6 minutos de lectura. El poderoso estado de California en EEUU es un ejemplo de cómo las políticas progresistas conducen inevitablemente al declive social y económico.
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Durante décadas, California ha sido la perla de la corona de la economía y la prosperidad en EEUU. Sin embargo, ese auge que parecía no detenerse nunca, está comenzando a conocer el declive.
California fue uno de los motores del progreso norteamericano, con grandes industrias como la del cine -siendo Hollywood la meca obligada para directores y actores durante varias décadas.
Silicon Valley sigue siendo el centro de la innovación tecnológica, la cuna de grandes marcas como Apple y Google. Durante décadas, Los Ángeles, San Francisco o San Diego son ciudades que han despertado la curiosidad por su pujanza.
De hecho, California sigue siendo el estado más rico de EEUU, y si fuera un país independiente, sería la quinta economía del mundo. Con 40 millones de habitantes, es también el más poblado del país
Sin embargo, hoy día, California no solo se está desacelerando, sino que parece caer en un abismo que puede llevar a este rico estado a una grave situación social y económica.
Por un lado, posee habitantes súper ricos. Pero por otro, la tasa de pobreza más alta de EEUU, con un 17,2%, considerando el costo de vida.
Un hecho relevante es que desde 2011, el Partido Demócrata ha gobernado el estado, convirtiéndolo en el modelo de progresismo en EEUU. Esto, por sus leyes de funcionamiento rígidas y altos impuestos para las grandes empresas y para los ciudadanos más ricos. Un alto porcentaje de los ingresos fiscales del estado provienen de los impuestos de quienes ganan más de 1 millón de dólares al año.
En este momento, California es el quinto estado con impuestos más altos.
Sin embargo, para evadir los excesivos impuestos, muchas grandes empresas, y millonarios están migrando a otros estados. El caso más conocido es el de Tesla, que se mudó a Texas, donde tiene condiciones mucho más favorables de operación.
La industria del cine también se ha ido mudando a otros escenarios, como el estado de Georgia, Canadá o Reino Unido. En 2017, de las cien mejores películas producidas, solo 10 se rodaron en Hollywood.
Lo anterior ha sido producido no solo por los insostenibles costos de las locaciones, sino por los enormes sindicatos amparados por el estado, que exigen salarios excesivos y en muchos casos la obligación de contratar a sus sindicalizados como empleados fijos, mucho más costosos.
Por otro lado, las complicadas normas implantadas para nuevos desarrollos de vivienda, impulsadas por grupos ecologistas y propietarios inmobiliarios, han producido una gran escasez de vivienda. El costo de un alquiler alcanza los $3.000 dólares en ciudades como San Francisco. Una casa puede costar $800.000 dólares, mientras que en estados vecinos puede conseguirse en $400.000.
Todo esto ha contribuido al crecimiento de la pobreza, pues cada vez son menos los ciudadanos que pueden costearse ni siquiera un pequeño apartamento. Además, en la medida que los ricos emigran, el estado tiene menores ingresos para funcionar.
Por ejemplo, el gobernador Gavin Newsom proyectaba un superávit de US $100.000 millones para 2023, pero actualmente se prevé un déficit de US $23.000 millones.
Esto conlleva una menor atención social y un crecimiento de la pobreza. Hoy día, Los Ángeles compite con Nueva York como la ciudad con mayor número de indigentes.
Sin embargo, a pesar de los problemas se siguen implementando políticas progresistas, como la exigida por ecologistas de que las viviendas deben sustituir obligatoriamente el servicio de gas por los paneles solares, lo cual encarece aún más la vivienda.
Leyes tan extrañas como el mandato de aves libres de jaulas ha contribuido a crear el desabastecimiento de huevos, pues el estado no cuenta con suficientes granjas de este tipo.
Mientras tanto, muchos californianos están abandonando sus ciudades y migran a otros estados. Texas es el favorito, por sus políticas diametralmente opuestas.
En Texas, los bajos impuestos no solo son un incentivo para los industriales y las grandes empresas. Miles de personas de estados y ciudades demócratas como Nueva York y California, se están mudando allí, al punto de crear inquietudes en los habitantes y políticos de ideas republicanas, por el temor a que puedan traer sus ideas progresistas que provocarían un giro a la izquierda.
De hecho, en los dos últimos años, 500.000 personas abandonaron California. Mientras tanto, las barreras impuestas desde la gobernación le dificultan la vida a quienes no desean o no pueden abandonar el estado.
Para evadir estas dificultades, en San Diego, cientos de personas que trabajan en la ciudad, rentan una vivienda en la vecina Tijuana, en México, para poder costearse lo necesario, sin perder su empleo en la ciudad.
El caso de California nos muestra cómo las fallidas políticas progresistas también afectan a los países ricos que deciden adoptar ese sistema que ha fallado una y otra vez.
California fue, hasta hace poco, llamada la locomotora del progreso en EEUU. Aún sigue siendo la mayor economía del país, pero Texas, que ha sabido diversificarse y alejarse de las políticas centralistas, y ha permitido el desarrollo de la iniciativa privada, está disputándole la delantera.
Ojalá que, tanto los ciudadanos californianos como sus dirigentes entiendan a tiempo que la raíz del problema que están viviendo es el progresismo. De lo contrario, al igual que los habitantes de los castigados países de Suramérica que han caído en las garras del socialismo, se verán obligados a seguir emigrando.
Escrito por Carlos Morales G. para VCSradio.net
Foto: Vista de Los Ángeles – Envato