
Entre 2019 y 2023, más de 5.700 menores en EE.UU. se sometieron a cirugías de reasignación de género, mientras que otros 14.000 recibieron tratamientos hormonales. ¿Cuáles son las preocupaciones éticas y científicas detrás de este aumento?
Un reciente estudio compartido por la organización Do No Harm con la cadena Fox reveló que, entre 2019 y 2023, más de 5.700 menores en Estados Unidos se sometieron a cirugías de reasignación de género, mientras que cerca de 14.000 recibieron tratamientos hormonales u otras formas de intervención médica relacionadas con la identidad de género. Estas cifras han generado un intenso debate público sobre la ética de permitir procedimientos de cambio de sexo en personas jóvenes, así como sobre las diferencias en la política sanitaria entre estados.
Cirugías de reasignación y tratamientos hormonales: Datos alarmantes
La organización Do No Harm, conformada por profesionales de la salud comprometidos con separar la identidad de género de la práctica médica, ha advertido que los datos proporcionados son conservadores. Según Stanley Goldfarb, presidente de la organización, las cifras podrían ser aún mayores. “Estos datos reflejan los límites más bajos de lo que está ocurriendo”, subrayó, sugiriendo que la magnitud del fenómeno podría estar subestimada.
La investigación de Do No Harm también reveló grandes disparidades entre estados en cuanto al acceso a la atención de género para menores. Estados con gobiernos más liberales, como California, Massachusetts y Nueva York, lideran en inversión y número de pacientes menores que han recibido este tipo de atención. En California, por ejemplo, se destinaron 28 millones de dólares para tratamientos transgénero, y más de 2.000 menores fueron atendidos en el periodo estudiado. En Massachusetts, 671 menores recibieron atención similar, con una inversión de 10 millones de dólares, mientras que en Nueva York más de 1.100 menores fueron tratados.
El papel de los hospitales católicos en la atención de género
Un aspecto que ha despertado mayor controversia es el hecho de que hospitales con afiliación católica han estado involucrados en la provisión de tratamientos de reasignación de género para menores. Según un informe del National Catholic Register, cerca de 150 hospitales considerados católicos en 40 estados proporcionaron tratamientos hormonales o cirugías a menores. En total, más de 520 menores recibieron algún tipo de intervención en estos centros durante los últimos cinco años. De estos, más de 150 menores se sometieron a cirugías de cambio de apariencia, mientras que otros 380 recibieron bloqueadores de la pubertad o terapias hormonales.
Esta revelación ha generado desconcierto entre quienes consideran que los valores de la Iglesia católica, que se opone al cambio de género, son incompatibles con la participación de estos hospitales en dichos tratamientos. A pesar de ello, parece que el enfoque médico ha prevalecido en algunos de estos centros, abriendo un debate sobre los límites entre la fe y la medicina en la atención a menores.
Preocupaciones sobre la ciencia detrás de los tratamientos en menores
Goldfarb y otros miembros de Do No Harm han expresado profundas preocupaciones sobre la base científica de estos tratamientos en niños y adolescentes. Según Goldfarb, “la ciencia que respalda el uso de estos tratamientos en niños es extraordinariamente defectuosa”, subrayando que los menores podrían estar siendo perjudicados por la aplicación de procedimientos médicos con consecuencias irreversibles. Además, resaltó que hay muchos mitos alrededor de este tema, incluyendo la creencia de que estos tratamientos solo ocurren en casos aislados.
En respuesta, Do No Harm ha lanzado una base de datos con la intención de “exponer los peligros de la medicina de género pediátrica experimental” y poner fin a lo que consideran una práctica insostenible y peligrosa. Para esta organización, el acceso temprano a tratamientos hormonales y cirugías para menores plantea riesgos graves que aún no se comprenden completamente, y se argumenta que la experimentación con menores debe ser detenida hasta que existan más pruebas concluyentes.
Un debate que seguirá creciendo
El creciente número de menores sometidos a cirugías de reasignación de género y otros tratamientos hormonales ha intensificado el debate sobre la ética médica y la autonomía de los menores. Mientras que algunos argumentan que estos procedimientos son esenciales para el bienestar de los jóvenes que luchan con su identidad de género, otros, como Do No Harm, advierten que las consecuencias a largo plazo de estos tratamientos no están suficientemente comprendidas y que los menores podrían ser sometidos a intervenciones que podrían lamentar en el futuro.
El debate no solo abarca aspectos médicos, sino también éticos y políticos, dado que la variabilidad en la aplicación de estos tratamientos entre estados muestra cómo las políticas de género y salud están profundamente influenciadas por las orientaciones políticas locales.
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