5 minutos de lectura. Cuando alguien te hace daño, puedes aferrarte al enojo, al rencor, e ideas de venganza, o elegir el perdón y seguir adelante.
¿Quién no ha sido herido por las acciones o las palabras de otra persona? Tal vez uno de tus padres te criticó constantemente cuando crecías, un compañero saboteó uno de tus proyectos, o tu pareja te engañó. O quizás tuviste una experiencia traumática, como abuso físico o emocional de manos de alguien en quien confiabas.
Estas heridas pueden dejarte con sentimientos duraderos de enojo, amargura, deseos de venganza y hasta te puedes sentir en conflicto con tus creencias espirituales.
Si no aprendes a perdonar, quizás seas tú quien pague el precio más alto. El perdonar puede guiarte en el camino al bienestar físico, emocional, y espiritual.
Sin embargo, el perdón NO es permitir el abuso, estar de acuerdo con la ofensa, dar vía libre a la impunidad, o tener que restaurar una relación destructiva. ¡NO es lo mismo!
Entonces, ¿qué es el perdón?
La Asociación de Psicología Americana (APA) publicó un documento, titulado “Forgiveness: A Sampling of Research Results”, en el que define el perdón como el resultado de un proceso que involucra un cambio en las emociones y actitudes, hacia un ofensor. El resultado del proceso se describe como una disminución en la motivación para tomar represalias hacia el agresor, dejando ir las emociones negativas que se experimenten hacia él.
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Proceso terapéutico
Perdonar es un elemento relativamente nuevo en la terapia. Desde los años 90 se empezó a considerar como una herramienta terapéutica importante.
Dejar atrás los rencores y la amargura puede dar lugar a una mejor salud y más tranquilidad para el que perdona. El perdón puede llevar a:
- Mejor salud física y mental
- Menos ansiedad, estrés, y hostilidad
- Menos síntomas de depresión
- Un sistema inmunitario más fuerte
- Mejor salud cardíaca
- Mejor autoestima
- Relaciones más sanas
Al evaluar los procesos psicológicos que subyacen cuando se perdona y los beneficios personales que trae el ejercerlo, podemos concluir que el perdón es una alternativa terapéutica de gran efectividad.
Cómo perdonar y sanar las heridas del pasado
Investigaciones científicas concluyen que existen algunos aspectos que ayudan a entender el proceso del perdón y la sanación de heridas del pasado:
-El perdón es para quien lo concede, no para quien lo recibe. Por lo tanto, debe ser visto por quien lo concede como un favor autodirigido que viene a otorgar beneficios internos, no externos.
– El perdón toma tiempo. La obsesión con el perdón es tan malsana como la obsesión con la venganza. Hay que dejar que las heridas sanen gradualmente y que la mente se recupere del trauma. Hay que darse tiempo para sanar física y emocionalmente.
– Aferrarnos a un sentimiento de dolor, ira o frustración por una ofensa, tiene un gran coste físico y emocional para uno. Generalmente quien nos hizo el daño no sale afectado. Es la persona que carga con el rencor quien sufre las consecuencias negativas de este.
– Para aliviar el resentimiento, hay algunas acciones que pueden ayudar, como aclarar las cosas con el ofensor, expresar sentimientos, o tal vez escribirle una nota sobre lo ocurrido; sin embargo, hay veces que no vale la pena tomar ninguna acción.
– En lugar de tener pensamientos de obsesión con la traición del pasado, concentrarse en las fortalezas propias trae un beneficio en el proceso. Con sus cualidades en mente, mire hacia el futuro y considere la posibilidad de generar recuerdos positivos junto con esa persona de nuevo.
– Nadie más crea tus emociones, ni tu ofensor, ni el daño que te hayan podido hacer, ni el pasado. Tú mismo tienes todo el poder para cambiar tus emociones, y por lo tanto llegar a ser más feliz al desprenderte de resentimientos y rencores.
-No le des tantas vueltas a la ofensa que te hicieron. Muchas veces el cerebro cae en esa trampa, y al buscar escapar del dolor del pasado, crea una espiral infinita de más dolor. Un buen recurso es cortar este pensamiento, y romper el círculo vicioso de la obsesión. Suelta la carga del odio y del rencor para seguir adelante.
-A través de la meditación puedes centrarte cada vez más en tu presente aunque el pasado te duela; te ayudará a completar de manera sana tu proceso de perdón y aceptación de lo ocurrido.
-Algo muy importante en el proceso de perdón y de sanación, es mirarnos interiormente y ver en nuestra actitud qué causó que la otra persona nos hiciera la ofensa. Cuando logremos definir nuestra responsabilidad y la del ofensor, será más fácil desarrollar el proceso de perdón y trabajar nuestras emociones.
-Si no logras por ti mismo llegar al proceso del perdón, acude a un psicólogo o guía espiritual. Él te podrá guiar de manera personalizada en este proceso de sanar tus heridas y perdonar.
Articulo escrito por Margarita Restrepo
Fuentes: mayoclinic.org/es, jaimeburque.com/blog/ y psicoterapeutas.com/
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