6 Minutos. Los Regalos Más Valiosos No Se Encuentran En Las Tiendas, entérate de lo valioso que puede ser valorar las cosas más sencillas. Puedes leer o escuchar la nota a continuación…
El ser humano es social por naturaleza, necesita del otro para poder expresar sus sentimientos.
Desde tiempos antiguos hasta la actualidad de hoy, se tiene la necesidad de compartir, ya que es inherente en las personas sin importar edad, nacionalidad, raza o credo.
Las manifestaciones de afecto generan seguridad, afianzan y moldean personalidades asertivas, es por ello que conformar núcleos familiares es fundamental para una sana sociedad en donde cada uno juega un rol importante complementándose con armonía. Sin embargo, en estos tiempos actuales esa necesidad primordial de afecto ha tenido cambios abismales, es así como se ha dado más importancia a los bienes materiales para suplir el afecto, dejando de lado el verdadero sentido de estar juntos y la valoración mutua.
Los medios de comunicación con su publicidad, generan necesidades efímeras y pasajeras vendiendo una felicidad artificial, cambiando la escala de valores en forma lenta, sistemática, y eficaz, siendo imperceptible, pero volviéndola un modo de vida.
Es por ello que el llamado es a recordar la sencillez de dar y expresar esos buenos sentimientos, por medio de detalles que generen un impacto emocional positivo y duradero, que transformen ambientes con el reconocimiento hacia las otras personas afianzando y elevando la escala de valores.
La sociedad de consumo en la actualidad es un rio imparable ya que el objetivo es volver a las personas insaciables de cosas y elementos innecesarios, este continuo consumo fortalece los apegos a bienes materiales. Para San Agustín los objetos no son vitales, en esta frase “Deseo poco y lo poco que deseo lo deseo poco”, es una buena reflexión para darse cuenta de cómo se ha invertido la escala de valores en la sociedad.
Es momento para despertar, seguir la corriente de los deseos puede ser una búsqueda imparable, puede traer y generar frustración, infelicidad, tristeza, depresión y lo peor, generan berrinches y pataletas en los menores a los cuales esta realidad también los ha permeado, generando insatisfacción al no conseguir el objeto deseado.
Es hora de crear conciencia y poner la balanza a favor, saber que la humanidad actual seguirá prometiendo la felicidad en lo superficial, esta realidad no se transforma si no hay conciencia, dar el primer paso al cambio es no perimir que la sociedad de consumo controle nuestras vidas.
Hacer resistencia desde el corazón y la mente, es ganar conciencia que, para poder expresar un agradecimiento a la persona querida, se puede volver a esa época en donde los regalos se fabricaban en casa con materiales del medio como: un cuadro, un porta retrato con la foto preferida, una manualidad creativa, un postre, una tarjeta hecha en casa, la pulsera con semillas, un sin fin de materiales que depende de la creatividad de cada persona. Lo interesante de retornar a estos detalles sencillos, es dedicar el tiempo para construirlos y de esta forma, se agrega un valor sentimental que puede ser más valioso.
Esta es una buena forma de enseñar a los niños que; la felicidad es un estado no una cosa.
Cuando se reconoce que la felicidad no depende del objeto más costoso, se gana la plenitud del tesoro revelada en la solidaridad del vecino, la bondad del hermano, una caricia, un abrazo, un beso, una palabra de aliento, un perdón y una disculpa.
Los regalos más valiosos no se encuentran en las tiendas, están en los hogares, en los momentos vividos, en la sonrisa de un niño, en el consejo del viejo, en la protección del padre, en la ternura y cuidado de una madre y sobretodo en el silencio de una oración a nuestro padre creador.
Artículo, Adriana Contreras para VCS radio.net
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