármol fabricaron mortero y los bloques restantes los utilizaron para fortificar el castillo de los Caballeros Hospitalarios en Bodrum. Solo quedaron algunas estatuas y fragmentos de los frisos y esculturas.
Actualmente en el Museo Británico de Londres se encuentra parte de este tesoro artístico, que nos entrega un ligero reflejo de la grandiosidad que una vez ostentó el monumento. En el sitio, persisten las ruinas y los cimientos, como mudos testigos de ese pasado hoy tan ajeno a nosotros.
Pero lo que nunca será ajeno es el motivo que llevó a la construcción de tan gran obra: la devoción y el amor de una reina hacia su difunto marido.
Muchos especialistas afirman que el monumento se construyó como afirmación del poder de un rey sobre su naciente imperio. Pero definitivamente, siempre será más atractiva la historia de la reina, vigilando la construcción de la última morada de su rey, a manos de los mejores artistas y arquitectos de su tiempo.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Narración: Javier Hernández
Música de fondo: Emotional Piano
Foto de portada: Restauración especulativa del mausoleo de Halicarnaso por James Fergusson – Wikimedia Commons
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