5:30 minutos. El coliseo romano, grandiosa obra del gran imperio, testigo mudo de una época de gloria y terror. Veamos a continuación su historia y su significado para el pueblo romano.
El coliseo romano, majestuosidad de la gloria y el terror
El coliseo es, sin duda, la más grande obra dejada por el imperio romano. Pero, a su vez, la de más sombría recordación.
En el año 70 d.C., el emperador Vespasiano ordenó la construcción del anfiteatro Flavio, llamado así por la dinastía Flavia, iniciada con él. Más adelante, tomaría el nombre de Coliseo, por una colosal estatua de Nerón existente cerca del anfiteatro. La construcción tomó doce años, un tiempo récord para un edificio tan complejo.
Aún hoy día maravilla la especialización técnica que se requirió en esta enorme construcción. Se debieron establecer varios turnos de trabajo, prefabricar ciertos elementos y apelar a la construcción modular. Muchos de los sistemas empleados aún siguen vigentes.
La impresionante técnica
El edificio ovalado tiene 189 metros de largo, 156 de ancho y 48 de altura. La estructura estaba soportada por 80 pilares macizos, edificados con piedra travertina, un material muy resistente, de la cual se calcula que se utilizaron 240.000 toneladas, traídas de las canteras Tívoli, situadas a 30 kilómetros de distancia. Para asegurar las juntas de las piedras, se emplearon 300 toneladas de grapas de hierro revestidas en plomo.
Por otro lado, cada uno de los tres primeros pisos tenía 80 arcos, rematados con columnas, que representaban los tres órdenes griegos, jónico, dórico y corintio. En los arcos superiores había 160 estatuas de seres mitológicos en bronce, de 5 mts. de altura. En el piso superior, unos mástiles de madera soportaban un gigantesco toldo, para proteger a los espectadores del sol.
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Finalmente, la arena se encontraba sobre una base de madera con múltiples salidas para animales y gladiadores, lo que permitía una gran fluidez al espectáculo. La disposición de un ingenioso sistema de acueducto, permitía inundar la pista para desarrollar espectáculos navales. Una vez terminada la diversión, cuatro desagües evacuaban el equivalente a dos piscinas olímpicas, en una hora.
Respecto al funcionamiento, los 50.000 espectadores se acomodaban en cuatro pisos, según la jerarquía: en el primer nivel estaban el emperador, los senadores y sus familias. En el segundo, los ciudadanos libres romanos. En el tercero estaba la plebe y en el cuarto, los esclavos, los extranjeros y las mujeres. No deja de maravillar la disposición de las salidas, que permitía evacuar todo el recinto en solo tres minutos.
Espectáculos de sangre
Pero, ¿cuál era la finalidad de tan magna obra, hoy día maravilla de la humanidad? Lo cierto es que Vespasiano entendió la necesidad política de entregar a un pueblo inconforme, un espectáculo que lo dejara satisfecho y lo acercara al emperador. El público romano ya disfrutaba de estas luchas a muerte, pero con el coliseo fueron llevadas a su máxima expresión.
En el año 80, el emperador Tito, hijo y sucesor de Vespasiano, quien había muerto en el 79, inaugura el portentoso anfiteatro, con un festival de 100 días, donde se sacrifican más de 5.000 fieras. A partir de entonces, el coliseo estaría en el corazón de los romanos, quienes esperaban ansiosos cada nueva temporada de espectáculos.
Allí se llevaban a cabo luchas a muerte entre gladiadores, cacerías de animales salvajes, batallas navales protagonizadas por prisioneros que debían morir en la representación, y sacrificios humanos en las garras de las fieras. En muchas ocasiones, las víctimas fueron cristianos condenados previamente al suplicio.
Se ha dicho que, en los cuatro siglos de actividad del coliseo, murieron allí cientos de miles de personas. En cada temporada se sacrificaban 11.000 animales, lo que contribuyó a la extinción de algunas especies, como el león europeo y el elefante del norte de África.
Visto todo lo anterior, podemos apreciar que el coliseo es la mejor imagen de las dos caras del imperio romano. Por un lado, la majestuosidad de sus obras, el conocimiento técnico y el aprecio por lo monumental. Por otro lado, está el culto a la muerte, representativo de un pueblo guerrero, deseoso de magnificar su poderío y su trascendencia a través de estos grandiosos espectáculos de horror y gloria, en una construcción digna de su grandeza.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto de portada: El Coliseo romano. Autor: Diliff. Bajo licencia de Creative Commons Attribution-Share Alike 2.5 Generic.
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