7 minutos de lectura. Desde cuando el ser humano tuvo conciencia de la existencia de seres superiores, buscó rendirles homenaje a través de la música. Pero la cantata es, sin duda, la más grande expresión de dicha alabanza.
Orígenes de la cantata
La cantata es una composición vocal acompañada por una pieza musical, la cual ha sido escrita para una o más voces solistas. Suele tener varios movimientos, y ocasionalmente se acompaña con un coro.
Esta modalidad musical apareció hacia 1620 en Italia, siendo Alessandro Grandi uno de sus creadores.
Inicialmente la cantata era una composición escrita para una voz y el texto era de carácter profano o secular, como la música para baile o las canciones de amor.
Entre los compositores que se destacaron en esta etapa de la cantata, encontramos a Antonio Vivaldi, Tomaso Albinoni y Alessandro Scarlati, quien llevó a su máxima expresión el Aria da capo.
Esta aria da capo es una variación, compuesta para un solista con acompañamiento musical. Consta de tres secciones, siendo la tercera una repetición de la primera por lo que se llamaba “da capo”, que en italiano significa “desde el principio”. En esta sección el cantante tenía libertad de introducir variaciones que le permitieran lucirse.
La cantata alemana
Mientras en Italia el enfoque de la cantata se centraba en la música profana, en la Alemania luterana se vincula esencialmente con la música religiosa.
Por lo tanto, es allí donde la cantata llega a su máxima expresión, siendo Johan Sebastian Bach su exponente más significativo. Se dice que Bach compuso alrededor de 300 cantatas, de las cuales han llegado hasta nuestros días 194.
En esas composiciones, se puede apreciar toda la calidad interpretativa, recursos técnicos y capacidad expresiva del autor. Entre ellas hay cantatas para solistas, así como para tres o más voces, a veces acompañadas de coros. También varía el número de instrumentos.
Pero la magnificencia de las cantatas de Bach se encuentra en la cercanía que tienen con la divinidad. La mayor parte de los textos eran tomados de poesías devotas, de las cuales el autor tomaba las ideas que habría de llevar al lenguaje sonoro. Con estas composiciones, buscaba realzar el evangelio del día, ya que componía una pieza para cada uno de los oficios litúrgicos que se celebraban diariamente.
Por lo anterior, cada una de sus cantatas se encuentra estrechamente vinculada al pasaje del Evangelio que le corresponde. Por esta razón, para disfrutar plenamente de las cantatas de Bach, es necesario hallarse en el contexto que el Evangelio transmite.
En alguna ocasión, Bach dijo:
“El único propósito de la música debería ser la gloria de Dios y la recreación del espíritu humano”.
De manera que fue en Alemania donde la cantata alcanzó la plena madurez, en una forma realmente elaborada. Aparte de Bach, encontramos allí a compositores de la talla de Heinrich Schütz, Dietrich Buxtehuda y Georg Philipp Telermann.
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La cantata, sendero para la divinidad
Aunque la cantata representa por sí sola una composición con la suficiente belleza expresiva para agradar al oído, esto es apenas una parte de su valor. Porque en realidad supera lo simplemente artístico o religioso.
A través de ella avistamos la grandeza de Dios, pero también la existencia humana atrapada entre el dolor y la esperanza. Ella nos permite asomarnos a los grandes temas humanos. Finalmente, gracias a ellos, podemos reflexionar sobre nuestra relación con Dios, acercándonos a nuestro propio conocimiento.
Son muchos los que creen que la cultura tradicional, representada por el arte y la música, fue legada por el cielo. Eso explicaría que las obras más grandes producidas por los artistas clásicos se hayan hecho como tributo a las divinidades.
Por ello Bach destaca, no solo como uno de los más grandes artistas de todos los tiempos, sino por su música sublime que tiene la capacidad de elevarnos hacia altas esferas.
Una de las experiencias artísticas más poderosas y sublimes es escuchar una de sus cantatas durante un oficio religioso. Son los templos los escenarios perfectos para su música, pues es el entorno en el cual fue compuesta.
Como un bello remate, escuchemos la Cantata BWV 1, “Qué hermosa es la Estrella de la Mañana”. Esta pieza, se estrenó en Leipzig en 1725, el día de la Anunciación. Basada en un conocido himno luterano. Está compuesta por una soprano, tenor, bajo, un coro, dos trompas, dos oboe da caccia, uno de los cuales acompaña a la soprano, dos violines obligados, viola y bajo continuo.
Esta version es interpretada por el coro y orquesta de la Schola Seconda Practica de la iglesia protestante Trogen en Suiza, bajo la dirección de Rudolf Lutz.
Cantata BWV 1 “Wie schön leuchtet der Morgenstern”
Escrito por Carlos Morales Galvis, para VCSradio.net
Narración: Javier Hernández
Música de fondo: Oda a Bach – Envato
Imagen de portada: Captura de pantalla-YouTube – Cantata BWV 1 “Wie schön leuchtet der Morgenstern”