El Partido Comunista Chino podría estar incriminándose al atacar a un sobreviviente de la sustracción forzada de órganos. Las declaraciones del régimen desatan dudas sobre su implicación en estos crímenes atroces.
En un impactante giro, el régimen chino podría haber admitido inadvertidamente su implicación en la extracción forzada de órganos, según observadores de derechos humanos. Esta revelación surge a raíz de una serie de ataques públicos del Partido Comunista Chino (PCCh) contra Cheng Peiming, un practicante de Falun Gong que denunció haber sido víctima de este atroz crimen. La historia de Cheng, quien ahora reside en Estados Unidos, ha cobrado relevancia no solo por su relato personal, sino por el reconocimiento implícito del régimen en su intento de desacreditarlo.
Cheng, de 59 años, sobrevivió a seis años de tortura en una prisión china debido a su fe en Falun Gong, una práctica espiritual tradicional que ha sido brutalmente perseguida por el régimen chino durante más de dos décadas. Su historia es desgarradora: en prisión, fue sometido a alimentaciones forzadas, descargas eléctricas y, finalmente, a una cirugía en la que le extirparon parte del hígado y el pulmón, todo sin su consentimiento.
Un reconocimiento inesperado
La narrativa oficial del PCCh intenta desmentir la denuncia de Cheng, calificando su experiencia de extracción de órganos como un “rumor”. Sin embargo, el artículo estatal chino detalla la operación que supuestamente se realizó para retirar una cuchilla y un clavo que Cheng había ingerido como protesta, omitiendo responder a las graves acusaciones. Esta respuesta ha sido interpretada por expertos en derechos humanos como una admisión involuntaria de los hechos que, antes, carecían de pruebas directas.
Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa del Instituto Hudson, destaca la importancia de este “desmentido” del régimen chino. Según Shea, las autoridades chinas han proporcionado evidencia clave sobre la historia de Cheng, al reconocer que fue encarcelado, hospitalizado y sometido a una cirugía sin su consentimiento. Esto representa un cambio importante en la actitud del PCCh, que generalmente se limita a emitir desmentidos generales sobre las acusaciones de violaciones de derechos humanos.
Una industria multimillonaria
La extracción forzada de órganos en China ha sido ampliamente documentada por organizaciones de derechos humanos, incluida la investigación del Tribunal de China con sede en Londres. Según sus conclusiones, los practicantes de Falun Gong constituyen la principal fuente de órganos para esta industria, que mueve miles de millones de dólares anualmente. Las cirugías son realizadas bajo el control estatal y, en muchos casos, resultan fatales para las víctimas.
David Matas, abogado canadiense que ha investigado el tema durante casi dos décadas, considera que el intento del PCCh de desacreditar a Cheng refuerza aún más las acusaciones de que el régimen está involucrado en estos crímenes. Para Matas, el ataque contra Cheng y otros defensores de los derechos humanos es parte de una estrategia mayor del PCCh para encubrir sus propios delitos.
¿Qué sigue?
Cheng, ahora libre y viviendo en Estados Unidos, sigue sufriendo las secuelas físicas y emocionales de su tiempo en prisión. La cicatriz que le atraviesa el pecho es un recordatorio constante de la brutalidad a la que fue sometido. Durante una reciente rueda de prensa en Washington, Cheng instó a la comunidad internacional a actuar y presionar a Beijing para que permita la entrada de investigadores independientes a las cárceles y hospitales chinos.
La historia de Cheng es un testimonio viviente de la barbarie del sistema penitenciario chino y la extracción forzada de órganos. Su valiente decisión de contar su historia está generando cada vez más atención en la escena global, y podría ser un catalizador para que más personas y gobiernos exijan rendición de cuentas al régimen chino.
Artículo escrito con información de The Epoch Times en español