5:30 minutos. Los sueños y las pesadillas nos muestra cómo se logra el equilibrio entre destinos divergentes.
Los sueños y las pesadillas
Un rico hombre de campo poseía una enorme hacienda, en la cual permanentemente se sembraban toda clase de cultivos. Muchos campesinos acudían a laborar en los distintos oficios propios de este latifundio. El trabajo era agotador, y en las tardes, al caer el sol, todos regresaban a sus casas, con las últimas fuerzas que les quedaban para hacer el camino.
Entre todos ellos, se destacaba uno ya muy entrado en años, quien seguía laborando a la par con los otros, e incluso se veía obligado a cumplir con las tareas más duras. Diariamente se le veía, serio y callado, trabajando de una forma tan dura.
Pero tan pronto llegaba a su humilde morada, donde desde hacía años vivía solo, caía agotado en la cama, y la fatiga rápidamente lo sumía en un profundo sopor. Entonces, invariablemente, noche tras noche, soñaba que era el soberano de un rico reino. Desde su trono dorado despachaba los asuntos de sus vasallos, imponía castigos, impartía justicia y dispensaba misericordias a quien lo merecía.
Después de esto celebraba grandes fiestas con abundante comida y bebida, sin preocupación ninguna. En sus labios dormidos, se podía apreciar una leve sonrisa de satisfacción. En la mañana, sintiéndose más ligero, volvía a su arduo trabajo. Cuando algún compañero, compadecido al ver su cansada espalda doblada bajo el sol, le manifestaba su lástima, él contestaba sin titubear:
-Del total de años que vive el hombre, la mitad son días y la otra mitad son noches. En el día trabajo arduamente y mi vida es difícil y carente de alegría. Pero en la noche, mientras sueño, soy un magnífico rey a quien todos respetan, y no carezco de nada. Entonces, ¿por qué tengo que vivir quejándome?
Por su parte, el rico hacendado también vivía absorbido por la administración de sus propiedades. Diariamente debía enfrentar cientos de situaciones difíciles, resolver problemas, dar órdenes y vigilar que las cosas se hicieran según lo que requería. Por la noche, agotado por todas sus preocupaciones mundanas, caía extenuado en su cama y rápidamente era vencido por la fatiga.
Entonces soñaba que era un criado en una hacienda ajena, donde debía trabajar duramente. Sin importar cuánto se esforzara, lo gritaban y recibía bastonazos e insultos. Todo debía aguantarlo sin chistar. Su rostro dormido se crispaba, mientras balbuceaba en medio de leves quejidos. Solo al despertar en la mañana, recuperaba la tranquilidad.
Cierto día, preocupado por estos sueños tan fatigosos que nunca lo dejaban, le contó la situación a un amigo. Éste lo escuchó con atención, y conociendo cómo era el manejo que daba a sus cosas, le dijo:
-Tu posición privilegiada te permite tener todo tipo de comodidades, riqueza y honores. Esos sueños que te convierten en un criado tratado duramente, no son más que la manifestación de la rueda del karma, que te provee de las tribulaciones que necesitas, correspondientes con tu buena fortuna. ¿Por qué piensas que debían ser iguales tu vigilia y tus sueños?
Estas palabras le permitieron al hacendado reflexionar sobre su comportamiento con quienes le servían. De modo que moderó la intensidad de las labores que debían cumplir, permitiéndoles tener una vida más llevadera. Así, también disminuyeron sus preocupaciones y, al llegar la noche, un poco menos agotado, sus sueños también se dulcificaron.
De este modo, ambos, criado y patrón, pudieron llevar unas vidas más tranquilas, de acuerdo a la fortuna que a cada uno había deparado el destino.
Cuento anónimo chino, adaptado para VCSradio.net
Tema musical: Bensoud – Tomorrow
Portada: Carlos Morales G. para VCSradio.net
Narración: Javier Hernández
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