3 minutos de lectura. Cultivar la espiritualidad en los niños les ayuda a formar un sentido de la verdad, el bien y la belleza.
Fomentar en el niño una vida espiritual, le dará alegría, le permitirá encontrar las maravillas de su entorno y le ayudará a formar el sentido de la verdad, el bien y la belleza.
Cómo entender la práctica espiritual
La espiritualidad es algo natural e innato en el ser humano, también en los niños.
En general la espiritualidad es la conexión con nuestro mundo interior y con todo nuestro entorno. Ser espiritual es aprender a escuchar a nuestro espíritu estando tranquilos y en paz, nos ayuda a ser mejores cada día, nos enseña a respetar y amar a todos los seres que nos rodean, porque forma parte de una misma Unidad.
Tener una base espiritual puede ayudar a los niños a luchar con una crisis, balancear la presión de sus padres y evitar las influencias negativas. También puede motivar a tener mejores relaciones con los padres y mantenerse concentrados en el logro académico.
Cuando nos toca explicar conceptos a los niños como la fe, las creencias y el espíritu, es preferible decirles las cosas en términos simples. Limítese a tener con ellos una conversación abierta, no siempre necesitaran respuestas.
Hay un concepto equivocado y es que la espiritualidad es equivalente a la religión. La espiritualidad no implica ser religioso. La religión se refiere a la comunidad, los rituales y el apoyo compartido. La espiritualidad es conocerse mejor a uno mismo y mejorar cada día nuestro estado interior.
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Acompañar a los niños en la vivencia de su espiritualidad en todas sus etapas
Los niños viven de forma espontánea la espiritualidad. Nuestra labor es acompañarlos para afianzar sus vivencias y reconocerlas, para que no pierdan ese contacto íntimo, empujados por el exceso de racionalidad de la sociedad actual.
Hoy en día, hay muchos recursos que nos ayudan a enseñarle a los pequeños a estar conectados con el mundo espiritual. La meditación, el yoga, cuentos y audios con enseñanzas muy importantes y fáciles de entender, mandalas para colorear y desarrollar su concentración, para que aprendan a activar y poner en práctica su enorme energía interior.
No se esfuerce por enseñarle al niño profundas lecciones acerca de la vida y los valores, es preferible aprovechar los pequeños momentos y detalles para guiarlos en una vida espiritual recta.
Por ejemplo, enséñele el poder de la gratitud. Algo tan sencillo como hacer con el niño una lista de los regalos que nos da la vida o decir un simple “gracias” antes de una comida, puede resultar una experiencia espiritual.
Pero tal vez lo más importante es trasmitirles valores con nuestro ejemplo y enseñarles qué es lo verdaderamente importante en la vida, compartir tiempo de calidad con ellos y escucharlos con atención.
Pautas generales para acompañar a un niño en su camino de la espiritualidad:
- pasear por un parque o bosque y observar la naturaleza. El hecho de enseñarle al niño como maravillarse ante la naturaleza y el mundo, le dejara esa huella y siempre mirara en su futuro las cosas con la inocencia y la pureza de “ojos de niño”.
- hacerle sentir la unidad entre todos los seres. Enseñarles el respeto y el cuidado por la vida de todas las personas, también de los animales y aún de las plantas.
- motivarlo a leer un cuento o un libro que le aporte valores y principios sanos.
- invitarlo a pasar y disfrutar tiempo a solas escuchando el silencio. Fomentar en el niño la meditación y la tranquilidad interior.
- desarrollar en el la creatividad y la imaginación diseñando cosas que le gusten.
- pasar tiempo de calidad con la gente que ama.
- practicar un deporte que lo haga centrarse en alcanzar metas y desarrollar cuerpo sano y fuerte.
- estimularlo a tocar un instrumento; la música puede avivar los sentidos y propiciar un ambiente sano de vida.
- Establecer sencillos rituales que los llenaran de amor por las personas que los rodean como encender velas, agradecer los alimentos al universo.
Podemos concluir que acompañar a los niños en el aspecto espiritual contribuye a hacer de ellos seres humanos completos, conscientes de sus capacidades y llenos de amor y respeto por los demás y por el mundo que los rodea.
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La espiritualidad según la edad del niño
Recientemente se han realizado estudios neurológicos y psicológicos en los que se ha observado que la práctica espiritual ayuda al bienestar del niño en todas las edades: le permite encontrar un mejor sentido de la vida, favorece la motivación y su capacidad de ayuda a los demás.
- En la etapa del embarazo:
Desde la etapa del embarazo se pueden sentir experiencias que llenan a la madre de una paz y alegría muy especiales. La sensación de unión con este pequeño ser, beneficia esta sensación de sentirse en paz consigo mismas y el mundo, más allá de los límites personales.
Meditar durante el embarazo favorece una relación profunda entre padre, madre y niño.
- De recién nacido hasta los dos años:
Hasta los dos años el niño está de forma natural en una vivencia de plenitud y de confianza
Basta con disfrutar de sus miradas, sus sonrisas y su presencia. Hay que cuidar de no romper dichos momentos.
El niño a esa edad necesita un gran contacto físico: estar en brazos, ser masajeado, acariciado o arrullado. Esto le genera confianza y gusto para desarrollar su instinto espiritual.
- De los dos a los siete años: hay que maravillarse con ellos.
En esta etapa el niño vive rodeado de imágenes, historias, sueños y vivencias. Los niños necesitan que alimentemos su imaginación, que nos maravillemos con ellos. Lecturas, dibujos, música, contemplación de la naturaleza, exploración de los sentidos… En una palabra: maravillarse.
En esta edad es importante establecer rituales que los van alineando en un camino espiritual como, por ejemplo, al acostarse, dar las gracias por el día vivido, tener un pensamiento bonito hacia otras personas, pensar acciones positivas para el día siguiente.
- De los siete años hasta la preadolescencia: enseñarles con ejemplo
Más que nuestras palabras, lo que va a impresionar a los niños en esta etapa serán nuestras actitudes.
Si se tiene una práctica espiritual, los niños pueden vernos, escucharnos y respirar nuestra vivencia. Debemos estar preparados para responder a preguntas inesperadas de forma sencilla y breve.
Es muy importante en esta etapa darle ejemplo para ayudarle a desarrollar interés por los demás seres, expresándonos siempre con respeto hacia las otras personas y seres vivos.
Enseñarles que, si nos equivocamos, podemos rectificar y hacerlo mejor la próxima vez, será un gran paso hacia una vida llena de espiritualidad. Ellos valoraran este aprendizaje en un futuro.
En esta etapa se puede practicar con los niños meditación, yoga o rituales familiares. Aunque parezca extraño los niños son muy buenos practicantes del silencio.
La duración de las practicas hay que adaptarlas a la edad y al aguante del niño.
Artículo escrito por Margarita Restrepo para VCSradio.net con información de cuerpomente.com
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