Es inmenso el valor histórico, nutricional y gastronómico de la papa. Apropósito de la celebración del día internacional de las papas fritas, el 20 de agosto, indaguemos sobre su lugar de historia.
Hace más de 400 años, el conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, tuvo la oportunidad de conocer y comer papas, cuando exploraba los Andes de la Nueva Granada. Desde entonces las papas han sido protagonistas en la mesa de millones de personas en el mundo.
En la gran mayoría de países del mundo, la presentación más popular de las papas es cortadas en bastones, ideal como acompañante sencillo y sabroso para gran variedad de platillos. Algunos las adoban con ajo, otros con picante, sal y pimienta. Algunos las transforman con queso derretido y múltiples aderezos, como salsas, salchichas picadas, etc.
Además, son tan famosas, que es difícil no preguntarse a quién se le ocurrió por primera vez prepararla frita, o sea a la francesa. No se sabe exactamente, quién fue el de esta deliciosa idea, pero hay dos países que se disputan su origen: Bélgica y Francia.
En el libro Carrément Frites, del periodista Henry Hugues, y del famoso Chef Kok Albert Verdeyen, aseguran que, Bélgica sería el lugar donde por vez primera se hablo de las papas fritas. Según relatan, los habitantes del pueblito pesquero de Namur, allí solían comer pescado frito en abundancia, pero durante el invierno en 1680, el río Mosa, se congeló y tuvieron que fritar papas. Los historiadores desmienten esta versión pues, según ellos, no coincide con la fecha de congelamiento del río Mosa
La razón por la cual las papas tomaron el nombre de ‘a la francesa’, sería porque la lengua que se habla en Namur es la francesa. Lo cierto es que, en el ámbito gastronómico, la papa está en el primer lugar, y en algunos barrios de Bélgica, el “Frituriste”, la persona que fríe las papas, es como la figura del librero o farmacéutico, y hasta existe una asociación nacional de freidores de papas, que “se encarga de preservar este preciado elemento cultural gastronómico”, expresa el lugar www.frites.be.
Por otro lado, en la ciudad de Brujas, está ubicado el “Friet museum” o museo de las patatas fritas. Actualmente, Bélgica está pendiente de la respuesta de la Unesco, a su solicitud de respaldo para poder declarar las papas fritas, como ícono oficial de su cultura y patrimonio.
Los franceses también reclaman este derecho a la Unesco alegando que éstas se vendían en carritos de comida a finales del siglo XVII, sobre el puente Pont Neuf de París.
Vemos que aquí hay un gran dilema, ya que Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán lo documentan en su obra ‘Cautiverio feliz’ de 1673, cuando afirman que “enviaban las papas fritas y guisadas”, cuando se referían a la comida que ofrecían a dos caciques.
Mientras se despeja esta duda, celebremos que existen las ‘papas a la francesa’, una delicia del mundo, que además de ser exquisita, contiene abundantes micronutrientes como vitaminas C, b1, b3 y b6 y minerales como potasio, fósforo, magnesio; también ácido pantoténico y riboflavina.
Redacción: Lucía Fernández Buitrago- Vivir con sabiduría. Uno
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