8:45 minutos de lectura. Tal vez la espada más famosa de la historia es la Excalibur del legendario Rey Arturo. Pero la espada de San Galgano aún la podemos observar, calvada en una roca, como él la dejó.
Como tantas historias del pasado, la de San Galgano se encuentra en equilibrio entre la realidad y la leyenda. Por lo tanto, su célebre espada es un símbolo, a la vez de fe y de persistencia.
El joven Galgano Guidotti nació en el pueblo de Chiusdino, en la provincia italiana de Siena, seguramente en 1148. Habiendo nacido en una familia noble, creció con los privilegios que le brindaba su condición en la época.
Como era común entre los ricos herederos, se formó en el arte de la guerra. Orgulloso de su linaje y de las armas, tenía un temperamento agresivo y arrogante. Se dice que vivía una vida disoluta, entregado a los placeres.
Pero, Dios le tenía reservado otro destino, muy alejado de la vida que conoció en sus años de formación.
El camino a la santidad
Según la leyenda, el Arcángel San Miguel se le apareció en varias ocasiones, enseñándole el camino de la divinidad, e instándolo a dejar su vida relajada. Consecuentemente, Galgano fue dejando sus deseos de fama y fortuna, así como el aprecio por las armas.
Inicialmente, con algo de indecisión, comenzó a vestirse modestamente y a predicar en las cercanías de Siena. Tanto sus antiguas amistades de juerga, como su familia, no comprendían su comportamiento, el que consideraban contrario a la conducta de un noble caballero.
Pero él, a pesar de las vacilaciones, persistió en su nueva vida, hasta que su madre entendió que estaba tomando un camino sin retorno. Esperando recuperarlo, le insistió que por lo menos se despidiera de su prometida, a quien no había vuelto a ver.
Con lo anterior, ella pensaba que la hermosa joven podría traerlo de regreso a su antigua vida. Pensando que se trataba de un paso importante, previo al verdadero inicio de su nueva vida, Galgano se vistió con sus mejores galas y partió hacia la morada de su prometida.
Sin embargo, en el camino, repentinamente el caballo se encabritó, arrojándolo contra el suelo. Durante unos minutos permaneció inconsciente, y cuando abrió los ojos, pudo ver nuevamente la altiva figura del Arcángel Miguel.
El Arcángel le ordenó dirigirse a la colina de Montesiepi, la cual se encontraba cerca del lugar donde había caído. Ya más sosegado, Galgano se dirigió en compañía del líder de los ejércitos celestiales hacia la colina, mientras una espesa bruma comenzaba a envolverlo.
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San Galgano encuentra su destino
Una vez se acercó a la cima de la colina, pudo ver a Jesús con la Virgen, rodeados por los apóstoles, y detrás de ellos un templo, el cual finalmente fue lo único visible. Entonces, el Arcángel le pidió una vez más que renunciara a su vida disipada y al egocentrismo que siempre lo había rodeado.
Sintiéndose abrumado ante una decisión tan trascendental, Galgano le dijo que ya había probado, y eso era realmente imposible. Para sustentarlo, tomó su espada, y mientras afirmaba que era tan difícil como clavarla en una roca, la hincó en una piedra que se hallaba al lado.
Sin embargo, para su sorpresa, la espada se incrustó como si se tratara de mantequilla. Una vez clavada, él ya no pudo recuperarla a pesar de usar todas sus fuerzas.
Ante esto, se arrodilló humildemente, dispuesto a obedecer lo que le fuera ordenado. El Arcángel le encomendó construir una ermita en ese lugar, mientras le reiteraba el deseo que provenía de Dios sobre lo que debía hacer de su vida.
Después de esto, Galgano construyó en ese sitio una cabaña que hacía las veces de ermita, y dedicó el resto de su existencia a vivir como un humilde ermitaño. Vivió a partir de entonces una existencia austera, dedicado a la meditación y la vida contemplativa.
Rápidamente se hizo conocido por su santidad, y tanto los campesinos como los nobles lo visitaban con frecuencia para pedirle bendiciones y consejo.
De este modo vivió hasta los 33 años, cuando murió en 1181. Los abades cistercienses se encargaron de su funeral, al cual se le consideró un acontecimiento de gran importancia religiosa.
Santidad y leyenda
A partir de su muerte se inició el proceso de canonización, el cual se llevó a cabo cuatro años más tarde.
Así mismo, sobre el lugar donde se encontraban la espada y la cabaña, se levantó un templo conocido como Cappella di Montesiepi, o La Rotonda.
Algunos años más tarde, los monjes cistercienses construyeron en su honor una construcción conocida abadía de San Galgano, la cual se encuentra en ruinas.
Durante muchos siglos se pensó que la historia de la espada era realmente una leyenda, creada para atraer la atención del pueblo. Pero diversos estudios han demostrado que fue fabricada en el siglo XII, la misma época en la que vivió el santo.
Igualmente, en 2001, Luigi Garlaschelli de la Universidad de Pavía demostró, mediante un estudio, que tanto “la composición del metal y el estilo son compatibles con la era de la leyenda”. Igualmente, que tanto la empuñadura como la hoja que se encuentra oculta en la roca pertenecen al mismo artefacto.
Un hombre trató de extraer la espada en 1992, pero en su intento la rompió. Por lo tanto, debió ser reparada y protegida con una cubierta.
También se ha podido verificar, mediante escáner, que debajo de la espada hay una cavidad de 2 metros de largo por 1 de ancho. Se presume que se trata de la tumba de San Galgano, la cual siempre se ha pensado que se encuentra en la misma rotonda.
Legado de San Galgano
Aunque no es reconocido por muchos milagros, la historia de San Galgano dejó una enseñanza sobre la renuncia y la humildad. Siguiendo el camino hacia la santidad, renunció a todos los placeres y deseos mundanos, con los cuales había vivido hasta entonces.
En cuanto a la espada, que finalmente se conservó durante estos 800 años intacta, se conoce como un símbolo de la cruz, así como de la representación del milagro que condujo a Galgano por el sendero de Dios.
Actualmente se le conoce como la “Excalibur italiana”. Pero, a diferencia de la espada del rey Arturo, la de san Galgano está a la vista de todos. Pero, además de esto, nunca llegó alguien que pudiera sacarla de la piedra que la guarda.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Música de fondo: The chase – Envato
Narración: Javier Hernández
Foto de portada: pxfuel.com – libre de derechos
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