En los últimos años, desde la ONU y los gobiernos progresistas, hasta cientos de organizaciones sin ánimo de lucro, han ido acrecentando los ataques contra los derechos de la familia. Para ello se han apoyado en ideologías que supuestamente defienden los derechos de las minorías o de los ciudadanos más vulnerables. Pero una noticia que llegó recientemente desde Canadá permite abrigar esperanzas de que esto esté cambiando.
Un padre de Columbia Británica, inició en 2018 una acción legal para impedir que su hija de 14 años fuera sometida al suministro de hormonas para cambio de sexo. El tribunal encarceló por desacato al señor CD, como se conoce por orden legal. Esto, por publicar en las redes los detalles y nombres protegidas por un juez.
Por otra parte, al padre se le prohibió nombrar a su hija como “niña” o referirse a ella por el nombre de nacimiento. Los jueces consideraron esto como, “violencia familiar”.
El padre logró un acuerdo con el Tribunal de Apelaciones y tras purgar 69 días de prisión, fue exonerado de la sentencia restante. Esto, después de una lucha de cinco años. Aunque no pudo detener el procedimiento ni ganar el pulso al gobierno, considera que obtuvo un gran triunfo.
El señor CD logró visibilizar la discriminación a que fue sometido, y la condena excesiva que se le quería imponer. Gracias a ello, mucha gente se puso de su lado.
Recientemente, el activista musulmán Kamel El-Cheikh convocó a personas de todas las religiones e ideologías para una “Marcha del Millón de Personas” en Ottawa. Esta marcha busca protestar contra la imposición de la ideología LGBT en las escuelas.
Sobre esto, CD comenta que algo de esa naturaleza nunca se hubiera podido plantear en 2018. La convocatoria a esta marcha, programada para el 20 de septiembre, es una clara muestra de la fatiga de la gente ante el autoritarismo de la agenda LGBT y su fijación con los menores de edad.
El señor CD se lamenta de que el gobierno toma posesión de los hijos y, una vez en sus manos, los presiona sin que los padres puedan hacer nada. Pero concluye con la observación de que las cosas están cambiando rápidamente.
Y si vamos a los hechos, esto es totalmente cierto Puede decirse que en estos momentos se libra una batalla con gobiernos autoritarios, por el derecho de las familias a ser las guías de los niños.
En California, sin duda el estado abanderado en la imposición de la ideología de género, el gobierno demanda a una escuela por anunciar que informará a los padres cuyos hijos digan identificarse como transgénero. En Carolina del Norte las instituciones médicas más importantes ofrecen tratamientos de transición de género para niños desde los 2 años de edad.
Pero mientras tanto, Florida y Texas han aprobado leyes prohibiendo la transición de género en menores. Por su parte Alabama, además de lo anterior, prohíbe hablar de temas LGBT en las escuelas.
De hecho, ya son alrededor de 20 los estados de EEUU que han emitido leyes en contra de la transición de género en menores. En 2023 se han introducido más de 300 iniciativas de parlamentarios para crear leyes que frenen el avance de la imposición de la ideología de género.
Como es lógico, los movimientos progresistas no se han quedado quietos. A través de los grandes medios de comunicación que controlan, denuncian que se trata de discriminación e irrespeto a los derechos de los niños. Argumentan que dichas leyes harán crecer los casos de suicidio en menores y propiciará la salida de miles de personas de los estados que toman tales medidas.
Sin embargo, callan ante el inminente riesgo de que estos menores caigan en manos de pedófilos que fácilmente demostrarán el supuesto “consentimiento” de los niños. Estos medios callan, además, sobre cómo muchos menores, siendo inducidos a hacer algo que no comprenden del todo, verán sus vidas arruinadas por tratamientos irreversibles.
Pero la lucha no se concentra en uno o dos países. Siendo este movimiento promovido desde la ONU y sus organismos afiliados, así como por muchos magnates dueños de medios tecnológicos de comunicación, asistimos a una ideología que se expande por el mundo.
Los países europeos han sido mayormente influenciados por este fenómeno, y desde la Unión Europea se promueve con fuerza entre su comunidad.
Por su parte, en los países el hemisferio sur, especialmente de África y Suramérica, con fuertes tradiciones religiosas, es más difícil la aceptación de las ideologías de género. Sin embargo, los gobiernos de potencias como EEUU, Canadá o los Países Bajos, utilizan su poder económico para presionar a gobiernos débiles y corruptos.
