
La historia de cómo una directora financiera en Taiwán superó problemas de salud, laborales y familiares gracias a Falun Gong, encontrando paz, estabilidad y un propósito de vida.
Chen Yinrui La directora financiera de una empresa en Taiwan, tuvo una dura infancia. Sus padres vendían pescado y se veían obligados a solicitar préstamos para poder pagar su escuela todos los años.
Siempre quiso acceder a la educación superior por considerar que esta le daría una mejor vida. Pero su padre consideraba que, con solo la escuela secundaria, bastaba. Por tal razón, discutía con él, ella y sus tres hermanas.
Luego de graduarse de la secundaria, trabajaba y estudiaba. Colaboraba por la mañana sirviendo desayunos en una tienda, en seguida trabajaba en las tardes, en las noches estudiaba y los fines de semana realizaba otros trabajos. Fue camarera en una casa de té, cajera en almacenes grandes y hasta vendía zumos de papaya.
Su principal preocupación siempre fue lograr la seguridad económica, cuando la mayoría de jóvenes solo disfrutaban su juventud. Pero justo antes de cumplir 30 años, comenzó a tener problemas de la vista.
Yinrui sentía molestias en sus ojos, se le volvieron sensibles hasta el punto de no soportar la luz ni el viento. Tuvo que usar gafas al caminar. Aunque visitó varios médicos chinos y occidentales, ninguno determinó la razón de su padecimiento. A veces acudía al médico hasta cuatro veces por semana.
Estaba física y mentalmente agotada al no poder encontrar una solución y tuvo miedo a quedar ciega. Quiso renunciar, más su jefe no aceptaba. Tenía que viajar en taxi porque ir en motocicleta la causaba escozor. Probó practicar ejercicios de qigong, pero se sentía vacía en su corazón.
Buscó desesperadamente la cura a su enfermedad por 10 años, hasta que, en 2004, un día encontró el camino correcto a través de un colega.
Los problemas de salud desaparecen
Un colega con el que había practicado qigong le dijo: “Empecé a realizar una práctica de qigong que mejora en gran medida la salud, y lo mejor es que, cerca de donde vives, hay un sitio de práctica”.
Yinrui le preguntó cómo se llamaba ese qigong, a lo cual él le respondió: “Se llama Falun Gong” o tambien “Falun Dafa”.
Al escuchar estas palabras, ella de repente sintió muchas ganas de llorar. Estaba muy extasiada, sin comprender la razón.
Asistió a una clase, de nueve días, de Falun Gong, y un practicante le prestó un ejemplar del libro Zhuan Falun. “Un practicante me habló de la importancia de estudiarlo. A pesar de que mis ojos estaban mal, me dijeron que aun personas analfabetas de más de 80 años pudieron leer. Pensé que, si ellas podían hacerlo, yo también. Por eso cada noche empecé a leer una lección”, dijo Yinrui.
A los pocos días, se despertó en la noche alertada por un olor inusual. Al comprobar que no era por la comida de su casa, se preguntó si tal vez sería porque su cuerpo se estaba purificando. Cuando amaneció, tenía en sus ojos secreción amarilla y a partir de ese momento fue mejorando hasta que finalmente se curó de sus ojos.
Cuando se recuperó, la sensación de paz que experimentó fue sobrenatural. “Entendí que la vida de todos tiene un camino predestinado, al estudiar las enseñanzas de Falun Gong. Ahora vivo una vida más placentera al comprender que la razón de mi sufrimiento fue la de preparar el camino para obtener la Gran Ley (Dafa)”, expresó Yinrui.
Búsqueda interna solucionó crisis
Desde el momento en que comenzó como empleada en la oficina financiera, fue ascendiendo hasta llegar a ser directora financiera. No obstante, sus buenas aptitudes para el trabajo y su espíritu competitivo le ocasionaron problemas con sus colegas.
“Tuve a mi cargo un grupo de trabajadores que llevaban en la empresa más de cinco años. Me sentía orgullosa de mi liderazgo. Pero luego de un año todos renunciaron. Cuando un compañero de otro departamento me preguntó la razón de aquellas renuncias, me sentí golpeada y tuve que reflexionar para tratar de hallar el por qué y en qué me había equivocado, teniendo en cuenta que mi temperamento era tranquilo y me llevaba bien con todos”.
Al analizar el asunto, buscó en su interior y pudo ver su lado cruel y su gran ego. “Yo daba por sentado los oficios realizados por mis subordinados y me olvidaba que gracias a sus esfuerzos era que las cosas funcionaban. Luego de un año, tomé la actitud de ser más comunicativa con ellos para solucionar dificultades y le explicaba mis razonamientos buscando su comprensión”.
Gracias a las enseñanzas de Falun Gong, Yinrui mejoró su carácter. “Más adelante, todos me entregaron una tarjeta de cumpleaños en donde un jefe de sección escribió que auque llevaba más de diez años laborando, era la primera vez que se encontraba con una supervisora tan cálida como su madre. Comprendí que Falun Gong me cambió para ser mejor”.
Una vez, su compañía tuvo una grave crisis, y Yinrui, al mirar hacia adentro, pudo solucionar todo.
“Mi pregunta fue: ¿Algo está mal con mi cultivación? Me cultivo de acuerdo a los principios de Verdad, Compasión y Tolerancia, pero ¿lo he hecho? Cuando ocurrió el conflicto no ofrecí ayuda al departamento afectado sino los acusé de causarme problemas. Al entender mi falla, lloré de vergüenza. Más luego de este entendimiento, vino a mí una solución y de esta manera logramos salir de la crisis”.
El cambio interior, cambia el entorno
En un principio, Yinrui era muy estricta con su hija: “Hubo un tiempo en el que mi hija no quería ir a la escuela, pero la llevaba a pesar de su resistencia. Así fue hasta que empecé a practicar Falun Gong, luego de lo cual reflexioné sobre la razón del por qué mi hija era así. ¿Tuve yo algo que ver?”.
Al interiorizar que el problema estaba en ella, dejó de regañar y pegarle a su hija. Empezó a visitar el colegio para leerles cuentos a los estudiantes. Con el trascurrir del tiempo, su hija se volvió alegre, independiente y muy segura, contrario a la rebeldía que mostraba anteriormente. Los estudiantes le agradecieron a Yinrui con un dibujo hecho por todos.
“Me siento agradecida hacia Falun Gong por cambiar mi forma de ser. De haber seguido maltratando a mi hija, nuestra relación se hubiera deteriorado aún más sin remedio. Ahora mi hija goza de estabilidad emocional. Mi esposo también, al notar mi cambio, quiso aprender Falun Gong. Me anima a practicar los Ejercicios más seguido al igual que a nuestros familiares”.
En un comienzo, a Yinrui solo le importaban la fama y la fortuna, para después descubrir su poco valor real. “Actualmente llevamos vidas muy ocupadas en esta sociedad, pero lo más importante es afirmar lo que es fundamental a medida que más rápido vamos. Falun Gong se ha convertido en la base más profunda y básica de mi vida, y creo que esto es así para todos. Por eso afirmo que Falun Dafa (Falun Gong) es bueno”, puntualizó Yinrui.
Artículo escrito por Darío Chaparro para VCS Media.net con información de Minghui.org
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