Descubre la profunda conexión entre la frase proaborto “Este es mi cuerpo” y su distorsión de las palabras sagradas de la Eucaristía. Un análisis de la cultura de la muerte y sus implicaciones espirituales.
La frase “Este es mi cuerpo”, utilizada frecuentemente por el movimiento proaborto y feminista para reivindicar el derecho a decidir sobre la vida del bebé en el vientre, tiene profundas connotaciones que van más allá de un simple lema de libertad. Según diversas interpretaciones, esta expresión es una parodia demoníaca de las palabras sagradas de la Eucaristía, donde Cristo entrega su cuerpo en sacrificio por la humanidad. En contraste, en el contexto del aborto, estas mismas palabras son usadas para justificar la destrucción de una vida inocente, una distorsión preocupante de un acto de amor.
Este análisis ha sido explicado en detalle por teólogos y líderes cristianos, quienes denuncian que el aborto no es solo una cuestión de salud o derechos, sino un ataque directo a los valores espirituales y a la dignidad de la vida humana. Para ellos, el aborto representa un “sacramento de Satanás”, un ritual que, al igual que la Eucaristía, usa el cuerpo, pero en lugar de ofrecerlo para el bien de los demás, lo utiliza para promover la cultura de la muerte. Es un símbolo claro del conflicto espiritual que se libra en el mundo contemporáneo entre el respeto por la vida y la cultura de la muerte.
A esta preocupación se suma la denuncia de la Fundación Abogados Cristianos sobre el lucrativo negocio que existe detrás de la eutanasia y los trasplantes de órganos. En su investigación, señalan que el sistema de salud podría estar incentivando económicamente la eutanasia en ciertos pacientes donantes de órganos, violando así el principio fundamental de respeto por la vida. Esto, sumado al uso de frases como “este es mi cuerpo”, plantea serios dilemas éticos y espirituales sobre cómo la sociedad valora la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural.
Mira el video a continuación:
Declaraciones del arzobispo Carlo Maria Viganò sobre el aborto:
El aborto es un acto de culto a Satanás. Es un sacrificio humano ofrecido a los demonios, y esto lo afirman con orgullo los propios adeptos de la «iglesia de Satanás», que en los estados norteamericanos donde el aborto está prohibido exigen poder utilizar fetos abortados en sus ritos infernales.
Ninguna ley humana puede pisotear jamás la Ley divina y natural, que manda: No matarás. Ninguna nación puede esperar prosperidad y armonía mientras permita esta masacre cotidiana acompañada del silencio cómplice de políticos que se dicen «católicos» pero que contradicen el Evangelio aprobando leyes inicuas. Prohibir el aborto debe ser la primera iniciativa de cualquier gobernante que quiera oponerse al Nuevo Orden Mundial servil a Satanás. Luchar por ello debe ser un compromiso imperativo de todo católico digno del Bautismo.
Nuestro Señor dijo de sí mismo: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. El lema del Príncipe de este mundo podría ser: Yo soy el Abismo, la Mentira y la Muerte. Rechacemos el aborto, y así habremos quitado al Adversario el principal instrumento de su aparente triunfo infernal. Rechacemos el aborto, y así tendremos millones de almas que podrán amar y ser amadas, realizar grandes cosas, santificarse, luchar a nuestro lado y merecer el Cielo.
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