Desde hace ya varios años, el régimen chino viene adelantando una agenda muy bien estructurada, la cual se enfoca en la expansión de su influencia no solo en el entorno asiático, sino a nivel global. El fin último de esta arremetida es convertir a China, en la primera potencia mundial, tanto económica como ideológica.
Para alcanzar este objetico, China ha desplegado, pacientemente a través de los años, diversas estrategias. Entre otras, podemos mencionar la influencia decisiva sobre los países pobres de África, Latinoamérica y Asia, todos ellos ansiosos de sus enormes ayudas financieras. A cambio, extraen los recursos naturales de esos países, a la vez que los convierten en socios dóciles a la hora de elegir las directivas de los organismos multilaterales como la ONU o la OMS.
Igualmente, a los países industrializados les ofrece su mano de obra semi esclava, para la instalación de las industrias fabriles en territorio chino. La desesperada búsqueda de materiales médicos durante la pandemia del virus de Wuhan, nos mostró el resultado de estas alianzas, cuando se descubrió que la mayor parte de esos insumos eran acaparados por China.
Siguiendo esta agenda, ahora vemos cómo, hace unos días, al Partido Comunista Chino (PCCh) informó que ya no utilizaría el Dólar para las transacciones internacionales, tanto bursátiles como financieras; para estas actividades utilizará la moneda de China, el Yuan.
Como parte de esta estrategia, también se ha convertido en el primer país en oficializar una moneda digital respaldada por el banco central. En este marco, anunció que el 50% de los salarios de los trabajadores públicos – en realidad casi todos lo son – se pagarán con dinero electrónico que puede cambiarse por yuanes a una tasa de “uno a uno”.
Paralelo a todo esto, desde que China pasó a ser el mayor importador mundial de petróleo, por encima de EEUU, comenzó a cerrar acuerdos con sus proveedores para realizar las compras en Yuanes, lo cual ya se cumple con Rusia, Irán, Venezuela y Angola.
icar que, paulatinamente irá extendiendo esta exigencia a todos sus proveedores, de modo que, considerando la capacidad de compra que posee, será cuestión de tiempo para que el Yuan comience a descontar ventaja al dólar en el comercio internacional.
De hecho, ya son varios los bancos europeos como el Banco Central de España, el banco central de Bélgica, el Banco Central Europeo y otros no menos importantes, que han comprado divisas en Yuanes, conscientes de la importancia que está adquiriendo esta moneda a nivel mundial.
Así que, parece innegable que la imposición del Yuan como una moneda que cada día adquiere mayor peso en el comercio global, implica que se trata de un arma más dentro de la estrategia de extender el dominio del régimen chino a cada vez más países.
Pero, por otro lado, muchos analistas opinan que no necesariamente los EEUU deben preocuparse de perder el lugar de privilegio que tiene el Dólar en el mundo. Y esto es porque, de todos modos, el PCCh no inspira la confianza debida, al tratarse de un régimen autoritario. De hecho, es muy claro que el yuan es una divisa controlada por un Estado, donde ni siquiera hay separación de poderes entre el gobierno y el Banco Central.
Sin embargo, no se debe perder de vista que, acciones como la presentada recientemente en Hong Kong, o el incremento en la persecución a los Uigures y a los seguidores de la práctica de meditación Falun Gong, demuestran claramente que este régimen perdió la vergüenza y no se preocupa por la imagen que proyecta al resto del mundo.
Esto se debe a que, 70 años de dictadura totalitaria le han enseñado sobradamente que, si posee la fuerza represiva y el poder económico, difícilmente alguien se atreverá a alzarle la voz. Queda por ver hasta qué punto, el mundo libre está dispuesto a soportar esto.
Redacción: Carlos Morales para Vivir con Sabiduría.uno con información de Panampost, expreso de Ecuador y El Comercio