10:30 minutos de lectura. En la antiguedad, la existencia del alma no se debatía. Pero actualmente la pregunta para muchos, es inevitable: ¿existe realmente el alma?
El alma a través del tiempo
La existencia del alma es algo que ha inquietado al ser humano desde cuando pudo preguntarse si había algo más allá del mundo físico. En la actualidad, mientras las religiones aceptan su presencia como algo integral a nosotros, la ciencia indaga buscando pruebas de que es parte de nuestra esencia.
Aunque en occidente fueron los filósofos griegos quienes primero abordaron este inquietante tema, en el oriente las religiones dieron por sentada la existencia del alma desde muchos siglos atrás.
De tal forma, este asunto fue manejado durante toda la historia, tanto por la filosofía como por las religiones. En ese enorme lapso nunca se discutió su existencia. Las discusiones giraban alrededor de su naturaleza y su destino final.
Podemos ver cómo Aristóteles creía en el alma racional, exclusiva del ser humano, la cual era responsable del intelecto, el pensamiento y la razón. Pero pensaba que, siendo inmaterial, no podía existir sin el cuerpo. A cambio de esto, Platón y Sócrates creían que el alma era inmortal y por lo tanto, trascendía una vez fallecido el cuerpo.
Posteriormente, Santo Tomás de Aquino tomó las ideas aristotélicas y las adaptó a la teología cristiana, permitiendo una mirada al alma desde el ángulo filosófico.
Vendrían después muchos filósofos tratando de explicar su naturaleza, su lugar en el cosmos y su significado para nuestra propia trascendencia.
Pero la ciencia ya no se enfocó en ninguna de esas inquietudes. Ella fue directamente al principio de todo y cuestionó lo más fundamental: ¿realmente existe el alma?
Esto es porque la ciencia siempre parte de la premisa de que todo debe tener una base tangible para poder aceptar su existencia. Por lo tanto, todo aquello que no puede ser observado directamente como una entidad independiente, necesariamente entra en el terreno de la duda.
Fenómenos que explican el alma
Todos hemos oído hablar sobre las experiencias cercanas a la muerte (ECM), de las cuales existen miles de casos documentados en todo el mundo.
Muchas personas presentan una suspensión total de sus actividades físicas y cerebrales, pero un breve tiempo después reviven. Entonces narran que se encontraron de repente flotando en la habitación, o cómo unos seres de luz los conducían a través de un túnel. En algunas ocasiones dicen que vieron a algunos antepasados fallecidos, quienes los recibían con alegría.
Estos sucesos, también debatidos por la ciencia, nos enseñan que realmente existe una entidad en nosotros, que no depende del cuerpo material para su existencia. Esa entidad parece trascender lo físico, y guarda todo lo correspondiente a nosotros como individuos. Según lo que podemos entender, se trata del alma.
También se han conocido, incluso desde la antigüedad, casos de personas, generalmente niños, que tan pronto como pueden expresarse, hablan de la existencia de “otros padres”. Relatan hechos que para sus allegados son desconocidos, y dicen recordar cómo vivían y cómo murieron.
En muchas ocasiones, se ha comprobado que lo que mencionan, corresponde a lo vivido por alguien que ya murió, en otro lugar. Los detalles narrados encajan perfectamente con lo que vivió esa persona.
Esto explicaría no solamente la realidad de la reencarnación, sino también la existencia del alma. Sería ella la que, después de abandonar un cuerpo fallecido, se reencarna en el cuerpo de un bebé que está por nacer. Se supone que toda la vida anterior debe ser borrada, pero a veces esto no sucede totalmente.
Estos dos hechos, tan documentados como debatidos, nos enseñan claramente que sí puede existir una entidad intangible en nosotros, la cual se puede llamar alma.
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La ciencia ante el alma
Aunque muchos científicos, especialmente del ambiente médico, aceptan estos casos como creíbles, el consenso general es de duda. Científicos reconocidos lanzan teorías para explicarlos como parte de los procesos físico químicos del cerebro. Pero dichas tesis son a veces más dudosas que aquellas que provienen del mundo espiritual.
Algunos científicos son tajantes. En una entrevista, el neurocirujano británico Henry Marsh dijo sobre el alma: “No creo que exista, ni que haya vida después de la muerte. Cuando el cerebro muere, lo hacemos nosotros”. Muchos afirman que nuestros pensamientos y sensaciones son producto del movimiento electroquímico de las células nerviosas. Al momento de la muerte, estas se desvanecen.
Esta opinión se asocia con el llamado “reduccionismo”, que no cree en la existencia de una conciencia independiente, pues según ellos, un ser vive porque sus componentes orgánicos conforman una estructura bioquímica que funciona ordenadamente.
Pero de acuerdo con otros investigadores, esto es como si tratáramos de explicar un libro como una cantidad de letras ordenadas en unas hojas de papel. O una construcción como un conjunto de ladrillos y materiales agrupados.
Ante esto, podemos ver que la inteligencia artificial (IA) ha logrado avances asombrosos, al punto de que en muchas funciones supera al ser humano. Pero ninguna máquina puede manifestar sensaciones, afecto, ira o cualquier sentimiento propio de un ser viviente. Mucho menos puede razonar sobre la existencia de otras vidas o mundos espirituales.
Porque cuando hablamos del alma, no solo se trata del sustento de la vida, sino de la trascendencia de nuestro ser como un ente que posee conciencia. Pero esta conciencia no es un elemento orgánico tangible. No la podemos ver, pero se manifiesta en nuestras acciones, inclusive cuando la negamos.
¿Existe el alma?
Como tantos otros temas que tienen raíces en la espiritualidad, la existencia del alma es una incógnita hoy día. Esto es porque, como dijimos anteriormente, la modernidad trata de explicarla desde el ángulo material. Pero siendo intangible, no podemos verla sino a través de sus manifestaciones.
Podemos encontrar el alma relacionada con el misterio que nos generan tanto la vida como la muerte. Enlazada con ésta última, está el interrogante sobre el más allá: qué hay después de la muerte. Cuando muere nuestro cuerpo, el organismo físico se deteriora. Pero, ¿eso significa que todo desaparece?
Como hemos visto, hay mucha evidencia que indica que tal cosa no sucede. Algunos podrán decir que el alma se integra al universo. Otros pueden pensar que se dispersa en el aire. También puede ser que se quede en un estado suspendido mientras se reencarna en otro ser.
Todo esto es debatible, porque al final, después de morir ya no podemos contar qué sucede en el más allá. Por eso, creer o no en la existencia del alma, es un asunto de convicción personal. Pero lo cierto es que, enfrentarnos a la posibilidad de la aniquilación total después de la muerte, no deja de ser algo realmente aterrador.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Locución: Javier Hernández
Música de fondo: Mystery suspenseFoto de portada: Envato
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