Sin embargo, es en la misma Europa donde hay un movimiento fuerte de resistencia a la imposición de esa ideología.
El gobierno ruso firmó en julio de este año una ley que prohíbe totalmente las operaciones para cambio de género, así como el cambio de sexo en los documentos de identidad.
En Polonia se han impuesto las “zonas libres de LGBT”. Se trata de medidas tomadas por los gobiernos municipales, y que ya han sido adoptadas por unos 100 pueblos, la tercera parte del total.
En Hungría, el parlamento también ha aprobado leyes prohibiendo el cambio de género, como una forma de defensa de la familia y el reconocimiento de dos únicos sexos de carácter biológico.
Más lentamente, el nuevo gobierno italiano está comenzando a tomar medidas para frenar las disposiciones que los gobiernos de izquierda habían implementado.
Todo este panorama nos enseña cómo el mundo se debate en una lucha que a veces parece desigual. Grandes organizaciones globalistas apoyadas por poderosos medios de comunicación, por políticos de orientación izquierdista y por magnates que financian miles de ONG, buscan por todos los medios la destrucción de la familia, de la moral y de la cultura tradicional.
La división sexual de dos géneros que prevaleció desde los albores de la humanidad se pretende ver obsoleta e impuesta, no por la biología, sino por los intereses patriarcales. Si se menciona la moral o la religión, se señalan como supersticiones sin sentido. La familia, que fue la columna vertebral de todas las civilizaciones que crecieron en el pasado, ahora es señalada como opresiva. Igualmente, los padres parecen ser déspotas que desconocen los intereses y derechos de sus hijos.
Para dichas organizaciones, el Estado es el gran salvador. Y piensan que, cuando ese estado sea solo uno, gobernando desde la sede de la ONU por desconocidos que nadie eligió, la humanidad estará a salvo de todo aquello que ahora les suena retrógrado e incluso peligroso: moral, tradición, Dios, familia, e incluso libertad individual.
Todo este movimiento se ha hecho prácticamente a espaldas de los pueblos. A la gente se le ha hecho creer que todas estas organizaciones propenden por el bien general. Erradicar la pobreza y el hambre, lograr la igualdad y el bienestar para todos, parecen ser palabras bonitas.
Pero detrás de esas palabras, se observa el deseo de reducir la población, destruyendo los valores que trajeron el bienestar general que hoy se vive.
Está comprobado que a esas organizaciones no les interesan los derechos. Alientan a las madres a matar a sus hijos no nacidos por un supuesto derecho de las mujeres. Pero en países donde a ellas se las esclaviza y somete, nadie interviene y se los mira con indiferencia.
Sin embargo, día a día los movimientos provida y de padres que desean recuperar la custodia de sus hijos aumentan. Países que han soportado gobiernos progresistas por años, muestran fatiga por las consecuencias de su insistencia en gobernar amparados en la división y el odio.
Incluso, dentro de la misma comunidad homosexual, muchos rechazan la ideologización de los niños, y lo ven como algo realmente perverso.
Porque debemos tener claro que la destrucción de la moral de los niños significa ciertamente la destrucción de la moral de la población futura. ¿qué se puede esperar en unos años de esos niños a quienes se les inculcó el ejercicio del sexo sin restricciones? ¿Que no tienen la menor idea de a qué género pertenecen?
Serían personas sin sentido de respeto hacia sus padres y, por lo mismo, tampoco hacia sus hijos, si los llegaran a tener. El sexo sería exclusivamente recreativo, y los hijos se desecharían como un estorbo para su estado de placer.
Y finalmente, los niños que lleguen al mundo, serían adoptados y educados por un estado que rechaza la cultura, la historia y la moral tradicionales. Esto, en aras de gobernar un rebaño obediente y sin capacidad de seguir otra iniciativa que no sea la de dicho estado.
Estamos a tiempo de impedir esto, pero se requiere que las comunidades de padres dejen de lado la pasividad. En Canadá, abrumada por la ideología de género, ya líderes religiosos han tomado la iniciativa. Ojalá sirvan de ejemplo al resto del mundo.
Escrito por Carlos Morales para VCSradio.net
Foto de portada: Envato
Para más artículos de opinión como “El Mundo Despierta a Favor de la Familia”, ingrese a nuestra sección En Perspectiva, de VCSradio.net