Que casi la totalidad de los menores de 18 años sufra las privaciones de la pobreza, entre ellas el hambre, en un país tan extenso y productivo como Argentina, es, definitivamente, una noticia muy preocupante.
Tal es la situación que detectó el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA), de acuerdo con el cual el 60 por ciento de los niños es pobre, el 30 por ciento ve su ingesta de alimentos en disminución y el 12 por ciento es víctima del hambre.
El informe del 2023 declara: “En efecto, la incidencia de las privaciones de recursos que experimentan niños, niñas y adolescentes (NNyA) continúan siendo muy elevados y mantienen brechas de desigualdad social muy significativas”.
Más impactantes resultan las cifras si se determina la cantidad de los niños afectados, y otras proporciones dentro del contexto total de la población.
Este estudio de la UCA señala a 14 millones de menores perjudicados por esas situaciones extremas, y al contrastar la cifra con los 13.1 millones de menores de 17 años que presentó la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia para el país en el 2021, se concluye que muy pocos niños se desarrollan satisfactoriamente en el país.
Asimismo, a pesar de que el gobierno reparte alimentación gratuita: “la asistencia resulta insuficiente, además de nunca reemplazar a la familia como núcleo social necesario para el crecimiento de un niño”, resaltan los investigadores.
Más difícil aún resulta la situación de los menores, si tenemos en cuenta que casi el 15 por ciento se ven en la necesidad de salir a trabajar: “para complementar el ingreso de sus familias en el contexto de alta inflación y de deterioro del poder de compra de los salarios”.
Inevitablemente, las miradas interrogantes se dirigen a los gobernantes de los últimos años, al menos. “… quienes lloran desgracias y autojustifican por qué nos hacen pasar hambre (mercados que se derrumban – Cristina Fernández -, “pasaron cosas” – Mauricio Macri -, la guerra de Ucrania y el Covid – Alberto Fernández)”, de acuerdo con la economista argentina, Iris Speroni.
Speroni sostiene que los argentinos siguen con su alegría de vivir, tienen fe en sí mismos, tienen creatividad y otros atributos que los hace ganadores, y propone una perspectiva de futuro para el país, que llama “Un rayito de esperanza”:
“Cuando uno ve cómo se recuperó Rusia en solo 20 años, luego de estar al borde de la disolución con la glasnost, vemos que podemos dar vuelta la taba en poco tiempo y darle a nuestro pueblo una era de prosperidad, alegría y esperanza. Solo tenemos que echar a estos amargados, tristes, depresivos, chantas, inútiles y garcas que nos gobiernan. El futuro es todo nuestro”.
Se observa que, progresivamente, muchos países latinoamericanos se deterioran de manera similar a la de Argentina, cuya devaluación ya supera el cien por ciento anual. Esta preocupación debería generar alternativas válidas de superación.
De hecho, buscar soluciones al alternar de un partido político al aparentemente ‘opuesto’ no ha rendido ningún fruto. Esto quizás señale como una buena opción el valorar en su justo precio y elevar los valores morales, reducidos a su mínima expresión en las agendas de los gobiernos actuales. Así se podría alcanzar un estándar social que impida que los niños sigan siendo las víctimas.
Escrito por José Hermosa para VCS Radio.net.
Imagen de portada: Niños argentinos buscan su sustento en un basurero. (Toma de pantalla: YouTube/BBC News).
También le podría interesar: