6 minutos de lectura. La llamada “Trampa de la Deuda” ha sido uno de los métodos empleados por el régimen chino para apoderarse de los recursos naturales y la voluntad de muchos países pobres.
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Desde hace años muchos gobiernos, medios y organismos internacionales vienen denunciando la práctica conocida como “trampa de la deuda” que aplica el régimen chino a países vulnerables.
Se trata del oportunismo del gobierno chino con países pobres manejados por gobiernos generalmente dictatoriales y corruptos, dispuestos a embarcar a sus naciones en proyectos inviables o improductivos. A cambio, el gobierno chino busca quedarse con sus recursos naturales valiosos, posicionarse en sitios estratégicos y ofrecer grandes ganancias a sus empresas.
Todo esto está llevando a la ruina a muchos de esos países, los cuales de repente se encuentran en un callejón económico sin salida. Es entonces cuando desde China se ofrecen salidas que derivan en una dependencia cada vez mayor.
El caso reciente más visible es el de Sri Lanka, una isla ubicada a pocos kilómetros al sur de India, y por cuya cercanía corre el inmenso flujo naviero de comercio entre Europa y Asia. En ese país, el gobierno dictatorial de los hermanos Rajapaksa, cayó en julio de 2022 después de meses de crisis económica y social.
Entre los muchos problemas de corrupción e incompetencia se encontraba la enorme deuda externa acumulada por este pequeño estado de 22 millones de habitantes. La crisis lo llevó a incumplir dicha deuda y ante la bancarrota, el desabastecimiento de alimentos y el desempleo, la población se levantó contra el gobierno, provocando la huida del presidente hacia el exilio.
Pero lo que produjo toda esta debacle fue que, desde hacía años China se había convertido en importante aliado del gobierno de Sri Lanka. Poco a poco fue otorgándole préstamos para proyectos no productivos lo que fue ahondando la crisis.
Un ejemplo es el aeropuerto internacional Mattala Rajapaksa, para el cual China préstó $200 millones de dólares. Actualmente los ingresos de tal aeropuerto son tan escasos que no bastan ni para sostener los gastos de electricidad.
Otro ejemplo es un centro de conferencias que costó $15,5 millones de dólares y nunca se ha utilizado. Por su parte, el emblemático rascacielos llamado “Flor de Loto”, es muy hermoso, pero no ha podido ser inaugurado.
El ejemplo más crítico es el puerto de Hambantota, que después de muchos problemas terminó costando alrededor de $1.000 millones de dólares, financiados por China. Pero solo dio pérdidas, pues los barcos no llegan allí sino al puerto de la capital Colombo.
Finalmente, el gobierno tuvo que cederle el puerto de Hambantota a China, por 99 años a modo de arriendo, pero la deuda siguió vigente. Con esta maniobra, el régimen chino se hizo al control del puerto en un punto estratégico sobre el océano Índico.
Pero Sri Lanka es apenas uno más de muchos casos en todo el mundo. En Ecuador, durante el mandato del socialista Rafael Correa se construyó con empresas chinas la represa de Coca Codo Sinclair.
Dicha represa, con un costo estimado de $2.245 millones de dólares, debía abastecer el 30% de la energía del país. Fue inaugurada en 2016, pero en 2018 aparecieron fisuras que prendieron las alarmas. De hecho, muchos expertos habían advertido sobre la inconveniencia de hacer el proyecto en una zona cercana a un volcán y con alto riesgo sísmico.
Por todo esto, la represa aún no funciona sino al 50%. Por lo tanto, los dos países se encuentran enredados en un conflicto por la responsabilidad del fracaso. La mayoría de los altos funcionarios ecuatorianos que participaron en el proyecto están en la cárcel acusados de haber recibido sobornos de la empresa china.
Por otro lado, el pequeño país del sudeste asiático de Laos, regido por un gobierno comunista, es otra víctima de la trampa de la deuda china.
Al igual que Sri Lanka, Laos se encuentra agobiado por la inmensa deuda. China lo ha financiado para proyectos de infraestructura, como un ferrocarril y una hidroeléctrica. Son más de 800 proyectos, que han dejado a Laos una deuda de más de $16 mil millones de dólares con bancos chinos.
Pero la lista de países que han caído en esa trampa es demasiado larga para mencionarlos a todos. Podemos ver a Pakistán, República del Congo, así como muchos países que forman parte de la Nueva Ruta de la Seda promovida por China.
A través de este tipo de créditos, China se ha convertido en el mayor inversionista del mundo, superando ampliamente a EEUU. Pero la falta de transparencia en las condiciones de los préstamos, por fuera del control del FMI o de otros organismos internacionales, ha sido catastrófico para algunos países deudores.
Además, es claro que esos créditos van en su gran mayoría hacia obras de infraestructura, realizadas sin planeación y muchas veces condenadas al fracaso económico. En muchos casos se imponen trabajadores chinos, de modo que ni siquiera ofrecen empleos temporales a los ciudadanos locales.
En medio de esto, las inversiones enfocadas en el desarrollo sostenible, en proyectos de crecimiento económico local o de incentivo a la industria brillan por su ausencia.
El estadista Jhon Adams, presidente de EEUU entre 1797 y 1801 dijo que, “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a un país: una es con la espada; la otra es por deuda”. Muchos analistas opinan que China escogió la segunda para lograr ese propósito.
Sin embargo, esto puede convertirse en un bumerang que puede regresarse al gobierno comunista de China, de forma contundente.
El gigante asiático también ha estado agobiado recientemente por problemas delicados como la crisis inmobiliaria, la disminución del crecimiento económico y el freno a las exportaciones por la crisis del covid.
A medida que crece el número de países con dificultad para pagarle las deudas, se afectan las finanzas de los bancos chinos, así como de las empresas involucradas.
Este es otro desafío con el que el mundo libre debe lidiar, ante la arremetida del gobierno chino por la supremacía mundial. Pero esto puede no solo conducir a muchos países pobres hacia la ruina total, sino también arrastrar a los países industrializados que han sacado provecho de sus relaciones con un régimen interesado solamente en su propio bienestar.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto de portada: VCS