5 minutos de lectura. La teoría racial crítica se ha estado expandiendo por toda América, hablando de la igualdad de las razas, pero dividiendo a la sociedad según el orígen racial. Veamos cómo se presenta en Latinoamérica.
De acuerdo con la Teoría Racial Crítica, TRC, surgida en EEUU desde la academia en los años 1970, el racismo es un problema estructural en ese país. Por lo tanto, se debe derribar a través de la educación y las políticas públicas, así como por la cultura y la propaganda masiva.
Pero realmente, detrás de la ideología de la TRC hay un claro trasfondo marxista, que pretende homogenizar el pensamiento de toda la nación. Se trata de aquello que los regímenes comunistas soviético y chino hicieron brutalmente en su momento, pero ahora de un modo más suave.
Mediante el permanente adoctrinamiento, la TRC ha logrado que los blancos se sientan culpables de su color de piel, mientras a las minorías negras se les inculca el resentimiento hacia el blanco ‘esclavista’. De esta forma, unos y otros han quedado atrapados en un pasado que ya debía haber sido superado.
Quienes lideran los movimientos antirracistas, como Black Lives Matter, creen ciegamente en la teoría del racismo como parte de la nación, como si se tratara de una política de estado o de una estructura social.
Pero olvidan que ya EEUU tuvo en Barack Obama un presidente negro. Igualmente, la gran cantidad de personajes de color que han triunfado en todas las actividades sociales.
Todo esto es porque, finalmente, la TRC simplemente forma parte de un modelo mediante el cual se está destruyendo el tejido social, no solo en EEUU, sino en todo occidente.
Este movimiento, aunado al feminismo radical, la ideología de género, la cultura de la cancelación y el adoctrinamiento sexual infantil, conforman una agenda planeada cuidadosamente y que, como un gas mortífero, se extiende por toda la sociedad.
Por lo tanto, tratándose de una agenda promovida por los movimientos progresistas de izquierda, dicho gas ha llegado a Latinoamérica.
Sin embargo, en nuestro continente la TRC tiene que ser adaptada porque la mayoría del territorio es multicultural, y casi toda la población es mestiza, entonces no hay “blancos” para enfrentar con otras razas.
Por ésto se le ha dado fuerza al movimiento indigenista, e igual que en EEUU, es apoyado por otras razas. Todos vimos cómo, después del asesinato del afroamericano George Floyd en EEUU, las revueltas que siguieron incluían el derribamiento de las estatuas de Cristóbal Colón, y de otros personajes históricos.
Eso mismo se vio en las últimas protestas en Colombia, donde grupos de indígenas hicieron giras por el país imitando el derribo de estatuas de conquistadores españoles.
Aunque es cierto que los indígenas en Latinoamérica están marginados socialmente y que los gobiernos los han ignorado hasta cierto punto, resulta ridícula la solución de señalar a los antepasados de la actual población mestiza y culpar a los españoles actuales.
Los antepasados culpables pertenecen a otra época, y de hace quinientos años al día de hoy, el mundo ha cambiado radicalmente. La victimización no ayuda a salir del atraso a nadie.
Ciertamente, a los promotores de estos movimientos no les interesan los resultados de tal conmoción social. Simplemente se han hecho cargo de todos aquellos movimientos de reivindicación de minorías, que originalmente no tenían color político. Es una forma eficaz de captar simpatías, mostrándose cercanos a las inquietudes populares.
Pero, en realidad, lo que se persigue, al igual que en EEUU, es desbaratar el tejido social.
Entonces, la Teoría Racial Crítica lo que busca es enfrentar a las minorías, impidiendo la creación de la unidad nacional como un solo pueblo. Es así que, el indígena colombiano se siente más hermanado con el mapuche chileno o los quechuas o aimaras de Bolivia.
Los pueblos negros, por su parte, se sentirán más cerca de la lejana África, que de su aldea natal de cientos de años. En tanto que, la gran población mestiza siente que naufraga al no tener unas raíces en ninguna parte.
Todo lo anterior, mediante un adoctrinamiento permanente, va llevando a los países hacia la pérdida de su identidad. Entonces aquí surge una mano salvadora: el izquierdismo que, supuestamente, une a todos y los acoge bajo su ala protectora.
Mucho han hablado los líderes izquierdistas de la región, como los hermanos Castro o Hugo Chávez, sobre una América unida. Pero, naturalmente, unida bajo la tutela de regímenes totalitarios que no permitirán un pensamiento disidente.
Porque, cuando logren su objetivo, ya las diferentes sociedades habrán aceptado pasivamente otra de sus herramientas mágicas: la cultura de la cancelación. Y por supuesto, mediante esta podrán controlar cómodamente qué se puede y qué no se puede opinar, según lo desee el líder de turno.
Escrito por Carlos Morales Galvis para VCSradio.net
Foto Portada: wikimedia commons
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