Son muchas las ocasiones en las que al compartir con otros entablamos experiencias de gratitud, aquello que nos hace despertar por dentro un poco más la humildad y la sencillez.
Quizás tal vez hayamos escuchado decir que aquello que damos de manera desinteresada, la vida de igual modo nos lo sabe recompensar en algún momento, y cuando hablamos de experiencias compartidas la comida suele estar entre las agradecidas.
Si bien hay quienes se les dificulta despertar así sea un poco la humildad, una buena comida servida en la mesa puede llegar a ser el motor de cambio para que el mal humor termine siendo un gesto de gratitud e incluso tiene el poder de mover los corazones de orgullo más fuertes.
El simple gesto de compartir con alguien más, sea conocido o no, siempre traerá bendiciones. Algunas de ellas llegarán en el instante, mientras que otras están ubicadas en algún momento especial de la vida en el que realmente lo necesitemos. Porque al compartir la comida siempre estamos buscando el bienestar del otro.
Por eso hay que celebrar la gratitud y la humildad como valores intrínsecos de las preparaciones en la mesa, pues con suficiente humildad las relaciones se estrechan y el bienestar colectivo se vuelve una causa que termina por contagiarse.
Incluso podemos ver cómo dentro de las costumbres y tradiciones, la gratitud y la humildad cumplen una función importante, ya que, en muchas culturas, antes y después de servir los platos en la mesa hay un rito de gratitud que viene de la mano con el compartir.
Redacción, César Múnera para VCS radio.net