
6:00 minutos de lectura. El cuento La Búsqueda Correcta nos muestra a tres campesinos buscan agua en tierras áridas. Pero solo uno de ellos tiene éxito. El método empleado por este hombre, nos enseña una lección sobre la importancia de enfocarnos en un solo objetivo.
Eran estos tres campesinos cuyos predios colindaban unos con otros. La región donde se encontraban sus parcelas era escasa en manantiales o fuentes de agua, lo que les generaba grandes dificultades para obtener suficientes cosechas, ya que dependían exclusivamente de las lluvias.
Pero el clima era bastante impredecible y las lluvias, por lo tanto, no eran lo suficientemente abundantes. Esto hacía que llevaran una vida con muchas limitaciones, pues incluso para la cría de animales se veían muy restringidos.
Cierto día, se encontraban hablando sobre esta situación, preocupados porque no veían una salida fácil, además de que nadie se interesaba por comprarles unas tierras casi estériles. Casualmente pasó por allí un agricultor conocido, llamado Juan, quien llevaba parte de su cosecha hacia la aldea en un par de mulas. Se acercó a saludarlos, y viendo sus rostros serios, se interesó en el motivo de la reunión.
Cuando le expresaron el problema que compartían por la escasez del agua, Juan caviló un momento y les preguntó:
-¿Pero ya buscaron bajo la superficie de la tierra alguna corriente subterránea?
Uno de ellos, llamado Antonio, le contestó en seguida, moviendo tristemente la cabeza:
-No, vecino, no vale la pena intentarlo. A simple vista se ve que estas tierras son demasiado secas.
Juan se mostró sorprendido.
-Sin embargo -habló de nuevo-, yo tengo un terreno muy parecido a los de ustedes, pero cuando lo compré, había allí un aljibe, de donde obtengo agua en abundancia y jamás me ha faltado, aún en verano. Miren, esta es apenas una pequeña parte de mi cosecha y observen la calidad de lo que produce esa tierra.
Ellos se miraron unos a otros sorprendidos, y con algo de vergüenza, el llamado Calixto replicó:
-Jamás lo hubiera creído, vecino. Mirando la superficie, esta tierra parece árida, pero seguramente aquí también puede haber agua suficiente para todos.
-Por supuesto, vamos a intentarlo -dijo Luis-. Gracias por compartirnos su experiencia.
Después de esto se despidieron, y los tres vecinos acordaron buscar cada quien en su terreno, esperando encontrar rápidamente el ansiado líquido.
Antonio, quien era muy sistemático, dividió su terreno en una cuadrícula, y en cada sector comenzó a excavar. Perforaba dos metros, y al no haber nada, pasaba al otro cuadro, y así, lentamente, con paciencia, fue cubriendo todo el terreno.
Calixto, a su vez, observó los cuatro puntos más prometedores. En cada uno de ellos comenzó una excavación de cinco metros de profundidad, convencido de que en alguna de tales perforaciones tendría éxito.
A diferencia de ellos, Luis eligió el sitio en el que la hierba se podía ver más verde y los árboles ofrecían mejores frutos. Allí comenzó a excavar, lentamente y con determinación. Desde la distancia sus vecinos lo miraban con una sonrisa un poco burlona, pensando que tanto esfuerzo podría ser en vano, pues estaba perdiendo muchas otras oportunidades al concentrarse en un solo sitio.
Pero mientras ellos cavaban una y otra vez corriendo de aquí para allá, Luis avanzaba persistentemente en su excavación. Nada parecía importarle que a medida que profundizaba, se le dificultaba más extraer la tierra.
Así estuvieron todo el día, cada quien en su tarea, pensando todos en la hermosa cosecha de Juan, y en las grandes posibilidades que se les abrirían si lograban tener éxito en su búsqueda.
Pero ya en la tarde, de repente se escuchó un grito de alegría. Antonio y Calixto volvieron la mirada hacia donde se encontraba Luis, y vieron sorprendidos cómo éste sostenía en las manos un balde rebosante de agua. En seguida dejaron sus herramientas y corrieron hasta donde su vecino, quien descolgaba, atado a una larga cuerda, el balde que ya había vaciado.
Al llegar a su lado, Luis estaba halando el balde, el cual venía cargado de agua, aún algo turbia por el barro depositado en el fondo de un profundo pozo. Su rostro estaba radiante y, con una mirada de alegría les dijo:
-Miren, Juan tenía razón, ya nunca tendremos problemas de agua
Calixto, aún agitado por la conmoción, lo interrumpió:
-Pero no comprendo, he buscado por cuatro sitios que se veían muy buenos, y aún no encuentro nada. Ya he excavado casi veinte metros.
-Y yo he excavado veinticinco metros, haciendo perforaciones por todo mi terreno -dijo a su vez Antonio-. Usted en cambio, solo excavó en este sitio. Díganos cómo sabía dónde excavar.
Luis los miró un poco divertido, y les dijo:
-Amigos, eso último, precisamente, es la diferencia. Ustedes excavaron muchos metros por todas partes en sus terrenos. Mientras tanto, yo solo excavé catorce metros, pero como ven, lo hice en un solo sitio.
Reflexión: El campesino que conoce el secreto de la tierra, excava en un solo sitio para hallar la fuente de agua necesaria para alimentar sus plantas. Así mismo, el hombre sabio profundiza en el conocimiento de lo que le interesa. No debemos disipar nuestra atención, tratando de aprender de todo lo que encontramos en nuestro camino. Si buscamos aprender un fragmento de cada ciencia, arte o disciplina, jamás dominaremos ninguna de ellas. Igualmente, quien busca la iluminación espiritual, jamás podrá alcanzarla si no se enfoca en una sola vía.
Cuento adaptado para VCSmedia por Carlos Morales G.
Narración: Javier Hernández
Portada: Carlos Morales G.
Música: Tension Face to Keys – Envato
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