Defender la libertad religiosa bajo el Partido Comunista Chino (PCCh) no es tarea fácil, y Bob Fu, presidente y fundador de China Aid, lo sabe muy bien.
Fu comenzó su viaje como líder estudiantil del movimiento democrático en China, que llegó a su brutal fin el 4 de junio de 1989, durante la infame masacre de la Plaza Tiananmen.
Según Fu, él y otros miembros del movimiento estudiantil se sintieron decepcionados al ver que “el llamado ‘gobierno popular’ enviara al llamado ‘Ejército Popular de Liberación’ para usar tanques y ametralladoras para matar a su propio pueblo”, y esta decepción se convirtió en desilusión con el PCCh, y Fu pasó de la esperanza en la política a la fe en el cielo.
“Así es como me convertí en un seguidor de Jesucristo, un cristiano”, dijo, y señaló que después de recurrir a la religión se dio cuenta de que, por su naturaleza, el PCCh tiene como objetivo ejercer un control total sobre toda la sociedad, e intenta destruir cualquier cosa que no sea totalmente leal al Partido.
Sin embargo, el cambio de la política a la religión también tuvo sus costos. Bajo el sistema comunista del régimen chino, la religión está estrictamente regulada. Durante la Revolución Cultural, lanzó campañas para destruir templos e iglesias, asesinó a sacerdotes y estableció sus propias versiones estatales de las religiones que pusieron al Partido por encima del cielo.
Fu se negó a seguir la versión estatal del cristianismo, y en su lugar se dirigió al movimiento “cristianos de las iglesias clandestinas” en China para aquellos que todavía siguen la religión tal como existe en el resto del mundo -una religión que el PCCh todavía persigue. “Mi esposa y yo fuimos encarcelados”, remarcó.
Fu explicó que las personas religiosas en China, incluyendo cristianos y católicos, “quieren ser independientes en su fe” y reconocer a Dios como el poder más alto, en lugar de ser forzados a colocar al Partido Comunista por encima de Dios.}
El Partido Comunista es un sistema ateo, y trata de imponer este ateísmo a las religiones exigiendo a la gente que no reconozca ningún poder superior al suyo propio. Bajo el PCCh, el Dalai Lama del Budismo Tibetano debe tener permiso del régimen para reencarnar, además se cuelgan cuadros de líderes comunistas en las iglesias, y continúa la demolición de templos e iglesias.
Señaló que el año pasado en la provincia china de Hunan, el PCCh envió “un llamado inspector de asuntos religiosos” para investigar a las iglesias. Después de ver una copia de los Diez Mandamientos en una pared, el inspector declaró que no estaba en línea con la doctrina del Partido Comunista y exigió la eliminación del Primer Mandamiento que requiere que los cristianos y los judíos pongan a Dios por delante de todo, incluso del Partido.
Fu dijo que comenzó a darse cuenta que personas de otras religiones también estaban siendo perseguidas por el PCCh. Señaló que estos incluían a budistas tibetanos, musulmanes uigures y practicantes de Falun DafaDijo que si solo hablaba en contra de la persecución de su propia fe, e ignoraba la persecución de otras creencias, entonces el régimen comunista podría usar esto a su favor dividiendo a la gente y llevándola al conflicto.
Además, dijo, “es lo correcto para nuestra fe”. “¿Cómo podemos hacer la vista gorda también guardando silencio cuando vemos a un practicante de Falun Gong, simplemente por practicar su propia fe, él o ella sería detenido arbitrariamente -sería torturado y muchos incluso torturados hasta la muerte, y a algunos incluso estando vivos se les extrae sus órganos?”.
“Es un crimen contra la humanidad”, dijo. “Todos hemos sido creados a imagen de Dios. Así que como ser humano, esto es fundamental, una cuestión de derechos humanos. Por eso somos mucho más poderosos, más fuertes, si luchamos juntos y unimos nuestras manos”.(Fuente: Lagranepoca.com)