8 minutos. La crisis generada por la invasión de Rusia a Ucrania genera dudas inquietantes. ¿La alianza, cada vez más fuerte, entre Rusia y China puede llevar a una situación de guerra total? Veamos algo de esto.
Las relaciones de Rusia y China no han tenido un historial de buena vecindad. Con una frontera compartida de más de 4.000 kilómetros, es una de las más extensas del mundo. Por la misma razón, muchas de las etnias asentadas en los territorios vecinos a los dos gigantes han tenido una historia común con los dos.
Pero no es solo esto lo que comparten.
Cuando Mao Zedong decidió imponer el sistema comunista en el territorio chino, los bolcheviques fueron sus mentores. Pero con el tiempo tomaron caminos divergentes y mientras Rusia basó su sistema en el proletariado obrero, China lo centró en los campesinos.
Esto motivó la aparición de dos enfoques diferentes respecto al desarrollo de la ideología comunista, y produjo enfrentamientos ideológicos en los países donde pretendían imponer ese sistema totalitario.
En los años 80, con la caída de la Unión Soviética, el Partido Comunista Chino (PCCh) quedó como el sistema imperante, con el camino libre para imponer su ideología en el resto del mundo. Mientras tanto, la Unión Soviética se fragmentó, quedando Rusia convertido en una fracción de lo que había sido durante la hegemonía comunista de Moscú.
Pero en la actualidad, con China en constante crecimiento y Rusia bajo el dominio de Putin, un presidente deseoso de recuperar la grandeza que un día tuvo su país, los viejos rivales se encuentran nuevamente en el camino, con intereses compartidos, para utilizarse mutuamente.
Ya alejado de la doctrina comunista que nunca pudo traer la prosperidad a Rusia, Putin parece soñar nostálgicamente con la poderosa Unión Soviética. Aunque nunca tuvo importancia económica, sí llegó a ser la segunda potencia militar, y puso en jaque a EEUU durante la guerra fría. Pero, ante todo, conformó un enorme bloque de naciones que, tan pronto cayó el comunismo, reclamaron sus independencias del yugo soviético.
Sin embargo, Putin ha logrado recuperar algunas de esas colonias. Pero Ucrania siempre ha sido como una piedra en el zapato, esquiva en cuanto a regresar al redil.
A pesar de que, desde hace cientos de años estos dos vecinos tuvieron una historia en común (de hecho, Rusia comenzó a ser un país a partir de Kiev), también es cierto que Ucrania ha sido avasallada muchas veces por su poderoso vecino.
Recordemos el genocidio del “Holodomor”, cometido por Stalin entre 1932 y 1933, cuando diez millones de ucranianos fueron sometidos a una hambruna hasta morir. Este tipo de cosas hacen que en Ucrania no se pueda ver con simpatía el liderazgo de su poderoso vecino.
El PCCh también ha sido amigo de los genocidios, hasta el punto de que Mao superó ampliamente a Stalin y a Hitler juntos, en esta macabra práctica.
Pero, así como Rusia desea recuperar a Ucrania, Xi Jinping sueña con apoderarse de Taiwán. Esta isla se convirtió en el refugio de los miembros del Kuomintang cuando perdieron la guerra contra el PCCh, y allí fundaron un estado democrático, contrapuesto al comunista del PCCh.
No obstante, China nunca ha aceptado la independencia de Taiwán. Lo considera una provincia rebelde, pero que más temprano que tarde regresará a formar parte de China.
Sin embargo, a diferencia de los planes de Putin, para Xi Jinping el episodio de Taiwán es apenas una parte de unos propósitos mucho más grandiosos y de largo plazo.
Xi tiene un programa trazado minuciosamente para imponer la ideología comunista del PCCh, así como su dominio comercial a nivel global. Esto se ha venido implementando laboriosamente desde hace más de diez años, y ya ha logrado alertar a las principales potencias mundiales.
Todo lo anterior nos muestra cómo, estos dos aliados de conveniencia, comparten sus ansias expansionistas. Pero sus tiempos son diferentes. Desde hace años se han respaldado mutuamente, y América Latina es testigo permanente de esta alianza. Lo hemos visto en Venezuela y ahora Argentina también percibe esa doble influencia.
Ahora bien, como decíamos atrás, los tiempos parecen ser diferentes. Los expertos debaten continuamente cual será el siguiente paso de China ante la avanzada de Putin sobre Ucrania. Hay quienes creen que podría aprovechar el momento para tomar Taiwán.
Pero hacer esto, no parece estar dentro del talante de Xi Jinping. Seguramente él sabe que hacer tal cosa ahora, cuando apenas está consolidando su influencia comercial e ideológica global, podría entorpecer las metas finales.
De todos modos, la situación que se está presentando en Ucrania podría precipitar una crisis mundial, en la cual todo el planeta resulte involucrado. Por ahora vemos que las posiciones tanto de Rusia como de los aliados occidentales son cada vez más fuertes. Parece que Ucrania se está convirtiendo simplemente en un motivo para medir fuerzas.
Es así que, la amenaza nuclear, aunque es algo demencial, no está en absoluto descartada. Y si la confrontación pasa a mayores, seguramente China se verá obligada a participar en apoyo de su aliado.
Por supuesto, ante este panorama, debemos detenernos a pensar cual podría ser el futuro de la humanidad con un posible ataque.
Se trata de dos gobiernos autoritarios, que han demostrado en muchas ocasiones que no tienen escrúpulos al momento de tomar medidas extremas. Ambos comparten alianzas con regímenes similares, como Irán o Corea del Norte. En Latinoamérica ya tienen territorios incondicionales, como Venezuela, Cuba y Nicaragua. Desde estos podrían amenazar seriamente a EEUU.
Así que no desestimemos esa amenaza. Está tocando a las puertas del mundo libre, y no es simplemente un juego. Se trata de un pulso, en el cual, por un lado está un gobierno norteamericano débil y con poco liderazgo, y una Europa vacilante ante el temor por las represalias económicas de China; por otro, están dos potencias beligerantes y dirigidas por líderes impredecibles.
Hablar así parece apocalíptico, pero es la realidad que estamos viviendo.
Esperamos que la crisis de Ucrania se resuelva de la mejor manera. Pero no se debe olvidar la advertencia que se ha hecho claramente. Hoy, más que nunca, se necesitan líderes fuertes y determinados a defender los valores de la democracia a nivel mundial.
Escrito por Carlos Morales G.
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