5 minutos. Por décadas, la corrupción ha sido uno de los grandes problemas del continente americano. Ante esto, muchos pueblos han depositado sus esperanzas en gobiernos de izquierda. Pero, ¿ha sido realmente una solución?
Casi desde la misma fundación de las repúblicas latinoamericanas, la corrupción ha sido el mayor azote y el peor obstáculo para su crecimiento. Esto ha motivado a que movimientos revolucionarios, e ideologías de izquierda se presenten como una esperanza salvadora.
Fue especialmente durante el siglo XX, cuando comenzó una reacción popular en contra de gobiernos abusivos y despóticos en la región. Desde las revoluciones agrarias en México, hasta el triunfo del peronismo en Argentina, se fue solidificando un movimiento con ideales comunistas, que pedían un cambio.
En 1959, Fidel Castro tomó el poder en Cuba, y así se inició el primer gobierno realmente comunista en América Latina. Sin embargo, bien pronto mostró su verdadera intención, al convertirse en una dictadura que por más de 60 años estuvo en manos de los hermanos Castro, y que hoy perdura, implacable, bajo la mano de hierro de Miguel Díaz-Canel.
Posteriormente, aparecieron las guerrillas sanguinarias de las FARC y el ELN en Colombia, y las de Sendero Luminoso en Perú; todas ellas, alentadas y financiadas en un principio por la dictadura cubana. En todo el continente, los caudillos marxistas iban tomando fuerza. En Chile, Salvador Allende pudo llegar a la presidencia por votación popular en 1970.
Todos estos personajes hablaban de defender a los pobres, y así mismo encontraban apoyo entre el pueblo cansado de la corrupción de los sucesivos gobernantes. Incluso muchos empresarios también llegaron a pensar que ésta podía ser una salida digna, al ver que los altos impuestos que ellos pagaban solo se veían reflejados en obras inconclusas.
De esta forma, comenzaron a crecer los partidos de izquierda, y llegaron, uno tras otro, a las presidencias de los diferentes países latinoamericanos.
Pero cuando ya prácticamente todos han sido tocados por la ideología de izquierda, cabe la pregunta: ¿Se ha superado realmente la corrupción bajo sus gobiernos? ¿Han salido de la pobreza sus millones de pobres? ¿Gobiernan ellos, ahora, países prósperos y competitivos?
Tratemos de responder a estas preguntas con un rápido recorrido por algunos países donde los movimientos de izquierda han gobernado; echemos también un vistazo a cómo han manejado la corrupción:
– Cuba actualmente se debate ante la permanente crisis social y económica, tratando de sobreaguar con la ayuda de los países amigos del régimen. Pero la pobreza en que vive el pueblo cubano, con bajos salarios y poca movilidad social, no permite que tengan esperanzas a corto plazo.
El principal resultado de esto es que cada quien busca complementar sus escasos ingresos, apelando a los pequeños sobornos o cobros por favorecimientos en sus trabajos, cuando los tienen. Aunque no se mencione la palabra “corrupción”, esto ya no es visto como algo reprochable. Se trata, ante todo, de la supervivencia. Mientras tanto, la familia de los Castro, vive de espaldas a los resultados de la revolución.
– En Venezuela, se trata de un caso que justificaría un artículo completo. O, talvez, un libro. Podemos citar el caso de Alejandro Andrade, secretario privado de Hugo Chávez y Tesorero Nacional de Venezuela entre 2007 y 2010. Este personaje fue condenado en EEUU, en noviembre de 2018, a 10 años de prisión por lavado de activos. Para obtener rebaja de pena, reconoció haber recibido sobornos por mil millones de dólares (US$1.000 millones).
El exrepresentante legal de la estatal PDVSA, Edoardo Orsoni, fue condenado por un tribunal de Florida, por recibir sobornos para contratos con la petrolera. Se comprometió a devolver US$4,5 millones.
En 2016, el ex miembro del gabinete por 14 años, Jorge Giordani, hoy distanciado del chavismo, aseguró que, de los fondos existentes del petróleo, se habían perdido alrededor de US$300.000 millones. Hasta ahora solo se conoce de US$52.000 millones ubicados en diferentes países, producto de la corrupción.
Del caso de Alex Saab, recientemente deportado desde Cabo Verde a EEUU, por ahora es mejor no mencionar sus complejas implicaciones, las cuales están por verse durante el juicio que le aguarda.
Todo lo anterior ha ocurrido en el país que tuvo las mayores reservas mundiales de petróleo y fue llamado “la Arabia Saudita de América”. Hoy día, gracias al régimen que dice representar al pueblo, millones de venezolanos recorren las carreteras de América buscando huir de la pobreza y el despotismo.
– Brasil, por su parte, saltó al primer plano mundial cuando el escándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht salpicó a partir de 2016 a presidentes de todo el continente. El presidente Lula da Silva se vio involucrado y alcanzó a pagar 580 días de prisión, de los 26 años de su condena. Aunque ahora está libre y puede postularse a las elecciones de 2022, el proceso continúa y las acusaciones siguen vigentes.
Lula ha sido acusado, no solo de recibir sobornos, como el supuesto pago de USD $100 millones por parte de Odebrecht al Partido de los Trabajadores (PT). También se le acusa, entre otras cosas, de haber ordenado a Odebrecht financiar la expansión del Puerto de Mariel en Cuba, que costó 957 millones de dólares, avalados por el Estado brasilero.
Mientras tanto, un gran número de funcionarios y contratistas han sido condenados en el marco de los procesos que se siguen por el monumental caso de corrupción orquestado bajo el amparo del gobierno de Lula.
– En Colombia, uno de los mayores escándalos de corrupción lo protagonizó en 2010 el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno Rojas, del izquierdista partido Polo Democrático. El llamado carrusel de la contratación le significó al erario pública la pérdida de más de 1.100 millones de dólares.
– En Argentina, con el Kirchnerismo, Bolivia con Evo Morales y Nicaragua con Daniel Ortega, todos ellos, además de las decisiones en materia económica que han llevado a sus países hacia la bancarrota, la limitación de libertades y la manipulación para mantenerse en el poder, es visible que la terrible corrupción campea libremente.
Aquello por lo cual sus pueblos les entregaron el poder, con la esperanza de ver los dineros del estado bien manejados, ha sido traicionado. Todos los países latinoamericanos se han mantenido en estado de pobreza desde el siglo XIX, cuando alcanzaron la independencia. Aunque sabemos que la corrupción es uno de los mayores flagelos de la región, ha sido imposible desterrarla.
Sin embargo, está más que comprobado que la política de izquierda no es la panacea que muchos han prometido para este mal. Por el contrario, el exceso de poder les hace creer a quienes se ‘atornillan’ en sus puestos, que pueden actuar con entera impunidad. Porque, aunque llegan allí con la promesa de nivelar las clases sociales, finalmente las nivelan por lo bajo, empobreciéndolos a todos. Bueno, a todos, excepto a sus familiares y allegados.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
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